Más juventud con visión de mundo
| Martes 24 mayo, 2011
Más juventud con visión de mundo
El ingenio de la fracción liberacionista puesto en escena el 1º de mayo pasado, no es resultado de la casualidad y menos de la improvisación. Diversos argumentos se han dado para explicar esta inédita coyuntura política. Sin embargo, en muchas de ellas ha estado ausente el contexto mundial. Ciertamente, como apunta el sociólogo francés Alain Touraine en su libro “Un nuevo paradigma para comprender el mundo de hoy” (2005), la evolución de la política y las particularidades de los partidos no pueden desligarse del impacto global que tuvo el ataque del 11 de setiembre de 2001.
A partir de esa macabra fecha, el mundo se nos mostró profundamente diverso, convulso y amenazante. El miedo y el autoritarismo se convirtieron en los mecanismos del ejercicio de la política en prácticamente todo el planeta. De manera paralela, y como suele ocurrir en tiempos de crisis, también surgieron esperanzas y alternativas.
Múltiples movimientos de reivindicación afloraron, mientras las fronteras nacionales se desdibujan.
Las autopistas cibernéticas conectaron individuos, colectividades, naciones y regiones y surgieron entonces sentimientos de identificación inimaginables.
La transformación de los partidos políticos tampoco podía esperar. Los partidos democráticos, progresistas, la izquierda y la derecha, se vieron obligados a repensarse ante las presiones populares y el aumento del abstencionismo.
La incapacidad de resolver la creciente pobreza, la inseguridad, la desigualdad y la falta de oportunidades, especialmente para la juventud, crearon condiciones para alianzas no sospechadas en el siglo pasado.
La participación de la juventud y las mujeres ha sido clave en este proceso de recomposición de los partidos y de reorientación de la forma de hacer política para superar el patriarcalismo, el clasismo, la gerontocracia, la discriminación y la exclusión.
La Alianza por Costa Rica es, en cierta forma, resultado del agotamiento de la tradicional forma de hacer política. El Partido Liberación Nacional, indiferente y arrogante ante expresiones políticas diversas, cae en profundas contradicciones: descalifica a los que en algún momento fueron sus aliados políticos, deslegitima a la juventud por su inexperiencia, instrumentaliza a las mujeres, utiliza el sentimiento religioso para justificar su codicia y recurre a una falsificación de la ética y el civilismo para pretender vestir de racionalidad su afrenta contra la institucionalidad.
Eso lo han entendido bien las juventudes contemporáneas. Por eso necesitamos la participación de la juventud con visión de mundo, universal, capaz de comprender que el Planeta es uno y es nuestra casa, y que la supervivencia de todos y todas no depende de las mañas políticas de gatos provincianos, sino de diálogos y acuerdos que nos permitan vivir mejor y en democracia.
Elizabeth Fonseca Corrales, presidenta
Margarita Bolaños Arquín, secretaria general
Partido Acción Ciudadana
El ingenio de la fracción liberacionista puesto en escena el 1º de mayo pasado, no es resultado de la casualidad y menos de la improvisación. Diversos argumentos se han dado para explicar esta inédita coyuntura política. Sin embargo, en muchas de ellas ha estado ausente el contexto mundial. Ciertamente, como apunta el sociólogo francés Alain Touraine en su libro “Un nuevo paradigma para comprender el mundo de hoy” (2005), la evolución de la política y las particularidades de los partidos no pueden desligarse del impacto global que tuvo el ataque del 11 de setiembre de 2001.
A partir de esa macabra fecha, el mundo se nos mostró profundamente diverso, convulso y amenazante. El miedo y el autoritarismo se convirtieron en los mecanismos del ejercicio de la política en prácticamente todo el planeta. De manera paralela, y como suele ocurrir en tiempos de crisis, también surgieron esperanzas y alternativas.
Múltiples movimientos de reivindicación afloraron, mientras las fronteras nacionales se desdibujan.
Las autopistas cibernéticas conectaron individuos, colectividades, naciones y regiones y surgieron entonces sentimientos de identificación inimaginables.
La transformación de los partidos políticos tampoco podía esperar. Los partidos democráticos, progresistas, la izquierda y la derecha, se vieron obligados a repensarse ante las presiones populares y el aumento del abstencionismo.
La incapacidad de resolver la creciente pobreza, la inseguridad, la desigualdad y la falta de oportunidades, especialmente para la juventud, crearon condiciones para alianzas no sospechadas en el siglo pasado.
La participación de la juventud y las mujeres ha sido clave en este proceso de recomposición de los partidos y de reorientación de la forma de hacer política para superar el patriarcalismo, el clasismo, la gerontocracia, la discriminación y la exclusión.
La Alianza por Costa Rica es, en cierta forma, resultado del agotamiento de la tradicional forma de hacer política. El Partido Liberación Nacional, indiferente y arrogante ante expresiones políticas diversas, cae en profundas contradicciones: descalifica a los que en algún momento fueron sus aliados políticos, deslegitima a la juventud por su inexperiencia, instrumentaliza a las mujeres, utiliza el sentimiento religioso para justificar su codicia y recurre a una falsificación de la ética y el civilismo para pretender vestir de racionalidad su afrenta contra la institucionalidad.
Eso lo han entendido bien las juventudes contemporáneas. Por eso necesitamos la participación de la juventud con visión de mundo, universal, capaz de comprender que el Planeta es uno y es nuestra casa, y que la supervivencia de todos y todas no depende de las mañas políticas de gatos provincianos, sino de diálogos y acuerdos que nos permitan vivir mejor y en democracia.
Elizabeth Fonseca Corrales, presidenta
Margarita Bolaños Arquín, secretaria general
Partido Acción Ciudadana