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¡Nadie está condenado al progreso!

Emilio Bruce ebjreproduccion@gmail.com | Viernes 07 noviembre, 2014


El abandono de la imposición y la adopción del convencimiento son urgentes. Gobernar es educar y educar es gobernar bien, no lo olvidemos


¡Nadie está condenado al progreso!

El progreso de un país es la suma de los esfuerzos direccionados de sus habitantes. El progreso de una nación es producto de la disciplina en alcanzar metas, de seguir una senda trazada con sabiduría que le permita a ese país, en el menor plazo y la mayor seguridad, llegar a alcanzar todos sus objetivos en el corto, mediano y largo plazo. Es trabajar con un propósito y una dirección.
Nadie está condenado al desarrollo, al bienestar, ni a una mayor calidad de vida. Para ello todos debemos trabajar con el mayor ahínco. El progreso no se alcanza sin un empeño sostenido de décadas.
Han pasado años desde que el país comenzó a sentir la ausencia de una unidad de propósito nacional. Han pasado muchas administraciones desde que los costarricenses comenzaron a dejar de hacer, y comenzaron a obstaculizar todo cuanto otros proponían, pero a no proponer nada a cambio.
Cuarenta años demoró en ser construida la ruta 27. Don Mario Echandi Jiménez formuló el Plan Vial, pero la avenida segunda aún no se ha terminado de ampliar. La carretera de circunvalación está incompleta. La carretera a San Ramón fue echada atrás. ¡No tendremos refinería nueva! ¡No se ampliará la carretera a Limón!
En fin, qué razón tienen y qué argumentos les sobran a las instituciones internacionales, para describir al país como un lento ejecutante de lo planeado. Vivimos el desacuerdo e indecisión permanentes.
Muchas veces quienes desean que se acabe la democracia, que se gire hacia un régimen neomarxista, obstaculizan todo para luego clamar en contra de los neoliberales que no han acabado con el desempleo, la pobreza y la miseria. Obstaculizan todo como herramienta política para luego reclamar que no cumplieron quienes propusieron todo en vano.
Los que todo lo obstaculizan impiden con su obstinada oposición generar las fuentes de trabajo que los desempleados podrían aprovechar con la educación y el entrenamiento adecuados.
El cultivo de la tolerancia, el desarrollo de un proyecto país, el vivir en moderación y buscar entre todos nuestro mayor bienestar debería ser un esfuerzo permanente.
Es absurdo pensar que estas luchas deben ser a muerte. Es difícil imaginar que quienes dirigen estas contiendas piensen que gobernar es vencer y no convencer.
Los sindicalistas dependen para su subsistencia de los importadores y exportadores, su suerte está unida. A la CCSS la mantienen patrones y trabajadores. La empresa privada no es enemiga del Estado fuerte. Producir y generar ganancias no está en contra de la justicia social. ¿Si no se genera riqueza qué vamos a repartir? La paz y el acuerdo son centrales al progreso.
Es indispensable para todos que cejemos de una vez por todas en la posición extrema de avasallar al contrincante lejos de convencerlo. Es fundamental que encontremos el justo medio que nos permita a todos alcanzar al menos un trozo de nuestros objetivos.
El abandono de la imposición y la adopción del convencimiento son urgentes. Gobernar es educar y educar es gobernar bien, no lo olvidemos.

Emilio Bruce

Profesor
ebruce@larepublica.net
 

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