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Jueves, 25 de abril de 2024



EDITORIAL


Ni hoteles gratuitos ni jaulas mortales

Las cárceles no pueden ser ni hoteles gratuitos ni jaulas mortales. Requieren orden, luz, ventilación, higiene, espacios mínimos, prevención de incendios, asistencia médica y vigilancia que i

Redacción La República redaccion@larepublica.net | Viernes 17 febrero, 2012


Editorial


El incendio en una cárcel de Honduras, que mató a unos 350 presos aunque no hay datos finales confirmados aún, no puede dejarnos indiferentes.

Cuando una situación así ocurre, sea en una cárcel, un hospital o cualquier otro sitio donde permanezcan personas que no pueden salir, hay responsabilidad por sus vidas de parte de quienes aprueban, mantienen y operan dichos sitios. La responsabilidad del caso hondureño, compete a ese país.

Lo que concierne a los costarricenses es la situación de nuestras cárceles y hospitales. Tendremos sin embargo que dejar a estos últimos para otro momento y centrarnos en los presidios.

Estos no pueden ser ni hoteles gratuitos ni jaulas mortales. Requieren orden, luz, ventilación, higiene, espacios mínimos, prevención de incendios, asistencia médica y vigilancia que impida la violencia.

Hoy en nuestras cárceles hay hacinamiento, circulan en ellas las drogas y las armas entre otros elementos que permiten no solo un control de muchas situaciones por parte de los presos, sino hasta la posibilidad de cometer delitos desde el interior de esos penales.

Las cárceles deben ser todo lo estrictas y rigurosas como para constituirse realmente en castigo para quienes se les ha probado que cometieron delito. Pero no un castigo inadecuado que solo despierte rebeldías y más deseo de delinquir. Debe ser un castigo que lleve a reconsiderar la condición y al deseo de retornar o entrar por primera vez a un estilo de vida donde las recompensas y las satisfacciones provengan del trabajo y el esfuerzo. Los reos deben aprender a vislumbrar la posibilidad de una vida satisfactoria dentro del marco de la ley, o al menos deben tener la posibilidad de hacerlo.

Las prisiones han de tener la capacidad de sacar de la sociedad a alguien que ha actuado en contra de ella, con la intención de evitar que siga haciendo daño y para que sufra un merecido castigo, y a la vez deben ser correccionales con centros de trabajo donde los internos aprendan un oficio si no lo tienen, cubran sus gastos e incluso ayuden económicamente en algunos casos a sus familiares.

Costa Rica debe tomar en serio la urgente necesidad de hacer una profunda reforma a su sistema carcelario que incluya, si fuera el caso, modificación a las leyes para organizar el trabajo en los centros penales. Como parte de eso, debe el país tener la infraestructura necesaria en condiciones adecuadas para sus fines y un personal altamente capacitado para encargarse de la operación de esos sitios en todos los niveles.










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