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Misterio de fiscal Nisman menoscaba imagen de Kirchner

Bloomberg | Jueves 22 enero, 2015


La noticia de su muerte hizo que manifestantes enojados salieran a la calle a golpear cacerolas y gritar “asesinato” en la Plaza de Mayo y la Quinta de Olivos, residencia oficial de la presidencia. Bloomberg/La República


Misterio de fiscal Nisman menoscaba imagen de Kirchner

 Alberto Nisman tenía fama de ser un fiscal independiente y valiente. Esa es una de las razones por las que en 2004 el presidente Néstor Kirchner le encomendó investigar el sangriento atentado contra un centro comunitario judío de Buenos Aires. El ataque causó la muerte de 85 personas pero la investigación del caso languidecía en los tribunales desde entonces.
Nisman fue hallado muerto el domingo a la noche en el piso de su baño, con una sola herida de bala calibre 22 en la cabeza y una pequeña pistola Bersa a su lado.
La misteriosa muerte —sin una carta suicida, sin rastros de pólvora en las manos, aparentemente sin testigos— sacudió al país. Fue una tragedia nacional que se sumó a otra. Lo que ocurra a partir de ahora determinará si también será una farsa.
Lo que está claro es que Nisman murió en su apartamento del piso 13 de un edificio de Puerto Madero, un exclusivo barrio de Buenos Aires.
Lo turbio es la afirmación de que se trató de un suicidio. La puerta del apartamento estaba cerrada con llave desde adentro y ninguno de los diez guardaespaldas que formaban su custodia estaba en el apartamento al momento de su muerte. También el fiscal se había tomado el trabajo de dejarle una nota a su empleada doméstica para que comprara comestibles el lunes a la mañana, según dijo un familiar. Sin embargo, la fiscal en lo criminal Viviana Fein tardó apenas un día en llegar a su conclusión: Nisman se había suicidado, dijo, aunque dejó abierta la posibilidad de que este pudiera haber sido “inducido o instigado” a quitarse la vida a través de “amenazas”.
Apenas la semana pasada, el fiscal de 51 años había acusado a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner y su ministro de Relaciones Exteriores Héctor Timerman de confabulación criminal para desviar la investigación del atentado de 1994. Según Nisman, Kirchner y Timerman trataban de obstaculizar su investigación del atentado y archivar los cargos criminales contra los presuntos responsables iraníes, aparentemente con el fin de facilitar un acuerdo para comprar petróleo iraní a cambio de granos argentinos.
“Más temprano que tarde la verdad triunfa”, dijo en un mensaje de texto enviado el día anterior a su muerte. “Me tengo mucha confianza. Haré todo lo que esté a mi alcance y más también, sin importar a quién tenga enfrente”. Tenía previsto presentar sus argumentos en una sesión a puertas cerradas en el Congreso el lunes.
La noticia de su muerte hizo que manifestantes enojados salieran a la calle el lunes a golpear cacerolas, la muestra de indignación preferida del país, y gritar “asesinato” en la Plaza de Mayo y la Quinta de Olivos, residencia oficial de la presidencia. “Yo soy Nisman”, decían algunas pancartas.
La reacción de Kirchner no contribuyó a disipar las sospechas. “¿Qué fue lo que llevó a una persona a tomar la terrible decisión de quitarse la vida?” preguntaba en su página de Facebook, en una carta que se iba por las ramas. Kirchner advirtió que hay quienes intentan sacar partido del trágico atentado de hace 20 años y las tortuosas idas y venidas posteriores para “desviar, mentir, tapar y confundir” y a continuación planteó una serie de conjeturas que aparentemente pretendían ser perspicaces pero que sólo resultaban exóticas.
¿Quién, preguntaba, le había ordenado a Nisman interrumpir abruptamente las vacaciones familiares en París y dejar a su pequeña hija sola en el aeropuerto de Madrid? ¿Quién podía creer que alguien que tuviera tan grave denuncia contra la presidenta se fuera de vacaciones y de repente las interrumpiera “para presentar una denuncia de 350 fojas que evidentemente debía tener preparadas con anterioridad?”.

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