Nota de Tano
Gaetano Pandolfo gpandolfo@larepublica.net | Martes 10 junio, 2008
A Italia le pagaron con la misma moneda.
A Italia la liquidaron a su mejor estilo.
Ayer, mientras ellos buscaron los goles, los holandeses se los hicieron.
Y, en la historia del fútbol mundial, eso normalmente había sido al revés.
Los detractores del fútbol italiano, que son millones, finalmente saborearon y a lo grande la goleada que Holanda les propinó a los campeones del mundo, por idéntica ruta a la que utilizan los azzurri comúnmente para despachar a sus enemigos.
Y lo hicieron muy bien.
Me quedó la impresión de que Marco van Basten, director técnico de Holanda, se tragó de un bocado a su querido compañero de equipo en el Milán, Roberto Donadoni, quien de por sí, no ha dado muestras seguras de ser un gran estratega y lleva a Italia por el filo de la navaja, en una era de grandes sobresaltos.
Personalmente no me agrada el trabajo de Donadoni, pero he de reconocer que estoy prejuiciado, sobre todo en esta Eurocopa, al enterarme de que dejó por fuera a mi atacante preferido, Filipo Inzaghi, para dar paso al díscolo Antonio Cassano y a delanteros que como Marco Borriello y Fabio Quagliarella, no tienen, ni por asomo, las credenciales de excelso goleador del Pippo, por más que Sir Alex Ferguson diga que Inzaghi “nació en fuera de juego”.
Van Basten planificó una estrategia perfecta.
Su primer paso fue evitar que a Luca Toni, el gigante lento, torpe, pero goleador del Bayern Múnich le cayeran bolas en su cabeza. El ex ariete de la Fiorentina es letal arriba, de manera que había que sacarlo de la zona caliente, entonces los centrales de Holanda, Ooijer y Mathijsen se alejaron del punto de penal y “se trajeron” a Toni fuera del área.
Di Natale tuvo un poco más de espacios y los aprovechó al inicio con un par de remates escalofriantes que no fueron a más.
El punto dos de don Marco fue trascendental, había que cortar la conexión en la que Italia genera sus ideas y monta sus mortíferos contraataques. A Andrea Pirlo y a Mauro Camoranesi no se les podía dejar pensar, ojalá ni respirar y de ello se encargaron tres mediocampistas tulipanes que tácticamente se jugaron todos un partidazo: Engelaar (8), Boulahrouz (21) y Van der Vaart (23).
Los tres, con el aporte del carrilero derecho De Jong, quien presionó el juego de Mauro y del segundo atacante Dirk Kuyt, quien bajó a formar una cintura de cinco o seis jugadores, no solo acecharon como perros de traba las piernas de los “pensantes” italianos, sino que supieron recuperar el balón y ser más bien ellos los que montaran los contraataques.
Holanda ganó el partido en la media cancha; en ese sector vital del terreno de juego fue infinitamente superior, porque hay que agregar a estos cinco hombres, un par más, Bronckhorst y Sneijder, actores primarios y secundarios en los tres goles. Todos construyeron de nuevo la famosa naranja mecánica que sin apelación, licuó a los ayer desaliñados, italianos.
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