Mineirazo alemán
| Miércoles 09 julio, 2014
Mineirazo alemán
Los germanos le dan una paliza histórica a Brasil para avanzar a la final del Mundial
Brasil encajó el peor revés imaginable en su larga y dorada historia mundialista y en su propio país, ante un adversario como Alemania, superior, que no tuvo piedad del anfitrión, al que ganó por primera vez en partido oficial para arreglar todas las venganzas por saldar.
No llegará al templo futbolístico de Río de Janeiro el temido revés en un Mundial. Se quedó a un paso en el trayecto pero a una distancia sideral en lo futbolístico.
El convencimiento de que la energía, el empuje, la historia y la condición de local bastaban para lograr el éxito Mundial que se resiste desde el de Corea y Japón 2002 fue un error del que no quiso ser consciente Luiz Felipe Scolari. En cuanto encaró a un adversario con pedigrí se derrumbó.
Alemania, que disputará una final de un Mundial desde aquella de Asia en 2002, endosó cinco goles en media hora. Cuatro en siete minutos. En una primera parte plagada de eficacia. El fruto de un equipo trabajado desde 2008 que minimizó a un puñado de individualidades sin armazón.
Brasil se había encomendado a la baja de Neymar para acrecentar el aliento la presión sobre el rival. Sin Thiago Silva, sancionado, David Luiz encarnó el papel de líder. Antes y al inicio del partido. Hasta que a los once minutos Thomas Muller le dejó en evidencia para batir, desde la soledad del segundo palo, a Julio César en un córner botado por Toni Kroos.
No era nueva la situación para Brasil. Ya tuvo el marcador en contra en el choque inaugural ante Croacia. Pero nada se hace con pausa, con cabeza, en esta selección donde casi nadie ejerce de “jugón”. Donde futbolistas con talento como Oscar pierden el paso ante la ebullición que pretende imponer el ritmo de juego amarelho. Precipitado y avasallador.
Buscó la vía directa con prisa por tomar el camino más recto hacia Maracaná. Pero se estrelló contra el muro alemán, que empleó el mazo. Joachim Low sorprendió con la inclusión de Miroslav Klose. Retrasó algo a Muller y quitó del once a Mario Goetze. Una osadía ante la contención de su rival. Felipao tiró del centrocampista Bernard para sustituir a Neymar. Dante, como se esperaba, ocupó el lugar de Thiago Silva. En cualquier caso, la zaga quedó en evidencia.
En siete minutos el equipo de Low resumió el recital liderado por Kroos. Amplió la cuenta Klose, que recogió el rechace a su primer disparo desviado por Julio César; Kroos, que inició la jugada, anotó los dos siguientes en un abrir y cerrar de ojos. Khedira se sumó a la fiesta con el quinto.
Brasil estaba desbordado. Sin capacidad de reacción, la sangría pudo ser mayor antes del descanso, pero Alemania prefirió especular, darse un descanso y contemplar cómo su rival se ahogaba víctima de su propia angustia.
El segundo tiempo sobró y el partido se convirtió en un vaivén sin nada en juego. Entonces apareció Manuel Neuer para apagar las llamas. Sacó balones a Oscar, Ramires y Paulinho para desesperación local.
Cuando el furor local se apagó, de nuevo Alemania no perdonó. Tras un par de advertencias, Andre Schurrle, que entró por Klose, marcó a pase de Lahm.
En plena protesta local, incrédula ante similar sonrojo, el atacante del Chelsea descubrió su momento. Afeó aún más el panorama brasileño al marcar el sétimo, de un fuerte disparo a pase de Thomas Muller.
El partido fue eterno para Brasil, que encontró el honor gracias a su jugador de talento, Oscar, que finalizó un contraataque iniciado desde su portería por Julio César.
No supuso alivio alguno el gol. Su celebración representó la impotencia. La frustración. La imagen de un triste adiós y a las ilusiones de su Mundial. Alemania irá a Maracaná. Regresó a una final en la última oportunidad para dar brillo a una generación plagada de talento.
Belo Horizonte (Brasil)/EFE