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Mitos sobre dolarización: depender de la Reserva Federal

| Lunes 10 mayo, 2010



Mitos sobre dolarización: depender de la Reserva Federal


Ante la crisis financiera mundial se renueva la discusión sobre si el cierre de la Banca Central en América Latina (dolarización) es la mejor opción para enfrentar ésta y cualquier futura crisis internacional. Muchos temen que esto provoque depender de la política de la Reserva Federal de los EE.UU. (FED). Esto es un mito. Veamos.

Cualquier economía, globalizada o no, depende de su entorno internacional. Cuando la FED baja sus tasas de interés, los países de América Latina deben ajustarse porque caso contrario se producirán, tarde o temprano, desajustes y desequilibrios macroeconómicos. Si los EE.UU. deciden inundar al mundo con dólares, el único ajuste sano, ceteris paribus, es la revaluación de la moneda local. En otras palabras, América Latina se ve afectada por la FED con o sin banca central.

Lo único que puede hacer un banco central cualquiera es maquillar el entorno económico. En el corto plazo el maquillaje introduce incertidumbre lo cual se traduce en mayores costos de producción, menos inversión, menos empleos y menor desarrollo. Ante una situación internacional adversa, un banco central introduce incertidumbre porque es imposible pronosticar la política monetaria que seguirá el banco central: ¿Variará las tasas de interés, el ritmo de devaluación, el nivel de las reservas monetarias internacionales, la emisión monetaria o alguna combinación de las anteriores? Pero todavía hay más incertidumbre porque tampoco sabemos cuándo el burócrata tomará la decisión de maquillar la economía. ¿Ajustará las tasas de interés hoy o dentro de un mes? Pero aún hay más incertidumbre porque tampoco sabemos en qué monto se realizarán los cambios. ¿Devaluará la moneda en 5 ó 10%? ¿Variarán las reservas monetarias internacionales en US$100 millones, ó -US$1,500 millones? En conclusión, un banco central agrega al menos doce elementos de incertidumbre más la combinación de todas ellas a la política económica. Por las razones anteriores, es que un banco central, lejos de contribuir a la estabilidad, acentúa la inestabilidad monetaria y financiera; sea en tiempos de crisis o no. Esta ha sido la experiencia de América Latina con la banca central.

Panamá es el ejemplo a seguir en el campo monetario y financiero. Ellos no tienen banco central y por tanto su competitividad no se ve afectada por el riesgo cambiario. Su aumento del costo de vida histórico ha sido inferior incluso al de los EE.UU. y las tasas de interés hipotecarias han sido de las menos volátiles en toda la región y además están por debajo del 7% anual. ¡Esto es ejemplo de estabilidad financiera!

Como bien decía el premio Nobel en economía Friedrich Hayek en su libro Denationalisation of Money: “No existe respuesta… a la pregunta del por qué es indispensable el monopolio del gobierno en la emisión de dinero. … Tiene los defectos de todo monopolio.” Cerremos sin miedo los bancos centrales de América Latina y con ello démosle la bienvenida a la estabilidad monetaria que tanto necesita el desarrollo económico.

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