¡Máximo esfuerzo!
| Jueves 27 agosto, 2009
¡Máximo esfuerzo!
Hágase esta pregunta y contéstela con absoluta honestidad: ¿Posee usted talentos, conocimientos y habilidades para hacer mejor las cosas en su equipo que como las está haciendo? Apuesto que respondió afirmativamente. Si así lo hizo, responda, con igual sinceridad, esta segunda pregunta: ¿Entonces por qué no lo está haciendo, por qué no está trabajando a su máximo nivel?
¡Interferencias! Sí, son ellas las que nos impiden desplegar el máximo de nuestras capacidades en beneficio del equipo. Y estas pueden ser razones, circunstancias y excusas. Es cierto, varias de ellas no dependen de nosotros, pero otras sí son nuestra responsabilidad y debemos tomar conciencia, decisión de rectificar y emprender acciones correctivas en forma inmediata.
Si no trabajamos al máximo de capacidades será difícil lograr nuestras máximas aspiraciones, a menos que estas sean de menor magnitud que lo que el talento podría permitirnos alcanzar. Pretender algo pequeño cuando tenemos con qué aspirar a algo más grande es una actitud limitada, pues, como señala John Mason: “La mediocridad es un lugar que limita al Norte con la falta de compromiso, al Sur con la indecisión, al Este con el pensamiento pasado, y al Oeste con la falta de visión”.
Máximo esfuerzo no significa entregar algo al equipo sino entregarnos a él a más del 100%. No se trata de aportar lo que nos sobra sino de luchar por alcanzar el nivel con que estamos dotados para darnos más a él. Trabajo en equipo es, esencialmente, responsabilidad individual; sin ella no es posible crecer. Cuando cada jugador hace pleno uso de sus aptitudes y actitudes, la sinergia funciona y uno más uno es mucho más que dos. Esto implica poseer una férrea disciplina personal para cumplir esa responsabilidad en todos los aspectos que contribuyen al éxito del equipo; menos que eso, equivale a anotar un gol a favor del rival.
A partir de esa responsabilidad se puede soñar en grande. Lo que sigue es que absolutamente todos revitalicen su contrato con alcanzar la meta compartida y con la decisión de entregar su máxima capacidad en bien del equipo. Así surgen la acción y el trabajo arduo, luego llegarán dos premios muy justos: la tranquilidad de conciencia y/o el resultado positivo.
Antes de disputar una final de campeonato mundial de fútbol, un entrenador expresó a los jugadores: “¡Estamos a minutos de enfrentar una gran batalla, este partido es como la vida, ganaremos si luchamos cada pelota, cada segundo y en cada milímetro cuadrado!”. ¿Estamos haciendo nosotros lo mismo en todos los ámbitos de nuestra vida? ¿Está usted dándose a su equipo con su máximo esfuerzo?
German Retana
German.retana@incae.edu
Hágase esta pregunta y contéstela con absoluta honestidad: ¿Posee usted talentos, conocimientos y habilidades para hacer mejor las cosas en su equipo que como las está haciendo? Apuesto que respondió afirmativamente. Si así lo hizo, responda, con igual sinceridad, esta segunda pregunta: ¿Entonces por qué no lo está haciendo, por qué no está trabajando a su máximo nivel?
¡Interferencias! Sí, son ellas las que nos impiden desplegar el máximo de nuestras capacidades en beneficio del equipo. Y estas pueden ser razones, circunstancias y excusas. Es cierto, varias de ellas no dependen de nosotros, pero otras sí son nuestra responsabilidad y debemos tomar conciencia, decisión de rectificar y emprender acciones correctivas en forma inmediata.
Si no trabajamos al máximo de capacidades será difícil lograr nuestras máximas aspiraciones, a menos que estas sean de menor magnitud que lo que el talento podría permitirnos alcanzar. Pretender algo pequeño cuando tenemos con qué aspirar a algo más grande es una actitud limitada, pues, como señala John Mason: “La mediocridad es un lugar que limita al Norte con la falta de compromiso, al Sur con la indecisión, al Este con el pensamiento pasado, y al Oeste con la falta de visión”.
Máximo esfuerzo no significa entregar algo al equipo sino entregarnos a él a más del 100%. No se trata de aportar lo que nos sobra sino de luchar por alcanzar el nivel con que estamos dotados para darnos más a él. Trabajo en equipo es, esencialmente, responsabilidad individual; sin ella no es posible crecer. Cuando cada jugador hace pleno uso de sus aptitudes y actitudes, la sinergia funciona y uno más uno es mucho más que dos. Esto implica poseer una férrea disciplina personal para cumplir esa responsabilidad en todos los aspectos que contribuyen al éxito del equipo; menos que eso, equivale a anotar un gol a favor del rival.
A partir de esa responsabilidad se puede soñar en grande. Lo que sigue es que absolutamente todos revitalicen su contrato con alcanzar la meta compartida y con la decisión de entregar su máxima capacidad en bien del equipo. Así surgen la acción y el trabajo arduo, luego llegarán dos premios muy justos: la tranquilidad de conciencia y/o el resultado positivo.
Antes de disputar una final de campeonato mundial de fútbol, un entrenador expresó a los jugadores: “¡Estamos a minutos de enfrentar una gran batalla, este partido es como la vida, ganaremos si luchamos cada pelota, cada segundo y en cada milímetro cuadrado!”. ¿Estamos haciendo nosotros lo mismo en todos los ámbitos de nuestra vida? ¿Está usted dándose a su equipo con su máximo esfuerzo?
German Retana
German.retana@incae.edu