Mario Echandi: patriota y político insigne
| Viernes 05 agosto, 2011
Mario Echandi: patriota y político insigne
Corrían los años cincuenta del siglo pasado, y en el Congreso de la República un joven diputado hacía vibrar con su verbo las paredes del viejo edificio, a la sazón ubicado donde hoy está la sede del Banco Central. Más de una vez, desde las barras del público, disfruté de esa oratoria y me identifiqué con la gestión de ese parlamentario, que siendo diputado único, tenía arrestos suficientes para poner en jaque a la Administración Figueres Ferrer.
Como muchos costarricenses, la labor parlamentaria de Mario Echandi, su carácter aguerrido, me convencieron para trabajar como dirigente estudiantil por él en las elecciones de 1958, que lo hicieron Presidente de la República para el cuatrienio 58-62, y también me estimularon, junto a la obra social del Dr. Calderón Guardia para incursionar en la vida política nacional.
Las ejecutorias de su Gobierno han sido bastante divulgadas en estos días, cuando la patria y el país le rindieron merecidos honores con ocasión de su deceso, pero ninguna obra material es comparable al gran logro que significó unificar a la familia costarricense.
Mario Echandi hizo de su mandato toda una cruzada porque la fraternidad, la paz, retornaran al país y a los hogares, desgarrados por los eventos armados de 1948. Por su decisión expresa, del exilio retornaron distinguidos compatriotas, entre ellos el Dr. Rafael Ángel Calderón Guardia, para quien don Mario guardaba particular afecto y respeto.
Cuando el Dr. murió en 1970, con generosidad patriótica don Mario entregó su banda presidencial, para cubrir el féretro del recordado exmandatario. Gesto que fue respondido al mismo nivel, veinte años después, el 8 de mayo de 1990, cuando Rafael Ángel Calderón Fournier se convirtió en Presidente de la República. Su primer acto como mandatario fue dirigirse a la casa de don Mario para entregarle su propia banda presidencial, recibida minutos antes en el Estadio Nacional.
En lo personal, tuve una gran satisfacción durante mi última gestión como legislador apoyando la iniciativa de mi compañera diputada de entonces, Lilliana Salas, para declarar a don Mario Echandi Benemérito de la Patria. Consideré entonces un honor y una distinción dirigirme al sitio donde yo sabía que estaba don Mario para comunicarle personalmente la decisión histórica adoptada por la Asamblea. Visiblemente emocionado me dijo: “Imagínese, Rolando, Benemérito de la Patria, como mi papa”.
Y es que don Mario siempre tuvo presente a lo largo de su vida la memoria de su padre, hombre probo, patriota insigne. Él logró conseguir un permiso especial por parte de la Junta de Protección Social para ingresar al cementerio todos los 31 de diciembre, a las 12 de la noche, y recibir el año nuevo junto a su padre y su madre, y así lo hizo a lo largo de mucho tiempo.
Nuestro país enfrenta hoy retos históricos de cara a generar desarrollo y una justa distribución de la riqueza. Hace falta definir derroteros y construir los consensos necesarios para avanzar como nación y como pueblo. Hace falta consultar la obra de don Mario, su inteligencia para pacificar y unir a la familia costarricense y su disposición para impulsar obras e instituciones que todavía hoy en día, 50 años después de concluido su mandato, siguen generándole beneficios al país.
Mario Echandi fue un presidente que tuvo que ejercer su mandato con una oposición mayoritaria en la Asamblea Legislativa, pero don Mario negoció con patriotismo, inteligencia y amor a Costa Rica, con esa fracción liberacionista, con la que discrepó en muchas ocasiones, pero coincidió en otras, por su amor a Costa Rica.
Que el ejemplo de don Mario nos sirva de guía en estos difíciles momentos.
Rolando Laclé Castro
exdiputado
Corrían los años cincuenta del siglo pasado, y en el Congreso de la República un joven diputado hacía vibrar con su verbo las paredes del viejo edificio, a la sazón ubicado donde hoy está la sede del Banco Central. Más de una vez, desde las barras del público, disfruté de esa oratoria y me identifiqué con la gestión de ese parlamentario, que siendo diputado único, tenía arrestos suficientes para poner en jaque a la Administración Figueres Ferrer.
Como muchos costarricenses, la labor parlamentaria de Mario Echandi, su carácter aguerrido, me convencieron para trabajar como dirigente estudiantil por él en las elecciones de 1958, que lo hicieron Presidente de la República para el cuatrienio 58-62, y también me estimularon, junto a la obra social del Dr. Calderón Guardia para incursionar en la vida política nacional.
Las ejecutorias de su Gobierno han sido bastante divulgadas en estos días, cuando la patria y el país le rindieron merecidos honores con ocasión de su deceso, pero ninguna obra material es comparable al gran logro que significó unificar a la familia costarricense.
Mario Echandi hizo de su mandato toda una cruzada porque la fraternidad, la paz, retornaran al país y a los hogares, desgarrados por los eventos armados de 1948. Por su decisión expresa, del exilio retornaron distinguidos compatriotas, entre ellos el Dr. Rafael Ángel Calderón Guardia, para quien don Mario guardaba particular afecto y respeto.
Cuando el Dr. murió en 1970, con generosidad patriótica don Mario entregó su banda presidencial, para cubrir el féretro del recordado exmandatario. Gesto que fue respondido al mismo nivel, veinte años después, el 8 de mayo de 1990, cuando Rafael Ángel Calderón Fournier se convirtió en Presidente de la República. Su primer acto como mandatario fue dirigirse a la casa de don Mario para entregarle su propia banda presidencial, recibida minutos antes en el Estadio Nacional.
En lo personal, tuve una gran satisfacción durante mi última gestión como legislador apoyando la iniciativa de mi compañera diputada de entonces, Lilliana Salas, para declarar a don Mario Echandi Benemérito de la Patria. Consideré entonces un honor y una distinción dirigirme al sitio donde yo sabía que estaba don Mario para comunicarle personalmente la decisión histórica adoptada por la Asamblea. Visiblemente emocionado me dijo: “Imagínese, Rolando, Benemérito de la Patria, como mi papa”.
Y es que don Mario siempre tuvo presente a lo largo de su vida la memoria de su padre, hombre probo, patriota insigne. Él logró conseguir un permiso especial por parte de la Junta de Protección Social para ingresar al cementerio todos los 31 de diciembre, a las 12 de la noche, y recibir el año nuevo junto a su padre y su madre, y así lo hizo a lo largo de mucho tiempo.
Nuestro país enfrenta hoy retos históricos de cara a generar desarrollo y una justa distribución de la riqueza. Hace falta definir derroteros y construir los consensos necesarios para avanzar como nación y como pueblo. Hace falta consultar la obra de don Mario, su inteligencia para pacificar y unir a la familia costarricense y su disposición para impulsar obras e instituciones que todavía hoy en día, 50 años después de concluido su mandato, siguen generándole beneficios al país.
Mario Echandi fue un presidente que tuvo que ejercer su mandato con una oposición mayoritaria en la Asamblea Legislativa, pero don Mario negoció con patriotismo, inteligencia y amor a Costa Rica, con esa fracción liberacionista, con la que discrepó en muchas ocasiones, pero coincidió en otras, por su amor a Costa Rica.
Que el ejemplo de don Mario nos sirva de guía en estos difíciles momentos.
Rolando Laclé Castro
exdiputado