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Jueves, 28 de marzo de 2024



EDITORIAL


Más que un estadio chino

Necesitamos la inversión extranjera para construir un país mejor y que eso se refleje en menos pobreza, menos desigualdad y mayores posibilidades de empleo y crecimiento

Redacción La República redaccion@larepublica.net | Martes 15 noviembre, 2011


Editorial


Se apostó a la apertura en este país y como resultado de ello hoy vemos nuevos procesos y actores dando impulso a la economía y cambiando de muchas formas la vida nacional. Hoy tenemos, por cierto en el nuevo Estadio Nacional, que la gente suele llamar el Estadio chino, un juego de nuestra selección de fútbol con la actual selección campeona del mundo, la española. Será sin duda un partido que mueva con mucha fuerza las emociones de los aficionados, más allá del gane y de las anotaciones.

Pero enfrentar esos procesos, a raíz de la apertura comercial, nos exige mucho. Tenemos que dar la talla en materia de educación y debemos ser bilingües o hablar varios idiomas. Debemos tomar conciencia de la importancia de acceder a las modernas tecnologías y al conocimiento que nos permita ser eficientes porque nuestros procesos productivos tendrán que acompasarse con los del resto de países desarrollados.

No podemos ceder a la tentación de compararnos con Centroamérica. Hacia donde debemos mirar es hacia las naciones que mejor han hecho las cosas y luego discernir qué es lo que nos conviene concretar a lo interno.

Hemos atraído a la inversión extranjera. No solo la selección de España viene a mostrarnos lo que sabe hacer, también llegan los inversionistas de ese país que aún con problemas en su economía tiene actores que moviéndose a nivel global no se afectan por ellos.

Pero necesitamos que esas y todas las otras inversiones que llegan sean solidarias con las necesidades de este país. Que sean inclusivas, no exclusivas. Necesitamos la inversión extranjera para construir juntos un país mejor y que eso se refleje en menos pobreza, menos desigualdad y mayores posibilidades de empleo y crecimiento.

La inversión extranjera que hemos sido capaces de atraer, a pesar de los problemas de infraestructura que arrastramos, a pesar de la lentitud que impone nuestra burocracia, debe ser motor para cambiar esas cifras de inequidad que tanto daño hacen a las poblaciones no solo de Costa Rica sino de toda Latinoamérica que hoy muestra cifras más altas que nunca en ese sentido.

Pero somos un pueblo que confía en el futuro. Seguimos adelante con fe en nuestras propias capacidades y creyendo en que es posible encontrar los mejores socios para construir la patria que queremos.










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