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Mejorando la educación: el desafío del docente

Arturo Jofré arturojofre@gmail.com | Viernes 07 diciembre, 2007


El aula, real o virtual, es el epicentro donde se produce la magia de la educación. La interacción profesor-estudiante puede hacer de este proceso un éxito o una frustración. Cientos de miles de niños, jóvenes y adultos en nuestro país disfrutan o sufren este proceso día a día. El profesor sigue siendo el factor clave en el aula, si solo este factor mejora, la educación puede alcanzar logros impresionantes.

La universidad moderna nace en la Edad Media en torno a los grandes maestros. En Bolonia, los estudiantes llegaban en gran número desde distintos puntos de Europa a escuchar a los maestros más ilustres: Irnerio en derecho romano y Graciano en derecho canónico. Lo mismo ocurría en Salerno, puerto del sur de Italia, reconocida por sus médicos ilustres. La Escuela de Lyon fue famosa por Anselmo. El prestigio de la universidad se lo daba la sabiduría de sus profesores. En realidad, se seguían los pasos que había marcado la Antigua Grecia.

Por otra parte, los estudiantes viajaban largas distancias en Europa en búsqueda del conocimiento. Era la peregrinación hacia París, Bolonia, Salamanca. Estaban sujetos a asaltos, arriesgaban su vida con el único fin de buscar el saber.

La enseñanza es una comunión entre profesor y estudiante. El profesor establece reglas equitativas, expone su conocimiento, es un buscador incansable del saber, porque sabe que ese es su compromiso histórico. La autoridad de un profesor emerge de su conocimiento y de la forma en que lo transmite.

Es natural que el papel del profesor en la sociedad actual tienda a ser más complejo. Un cambio revolucionario ha permitido un gran desarrollo del conocimiento, a su vez los avances en la tecnología han democratizado el conocimiento.

Es tanto lo que hay que enseñar, que la tarea más importante del docente en estos tiempos no consiste en transmitir gran volumen de conocimiento, sino entusiasmar al alumno para que disfrute el saber, para que lo busque más allá del aula, más allá del profesor, más allá del término del curso lectivo. Ese es el desafío.

Hay profesores que se quejan de las carencias de sus estudiantes, lo que es un obstáculo para avanzar. El gran maestro y filósofo español, José Ortega y Gasset, nos enseñó que solo podemos trabajar con alumnos reales. El profesor que idealiza el tipo de estudiantes que desearía tener, termina enseñando en el vacío. Ese profesor se frustra y fomenta un clima de bajas expectativas. Cuando la realidad es complicada, significa simplemente que nuestro desafío es mayor. Esto no es fácil, pero sin vocación no hay profesor.

Si bien la masificación de la educación alteró la tipología griega y medieval del maestro, la revolución tecnológica vuelve a redefinir el papel del profesor, lo que nos inducirá a cambios radicales en la forma en que se llevará a cabo el proceso educativo. Esta nueva fase recién se inicia y, por el impacto que va a tener especialmente en la enseñanza media y superior, es un tema a tratar.

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