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Navidad y amor

Miguel Angel Rodríguez marodrige@gmail.com | Lunes 24 diciembre, 2012


La Navidad es ahora “Santa Claus”, los regalos y el estrés, no el Niñito, el amor y la paz. No nos dejemos vencer. Viva el amor.  FELIZ NAVIDAD


DISYUNTIVAS

Navidad y amor

Los vientos eran más fríos. No podía faltar el suéter a las cinco de la tarde. El Niñito Dios nos traía los regalos. El portal era mucho más importante que el árbol de Navidad, y en las ventanas se ponían coronas rojas con una lucecita.
¡Cuánto tardaba en llegar la Navidad en el Aranjuez de mi infancia!
En un San José pequeño, limpio y sin pretensiones, iba con mis hermanos menores y mamá en el bus de Guadalupe a comprar musgo y aserrín de colores a los chinamos de la Plaza de la Artillería. Luego construíamos el portal con papá, sobre cajones que él traía. Poner las instalaciones bajo los negros encerados para que las bombillitas quedaran bien distribuidas, era una delicada tarea. El pueblito, el lago con patos y cascada, el rebaño de corderos; daban entorno al “pasito” en el cual la Virgen y San José aguardaban hasta la media noche del 24 al Niñito, y luego la Sagrada Familia junta esperaba a los Reyes Magos.
Los años pasaron y la Navidad fue entonces la emoción de los hijos y luego la ilusión de los nietos.
Pero siempre, de siete años o con mis setenta y dos que están por terminar, la Navidad ha sido la fiesta del amor.
El amor de Dios por sus criaturas a las que regala la encarnación de Su Hijo para que del pesebre a la cruz y a la resurrección nos enseñara la fuerza extraordinaria del amor. El amor que es esencial para la vida en paz y para alcanzar la felicidad. El amor que depende de la libertad para poder uno darse al amado.
Vivimos desde hace ya muchos siglos en una sociedad occidental centrada en el hombre y en su conocimiento científico. Cuando el cómo reemplazó al qué y la racionalidad experimental permitió al hombre el dominio del mundo físico, también se ha pretendido el imperio de una política racional centrada no en los atributos naturales inherentes al hombre sino en su capacidad intelectual para diseñar una sociedad eficiente para la convivencia. Pero como somos libres, esencialmente libres, todo compromiso moral, toda decisión personal de amar, perdonar, ser solidarios, están sujetas a la voluntad de querer mantenerlas mañana. Por eso los avances morales no se acumulan como el atesoramiento material y el progreso institucional. Las instituciones, el conocimiento y la acumulación de bienes, aunque sean muy importantes y necesarios para garantizar el bienestar humano, no son suficientes. La libertad hace indispensable el amor.
Podemos acumular conocimientos, riqueza, e instituciones sociales. Pero su uso y hasta su sobrevivencia dependen de la libertad de las personas en cada generación de usarlas para el bien, la verdad y la belleza. Para ello es indispensable que prevalezca el amor.
La Navidad era época de reflexión sobre la necesidad del desarrollo interior de cada persona para que el crecimiento de lo externo y lo social fuera para alcanzar la felicidad y no la soledad y la violencia. Pero paradójicamente el mismo desarrollo institucional y material al darnos más poder externo nos ha robado la capacidad y el tiempo del desarrollo personal. La Navidad es ahora “Santa Claus”, los regalos y el estrés, no el Niñito, el amor y la paz.
No nos dejemos vencer. Viva el amor. FELIZ NAVIDAD


Expresidente de la República

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