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“Me dijeron que no a diario, pero insistí”

Redacción La República redaccion@larepublica.net | Sábado 21 septiembre, 2013


Se necesita pasión para lograr un sueño, indicó Daniel Moreira, diseñador costarricense. Esteban Monge/La República


Daniel Moreira

“Me dijeron que no a diario, pero insistí”

Un joven ejemplo de éxito a punta de perseverancia

“Si uno se queda en el libro, de ahí no pasa”

Entre bocetos y metros de tela, Daniel construyó su taller al lado de la casa de sus padres en Alajuela, este joven diseñador de modas trabajó para Óscar de la Renta después de insistir en la puerta de su local en Nueva York por más de dos meses.
La pasión por cumplir sus sueños y negarse a recibir un no por respuesta, son la clave del éxito que hoy le permite diseñar para personalidades como la presidenta Laura Chinchilla.
Recuerda que fue en la escuela cuando empezó a hacer dibujos de mujeres con hermosos vestidos, lo que usó para distraerse en momentos en que le costaba hacer amigos.
Su ejemplo es una muestra de que las oportunidades son parte de la lucha, pero el trabajo y la constancia son los que permiten alcanzar una meta.

¿El arte lo ayudó a superar la soledad?
Sí, a los nueve años me costaba mucho hacer amigos, así que mi mamá me dijo que me quedara en el aula pintando, que es lo que le gustaba hacer y a través de eso iba a tener amigos, así fue como descubrí para qué era bueno.

¿Cuándo le dijo a su familia que su sueño era ser diseñador?
En el colegio les decía que iba a estudiar arquitectura, para evitar la molestia que les iba a causar, porque mi familia es muy conservadora, pero sabía que lo mío era el diseño de moda.

¿Cómo viajó a Estados Unidos?
Un primo de mi papá que vivía en Los Ángeles vino a visitarnos, nos contó que había una escuela de moda muy buena cerca de su casa, como me daba el hospedaje gratis, mis papás pudieron mandarme a estudiar.

¿Cómo encontró trabajo?
Tras terminar los estudios, en 2010 tenía tres meses para encontrar empleo, pero en Los Ángeles fui a muchas tiendas a pedir una oportunidad y me dijeron que no en todas, así que tuve que diseñar un plan.

¿De qué se trataba ese plan?
Los domingos salía a caminar por Melrose Place a ver las tiendas de diseñadores famosos, entre esas la de Óscar de la Renta, durante tres años visité esa tienda y todos me conocían, así que fui y compré la mejor tela e hice un vestido para ir a hablar con la encargada de la tienda y a pedir trabajo.

¿Y resultó su plan?
La encargada me dio un número de alguien en Nueva York y yo llamé a mi mamá para decirle que tenía trabajo, pero era mentira, llamé a una tía que vive ahí y le pedí posada, me monté en el tren a buscar la persona del número que me habían dado, pero me dijeron que para contrataciones se seguía un proceso, que no podía llegar ahí.

¿Qué hizo cuando le dijeron eso?
Seguí de necio y llegaba todos los días, caí en una depresión porque no tenía trabajo, estaba por cumplir la fecha límite del permiso laboral para conseguir empleo y no salía nada, mientras vivía en un sótano, la secretaria me dijo que no podía seguir llegando todos los días y que no volviera más.

¿Desistió de su plan?
Le dije, está bien pero antes de irme vea mi trabajo, porque llevaba mi portafolio, ella se quedó extrañada y llamó a un señor, yo no sabía quién era, salió Rafael Ilardo, director de Sample Room de Óscar de la Renta, me dijo que no podía recibirme, que volviera el lunes.

¿Qué le dijeron en esa reunión?
Vio mis cosas y me dijo: “empieza mañana”. Más de dos meses insistí, todos los días me iba con un sándwich a la oficina y me decían que no, entonces me iba a Central Park me lo comía y me devolvía a la casa, cuatro horas de viaje diarias.

¿Qué puesto le dieron?
Era el asistente número dos de Ricardo, me ponían a traer café y telas, pero no me importaba porque eso significaba que estaría cerca de Óscar de la Renta, con el tiempo el asistente número uno se fue y me ascendieron.

¿Qué aprendió de esa experiencia?
Mucho, pues aprendí de señoras que tenían como 80 años y aún cosían en sus talleres, estaba presente en las reuniones con Óscar de la Renta y escuchaba sus opiniones, comentarios, experiencias, aunque no podía hablar ni hacer nada por que mi jefe era un italiano gritón.

¿Cuando conoció a Óscar?
Una vez estaba haciendo el trabajo de mi jefe, un vestido para una persona muy reconocida y sentí una mano enorme en el hombro y era Óscar, me dijo: “está haciendo un buen trabajo, siga así”, supongo que a él le dio risa ver a alguien tan poco importante haciendo algo tan importante, trabajé un año con él.

¿Cómo fue la transición a Costa Rica?
Durante el primer año solo pude hacer un vestido, mi mamá le dijo a una amiga que yo volvía y una muchacha necesitaba un vestido. Ese primer año fue duro, pero el siguiente hice 35 diseños.

¿Sin el dinero para viajar habría renunciado a su sueño?
Jamás, porque hubiera estudiado aquí en las universidades que dan esa profesión y habría dado lo mejor de la misma manera.

¿Intentó entrar a una empresa?
No, desde que vine quise hacer lo que Óscar hizo, mi propia marca con mi nombre aunque fueran calzones o un par de medias.

Angie Calvo
acalvo@larepublica.net







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