¡Nombres y diferencias!
Emilio Bruce ebjreproduccion@gmail.com | Viernes 05 septiembre, 2014
Señalar a “todos irresponsables” y a “todos corruptos” sin señalar responsables, sin mencionar nombres, no es válido
Sinceramente
¡Nombres y diferencias!
Creo que la definición en la vida es trascendental. No se deben confundir términos. Si los problemas no se definen bien, las soluciones no resolverán los entuertos ni las dificultades.
Creo que la eficiencia y la eficacia no deben jamás confundirse con la corrupción. Un mal administrador es un administrador malo, no un corrupto ni un delincuente. Mal se hace por cálculo político confundiendo las cosas porque ellas siempre tienden a regresar y a devolverse. La corrupción debe perseguirse de manera implacable y esa no es la forma.
Una mala contabilización o un mal registro de los activos no hace a la persona un delincuente lo hace un mal contable. Por sí misma la mala administración no hace un delito. Si detrás del desorden hay corrupción es otra cosa y debe tratarse separadamente. No es a los funcionarios electos a quienes corresponde perseguirlos sino denunciarlos y al Ministerio Público y a la Fiscalía investigarlos y llevarlos a juicio. No hay que dar descanso a los corruptos, pero esta no es la vía.
Cuando las pérdidas en RACSA aumentan en razón de circunstancias tecnológicas, administrativas y de sus funciones, no puede entenderse que esas pérdidas son producto necesariamente de corrupción. Si detrás de esas pérdidas hay delito hay que tratarlo como tal, pero no acusar las pérdidas incurridas como corrupción porque no lo son necesariamente. Confundir es terminar ocultando.
Si el INVU tiene grandes cuentas incobrables, presuntamente son en razón de la incapacidad de quienes asumieron préstamos de vivienda con esa institución, para construir o para financiarse. Hay que cobrarlas pero no son un delito de sus administradores sino producto de la administración y sus circunstancias. Si se cometieron delitos ese es otro escenario y debe perseguirse en el ámbito judicial, en el terreno del Ministerio Público y con el OIJ.
Señalar a “todos irresponsables” y a “todos corruptos” sin señalar responsables, sin mencionar nombres, no es válido. Cuando se dice “todos” se cubre con el manto de criminal a personas buenas e inocentes. Cuando por estrategia de destrucción de la legitimidad del liderazgo nacional se acusa sin nombres y se confunden responsabilidades políticas con delitos penales, se rasga el tejido social del país y se polariza la sociedad sin remedio.
Mal hace quien destruye inocentes al enlodarlos junto a los culpables, todo por destruir la legitimidad del liderazgo nacional para eliminar la oposición. Mal se provee al bien de la democracia y del país siguiendo esta senda. Así no se combate el delito.
Nombres y personas deben ser señalados de manera inequívoca. Separación de ineficiencia, mala administración y sus responsabilidades políticas, de la corrupción es un deber del Presidente de la República. Las cosas se devuelven. Ya es suficiente de estar calificando de corruptos a todos y por todo. A cada cosa por su nombre. El país debe ser implacable en su lucha contra la corrupción y la senda seguida debilita esa lucha.
Emilio Bruce
Profesor
ebruce@larepublica.net
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