Naturaleza indomable
Leiner Vargas lvargas@una.ac.cr | Martes 22 marzo, 2011
Reflexiones
Naturaleza indomable
Vivimos, al igual que Japón, en una franja de tierra sujeta a grandes cambios geológicos y expuestos a eventos naturales de fuertes y diversas dimensiones. Prevenir riesgos y catástrofes siempre será mucho menos costoso económica, social y ambientalmente que atender los daños a posteriori.
Claro que no es de gratis. Las ciencias y las tecnologías para prevención de desastres y eventos de la naturaleza han avanzado significativamente, al igual que los mecanismos de transmisión de datos y de difusión hacia la población de los posibles efectos de un terremoto, huracán, tsunami o derrumbe, etcétera.
La forma en como se asume la catástrofe también puede ser importante en tanto su resultado. La actitud y comportamiento de la ciudadanía pueden hacer la diferencia en el tamaño de una tragedia.
Aplaudo con entusiasmo las reformas a la ley de emergencias, que permite fortalecer la red de equipamiento de los institutos y centros de investigación de las universidades públicas, encargados de atender y estudiar la sismología y la vulcanología de nuestro país. Gracias a este visionario proyecto, hoy tenemos monitoreo ampliado de nuestros volcanes y mayor confiabilidad, precisión y sobre todo, mayor conocimiento acumulado sobre nuestra sismicidad y potencial del efecto de nuestros volcanes en el país. El conocer sobre esta materia es esencial para prevenir y para mitigar adecuadamente los posibles efectos ante las emergencias. Desde mapas precisos con zonas de riesgo hasta cambios en nuestra forma de construir deben mejorarse. Es vital estar prevenidos y reaccionar a tiempo.
Algunos eventos pueden mostrar la naturaleza indomable de nuestro planeta, pero si comparamos los resultados de Haití, Chile y Japón, es claro que la capacidad país para atender estos desastres y sus dimensiones son claramente distintas.
En Costa Rica estamos acostumbrados a eventos naturales de magnitud considerable, pero seguramente no tenemos la capacidad de reaccionar ante catástrofes de magnitud insospechada como lo que hemos visto en Japón o en Chile recientemente.
Debemos aprender de estas lecciones y no esperar a que ocurran para lamentar sus efectos. Prepararse ante la naturaleza debe de ser una labor científica de conocimiento permanente, pero también debería ser de enseñanza obligatoria en nuestras escuelas, colegios y universidades.
Cada familia, empresa e institución de nuestro país debería tener un plan de emergencia y lo que ello significa, ahora es tiempo, mañana será muy tarde.
Leiner Vargas Alfaro
lvargas@una.ac.cr
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