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Más allá de las carnes rojas y procesadas en estas fiestas

| Miércoles 30 diciembre, 2015


Más allá de las carnes rojas y procesadas en estas fiestas

Hace un tiempo leía en los medios de comunicación que, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, el consumo excesivo de carnes procesadas aumenta el riesgo de tener cáncer. La noticia tuvo un alto impacto en la población.
Sin embargo, las recomendaciones para limitar el consumo de estas carnes ya estaban incluidas en diferentes guías alimentarias porque los fiambres, las salchichas y otros embutidos suelen tener mucha sal, de modo que la población ya sospechaba que ingerir estos alimentos a diario podía ser nocivo.
En estas fechas en las que consumimos tantos alimentos como carnes, grasas y dulces, me gustaría mencionar otros componentes nocivos que han pasado a lo largo de la historia más “inadvertidos”. Es el caso de las grasas trans artificiales, incluidas en las primeras margarinas vegetales y muchos productos industrializados, que hasta no hace mucho tiempo se suponían más saludables que las grasas saturadas. Afortunadamente la OMS también identificó la remoción de ácidos grasos trans de los alimentos como una prioridad en salud pública, y en 2014, Argentina se convirtió en el cuarto país en el mundo en poner en funcionamiento una medida de esta naturaleza (los otros tres son Suiza, Islandia y Dinamarca).

Los pasos para lograrlo

Desde hace más de una década comenzamos a tener información acerca de que las grasas trans eran perjudiciales para nuestro organismo. Lo que no se conocía era qué pasaría cuando la restricción estuviera en vigencia. ¿Qué beneficios sanitarios y económicos tendría que Argentina sea “libre de grasas trans”? Un equipo de profesionales del Instituto de Efectividad Clínica y Sanitaria (IECS), bajo la dirección del Dr. Adolfo Rubinstein, nos propusimos responder esa pregunta.
El estudio permitió estimar que eliminar las grasas trans evitaría anualmente hasta 1.500 muertes asociadas a enfermedad coronaria, 2.880 infartos agudos de miocardio y más de 1.000 anginas inestables, totalizando más de 5 mil eventos coronarios agudos. Inclusive, en poblaciones de nivel socioeconómico más bajo, donde el consumo de grasas trans es mayor, este efecto podría ser aún más grande. El trabajo calculó que esto se traduciría en un ahorro anual para el sistema de salud argentino (público, privado y obras sociales) que puede llegar hasta $100 millones asociados al tratamiento y seguimiento de estos casos.
Para medir el impacto sanitario, antes de que se pusiera en vigencia la nueva normativa alimentaria, se estimó cuánto se consumía de aceite vegetal parcialmente hidrogenado (el principal ingrediente de los productos alimenticios que contenían las grasas trans). Luego se consultó a expertos del mercado alimenticio y se analizó a qué sustitutos (otras grasas y aceites) recurriría la industria cuando se elimine el aceite vegetal parcialmente hidrogenado. Entonces se estimó el efecto clínico de dicha sustitución y se calculó cuánto se reducirá la enfermedad coronaria y cuánto dinero se ahorra el sistema de salud con este cambio en la política alimentaria.
Todas estas estimaciones se aplicaron a una muestra poblacional de 4 mil adultos pertenecientes a un estudio de Argentina, donde se estimó su riesgo cardiovascular antes y después de la implementación de las regulaciones impuestas por el Ministerio de Salud, calibrándose los datos de incidencia con las estadísticas nacionales de mortalidad y letalidad de la enfermedad coronaria.
Finalmente, se realizó una convocatoria a paneles de expertos (académicos, epidemiólogos, nutricionistas, bioquímicos, ingenieros industriales, cardiólogos, funcionarios del Ministerio de Salud, economistas, etc.) para consensuar ciertos datos.
Así fue como se concluyó que la eliminación de las grasas trans permitiría que se eviten más de 5 mil eventos coronarios agudos, una cifra verdaderamente significativa si consideramos que en Argentina se registran casi 100 mil eventos coronarios anuales (casi cinco episodios cada 1.000 personas adultas por año, una frecuencia alta en comparación con otras naciones).

Lic. Natalia Elorriaga
Nutricionista






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