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Necesidad de la energía solar fotovoltaica

Rolando Portilla Pastor rportilla23@yahoo.com.mx | Viernes 06 septiembre, 2019

Rolando portilla

Por Rolando Portilla Pastor

Ingeniero Civil. Especialista en Ambiente y Energía

Estudios desarrollados por Planificación y Desarrollo Eléctrico del ICE señalan que un 23% de nuestro territorio (12 000 km2), presenta condiciones favorables para el desarrollo de plantas solares fotovoltaicas de gran escala, representando un potencial de 577 Gigawatts, ni más ni menos que 165 veces nuestra capacidad instalada actual. El potencial solar fotovoltaico de Costa Rica resulta, para nuestra perspectiva, sumamente elevado, convirtiéndose la energía solar en la fuente con mayor potencial electro-energético de nuestro país. Sin embargo, la pregunta fundamental que debemos hacernos es si nuestro país requiere necesariamente esta energía, esto bajo dos perspectivas, una de corto plazo, al 2025 y otra de mediano o largo plazo, después del 2025.

Analicemos el corto plazo. En el período 2019-2025, el crecimiento de la demanda eléctrica tradicional (residencial, general, industrial y de alumbrado público) se encontraría limitado a un promedio de un 2.1% anual, en términos de potencia, según el Plan de Expansión de la Generación del ICE 2018-2035. Incluso, considerando el eventual crecimiento de la electro-movilidad (autos, buses, trenes) en el país, no se esperaría un crecimiento de la demanda eléctrica al 2025 que haga necesaria la inserción en el sistema, de cantidades significativas de generación solar fotovoltaica.

Sin embargo, si los costos de la energía solar fotovoltaica siguen la tendencia decreciente de los últimos años, es de esperar un desarrollo gradual de la generación distribuida (GD) fotovoltaica, por medio de clientes actuales o futuros que instalen paneles solares, desconectándose parcial o totalmente de la red. Para el ICE y las otras distribuidoras, esta situación representa una pérdida progresiva de clientes y de ingresos, lo que podría implicar inestabilidad financiera para estas empresas. Si esta tendencia se confirma, habría que definir cómo se pagarían las inversiones que el ICE ha realizado en obras de desarrollo eléctrico de gran escala, como es el caso del P.H Reventazón.

Por otra parte, la forma en que la inserción de la generación distribuida solar pueda ocasionar una reducción significativa de las tarifas eléctricas es un tema sobre el que no hay claridad total, pero que, de ocurrir, sería sin duda un impulsor adicional para un mayor desarrollo solar fotovoltaico.

Por lo tanto, la respuesta sobre la necesidad de la energía solar en el corto plazo (2025) tiene dos componentes, por un lado, no necesitaremos grandes plantas centralizadas fotovoltaicas a esa fecha, debido al bajo crecimiento de la demanda eléctrica. Por otro lado, se va a dar una gradual penetración de la GD fotovoltaica en el sistema, cuya magnitud dependerá en gran medida de la reducción de costos, así como de las facilidades y sistema regulatorio que adopte el país.

Un capítulo aparte lo tendría el tema de la exportación de electricidad. En estos momentos, el mismo está limitado por una interconexión centroamericana que no permite trasiegos superiores a los 300 MW, y por la legislación imperante. Si esto cambiase, y en caso de existir demanda eléctrica por parte de Centroamérica u otros países, se abriría la posibilidad de exportación de electricidad producida con plantas solares de gran escala, o bien de excedentes de la generación distribuida.

El panorama en el largo plazo, después del 2025, puede cambiar radicalmente, con costos de energía solar aún más convenientes que incrementen en mayor medida la penetración de la GD fotovoltaica, aunado a un incremento significativo de la electro-movilidad en el país, en sus diversos modos de transporte. No hay duda que, para este horizonte de desarrollo, los aportes de la energía solar fotovoltaica, tanto en centrales como con GD, serán necesarios para el sistema eléctrico nacional.

La inserción de la energía solar implica un cambio radical en el modelo de desarrollo eléctrico en Costa Rica, pero también significa un mar de retos y oportunidades. Debemos tener la apertura y la visión para adaptarnos a ellos, y sacar el mayor beneficio para el país.















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