Motín en el Titanic
| Miércoles 28 noviembre, 2007
Motín en el Titanic
Muchos pasajeros del Titanic lo creían inundible. Dormían tranquilos. Cuando el agua helada los despertó ya era muy tarde. Así está algunas personas del ICE. Piensan que tal vez en un par de años les vendrá competencia. ¡Despierten! ¡El témpano está enfrente de sus ojos!
Ya desde hace diez años empresas en este país venden telefonía por Internet. Las llamadas internacionales cuestan cinco centavos el minuto. El ICE todavía solo ofrece MIDA a 50 centavos. En este campo, son los precios más altos del mercado, por diez a uno. Nos dicen que se necesitan estas tarifas caras para subvencionar los de interés social. Curioso, hay ejemplos al revés. La banca estatal se abrió a la competencia hace muchos años, con miedo de ahogarse, pero sobrevivió. Ahí está el Banco Nacional, en un mercado libre contra bancos mundiales, lidera en Internet, sus tasas de interés en préstamos y tarjetas son de las más bajas, sostiene líneas de crédito para agricultores y otros desarrollos, y hasta rifa carros en Navidad. Sin embargo, es el de mayor capital y genera enormes ganancias. ¿Cómo fue esto posible? En ellos sí hubo un gigantesco cambio de actitud. La gente del BN trabaja en MultiPlaza los domingos porque el vecino de al lado, un banco privado, abre siete días a la semana. ¿Estará la gente del ICE lista para ese esfuerzo con tal de cuidar sus clientes?
¡A sus puestos, marineros! No es momento de bailar. A estas alturas no hay que buscar culpables, sino soluciones. Un periodista, de apellido Durán nos explica los planes que tiene el ICE para recuperar esa década de atraso tecnológico. Si logra ejecutarlos antes de marzo, cuando los competidores podrán anunciarse libremente, habrá evitado el choque con la punta del ICE-berg. Saldrán a la superficie entonces otros retos mucho más duros: servicio, rapidez, eficiencia. Todo eso depende de su gente.
Más peligro en la trama. Empresas “piratas” están listas para abordar la nave. Instalan conexiones inalámbricas en tres días, y voz sobre IP en un día. Un único ejecutivo lleva los contratos a firmar al cliente y recoge el cheque. Cuando el ICE tenga ese plan de batalla, empatará. Por el momento Acelera se entrega a los dos meses y los GSM se atascaron un año. Uno debe ir a las agencias a hacer fila como era la moda el siglo pasado. Por ahora las apuestas favorecen a los piratas. En vez de odiarlos, deberían aprender de ellos, ver que la empresa privada se mueve en días, no meses. Algo básico en un mercado abierto: superar la oferta del competidor. El cliente no le debe ninguna fidelidad a la institución por las glorias del pasado. Se decidirá por la mejor oferta de hoy.
La mayoría de gente del ICE quiere ayudar, conozco varios. Saben que el bote hace agua, y viene una batalla a muerte. Justo cuando empiezan a organizarse en positivo, unos cuantos marineros se amotinan: ¡A la huelga mis valientes! O sea, que la solución es dejar de trabajar. La escena no calza, es ilógica. De ninguna crisis se sale haciendo berrinche. Resultado: la mala fama que cargan justos por pecadores. Torpedean el barco haciendo todo aún más fácil al competidor.
El Titanic no se hubiera hundido si los fabricantes conocieran su flanco débil, y la tripulación estuviera alerta. Vamos por media película, el suspenso está en su punto culminante. ¿Será el final una tragedia titánica o una comedia de piratas?
César Monge Conejo
Muchos pasajeros del Titanic lo creían inundible. Dormían tranquilos. Cuando el agua helada los despertó ya era muy tarde. Así está algunas personas del ICE. Piensan que tal vez en un par de años les vendrá competencia. ¡Despierten! ¡El témpano está enfrente de sus ojos!
Ya desde hace diez años empresas en este país venden telefonía por Internet. Las llamadas internacionales cuestan cinco centavos el minuto. El ICE todavía solo ofrece MIDA a 50 centavos. En este campo, son los precios más altos del mercado, por diez a uno. Nos dicen que se necesitan estas tarifas caras para subvencionar los de interés social. Curioso, hay ejemplos al revés. La banca estatal se abrió a la competencia hace muchos años, con miedo de ahogarse, pero sobrevivió. Ahí está el Banco Nacional, en un mercado libre contra bancos mundiales, lidera en Internet, sus tasas de interés en préstamos y tarjetas son de las más bajas, sostiene líneas de crédito para agricultores y otros desarrollos, y hasta rifa carros en Navidad. Sin embargo, es el de mayor capital y genera enormes ganancias. ¿Cómo fue esto posible? En ellos sí hubo un gigantesco cambio de actitud. La gente del BN trabaja en MultiPlaza los domingos porque el vecino de al lado, un banco privado, abre siete días a la semana. ¿Estará la gente del ICE lista para ese esfuerzo con tal de cuidar sus clientes?
¡A sus puestos, marineros! No es momento de bailar. A estas alturas no hay que buscar culpables, sino soluciones. Un periodista, de apellido Durán nos explica los planes que tiene el ICE para recuperar esa década de atraso tecnológico. Si logra ejecutarlos antes de marzo, cuando los competidores podrán anunciarse libremente, habrá evitado el choque con la punta del ICE-berg. Saldrán a la superficie entonces otros retos mucho más duros: servicio, rapidez, eficiencia. Todo eso depende de su gente.
Más peligro en la trama. Empresas “piratas” están listas para abordar la nave. Instalan conexiones inalámbricas en tres días, y voz sobre IP en un día. Un único ejecutivo lleva los contratos a firmar al cliente y recoge el cheque. Cuando el ICE tenga ese plan de batalla, empatará. Por el momento Acelera se entrega a los dos meses y los GSM se atascaron un año. Uno debe ir a las agencias a hacer fila como era la moda el siglo pasado. Por ahora las apuestas favorecen a los piratas. En vez de odiarlos, deberían aprender de ellos, ver que la empresa privada se mueve en días, no meses. Algo básico en un mercado abierto: superar la oferta del competidor. El cliente no le debe ninguna fidelidad a la institución por las glorias del pasado. Se decidirá por la mejor oferta de hoy.
La mayoría de gente del ICE quiere ayudar, conozco varios. Saben que el bote hace agua, y viene una batalla a muerte. Justo cuando empiezan a organizarse en positivo, unos cuantos marineros se amotinan: ¡A la huelga mis valientes! O sea, que la solución es dejar de trabajar. La escena no calza, es ilógica. De ninguna crisis se sale haciendo berrinche. Resultado: la mala fama que cargan justos por pecadores. Torpedean el barco haciendo todo aún más fácil al competidor.
El Titanic no se hubiera hundido si los fabricantes conocieran su flanco débil, y la tripulación estuviera alerta. Vamos por media película, el suspenso está en su punto culminante. ¿Será el final una tragedia titánica o una comedia de piratas?
César Monge Conejo