¿Más afeminados por la recesión?
| Jueves 02 julio, 2009
¿Más afeminados por la recesión?
Una pregunta surge con cada vez más frecuencia en las calles de Tokio: ¿Hombre o mujer?
No es una exageración señalar que muchos mozos japoneses han cobrado un aspecto un poco afeminado. El fenómeno es una obsesión en los programas de entrevistas de la televisión, y podría tener aún más consecuencias en la mayor economía de Asia de lo que muchos suponen, pocas de ellas favorables.
La comentarista social Maki Fukasawa acuñó en el 2006 la palabra “herbívoros” para describir a los hombres que comen hierba. No se pretende con ello insultar a los vegetarianos, sino explicar una subcultura creciente de varones heterosexuales de entre 20 y 30 años de edad que se hallan menos interesados en una carrera que sus padres asalariados y que sienten ambivalencia respecto a las relaciones sexuales y el matrimonio.
Si usted piensa que este despacho debiera aparecer en las páginas de moda en vez de las de negocios, se equivoca. La feminización de las filas de los samuráis empresariales del mañana guarda relación directa con dos de los principales problemas económicos de Japón: una tasa de natalidad menguante y un consumo escaso.
Hasta dos tercios de los varones japoneses entre los 20 y los 34 años se clasificarían, siquiera en parte, como hombres herbívoros, según Megumi Ushikubo, autora del libro superventas “Los hombres herbívoros finos están cambiando el Japón”.
Y, argumenta, su comportamiento difiere mucho de los estereotipos sobre los incansables trabajadores japoneses del siglo pasado.
En vez de unirse a una compañía de por vida, tomar mucho con colegas y perseguir mujeres, a los herbívoros les importan menos el trabajo y las citas que la ropa y los cosméticos.
A menudo van de compras con las madres, se ponen horquillas en el pelo y orinan sentados al inodoro. Wishroom, una compañía de Tokio, vende sostenes de pecho para hombres, algunos de ellos trabajadores asalariados de mediana edad.
Se ha puesto de moda filosofar sobre la abundancia de hombres heterosexuales afeminados a quienes interesa más su apariencia que tener hijos. Observadores dicen que es una rebelión contra las vidas que los padres de esos jóvenes llevaron y la desilusión de criarse en el Japón posterior a la burbuja económica. Es también una respuesta al surgimiento de una población femenina cada vez más segura de sí misma.
Tokio
Bloomberg
Una pregunta surge con cada vez más frecuencia en las calles de Tokio: ¿Hombre o mujer?
No es una exageración señalar que muchos mozos japoneses han cobrado un aspecto un poco afeminado. El fenómeno es una obsesión en los programas de entrevistas de la televisión, y podría tener aún más consecuencias en la mayor economía de Asia de lo que muchos suponen, pocas de ellas favorables.
La comentarista social Maki Fukasawa acuñó en el 2006 la palabra “herbívoros” para describir a los hombres que comen hierba. No se pretende con ello insultar a los vegetarianos, sino explicar una subcultura creciente de varones heterosexuales de entre 20 y 30 años de edad que se hallan menos interesados en una carrera que sus padres asalariados y que sienten ambivalencia respecto a las relaciones sexuales y el matrimonio.
Si usted piensa que este despacho debiera aparecer en las páginas de moda en vez de las de negocios, se equivoca. La feminización de las filas de los samuráis empresariales del mañana guarda relación directa con dos de los principales problemas económicos de Japón: una tasa de natalidad menguante y un consumo escaso.
Hasta dos tercios de los varones japoneses entre los 20 y los 34 años se clasificarían, siquiera en parte, como hombres herbívoros, según Megumi Ushikubo, autora del libro superventas “Los hombres herbívoros finos están cambiando el Japón”.
Y, argumenta, su comportamiento difiere mucho de los estereotipos sobre los incansables trabajadores japoneses del siglo pasado.
En vez de unirse a una compañía de por vida, tomar mucho con colegas y perseguir mujeres, a los herbívoros les importan menos el trabajo y las citas que la ropa y los cosméticos.
A menudo van de compras con las madres, se ponen horquillas en el pelo y orinan sentados al inodoro. Wishroom, una compañía de Tokio, vende sostenes de pecho para hombres, algunos de ellos trabajadores asalariados de mediana edad.
Se ha puesto de moda filosofar sobre la abundancia de hombres heterosexuales afeminados a quienes interesa más su apariencia que tener hijos. Observadores dicen que es una rebelión contra las vidas que los padres de esos jóvenes llevaron y la desilusión de criarse en el Japón posterior a la burbuja económica. Es también una respuesta al surgimiento de una población femenina cada vez más segura de sí misma.
Tokio
Bloomberg