Marea humana cruza de Gaza a Egipto
| Jueves 24 enero, 2008
Marea humana cruza de Gaza a Egipto
Militantes de Hamás derribaron la valla divisoria entre ambos territorios
Gaza
EFE
La olla a presión de una Gaza cercada por los cuatro costados estalló ayer cuando cientos de miles de sus habitantes cruzaron a Egipto después de que activistas del movimiento islámico Hamás derribasen con dinamita y excavadoras la valla fronteriza.
El éxodo masivo causó alarma en Egipto pero la mayoría de las personas que atravesaron la línea divisoria quería tan sólo comprar comida, combustible, tabaco y otros bienes escasos en la franja tras siete meses de bloqueo.
Según pudo comprobar Efe en el paso fronterizo de Rafah, algunos regresaban con cabras, ovejas y televisores para revenderlos mucho más caros en Gaza, donde Israel sólo ha dejado entrar seis tipos de alimentos básicos desde que Hamás expulsó en junio a las fuerzas leales al presidente palestino, Mahmud Abás.
“Tengo una tienda en Jan Yunis (sur de Gaza), pero se me ha agotado la mayoría de productos, así que vengo a comprar lo que me falta”, explicaba Hamdan, mientras cargaba con sus dos hijos varias cajas de detergente.
Mufida Abu Zarqa, de 52 años, se disponía a cruzar la maltrecha cerca para visitar en Egipto a su hermana enferma “y, ya de paso, comprar algunas cosas que nos faltan tras siete meses de bloqueo, como comida, combustible o cigarrillos”.
“No tenemos elección”, se disculpaba Suleimán Abdulá, de 24 años, “estamos viviendo una muerte lenta”.
Entre 350 mil y 400 mil palestinos —un cuarto de la población de la franja— han optado por huir, aunque sea por unas horas, de esta “muerte lenta”, según estimaciones de testigos y fuentes de Naciones Unidas.
La carretera entre la ciudad de Gaza, al norte de la franja, y Rafah está ocupada desde hace horas por cientos de camiones, autobuses y coches atestados de gente.
“Es el resultado natural del estrangulamiento y el bloqueo impuesto a los civiles palestinos en Gaza”, dijo el portavoz de Hamás, Sami Abu Zuhri.
El día anterior, sesenta personas habían resultado heridas en el puesto fronterizo al cargar la policía egipcia contra mujeres y niños que pedían la apertura de Rafah ante el bloqueo que Israel ejerce en los otros cinco pasos entre la franja y el exterior.
Poco queda ya en pie de la valla fronteriza, después de que la pasada madrugada, militantes islamistas abrieran 15 boquetes con explosivos y, por la mañana, echaran abajo con excavadoras la mayor parte de la cerca.
Por orden del presidente de Egipto, Hosni Mubarak, las fuerzas de seguridad egipcias se limitaron a ver pasar la multitud, mientras los activistas de Hamás se hacían con el control de la situación y organizaban una fila de entrada y otra de salida.
Los militantes del movimiento islamista inspeccionaron incluso las bolsas de quienes regresaban a la franja y confiscaron siete pistolas que trató de introducir un hombre, según medios locales.
El Ministerio israelí de Exteriores recordó en un escueto comunicado a Egipto su “responsabilidad de asegurar el correcto funcionamiento” de su frontera con Gaza, a tenor de los acuerdos firmados en 2005 tras retirar a sus colonos y soldados de la franja. Estos pactos obligan a Egipto a controlar las infiltraciones y el contrabando de armas hacia Gaza desde su suelo a través de túneles subterráneos y dejan en manos de un cuerpo de inspectores de la Unión Europea (UE) la supervisión del paso de Rafah, cerrado desde el pasado junio.
En declaraciones a la prensa de su país, altos mandos militares israelíes calificaron la ausencia de valla fronteriza de “riesgo de primera categoría para la seguridad de Israel” por la potencial entrada de terroristas y explosivos.
Fuentes de Hamás calculan que se permitirá a los palestinos cruzar la frontera al menos durante las próximas veinticuatro horas, antes de restablecer el orden en la zona.
El dirigente de facto en Gaza, el islamista Ismail Haniye, ha aprovechado la marea humana para pedir a Egipto y al movimiento nacionalista Al Fatah, que lidera Mahmud Abás, a alcanzar un nuevo acuerdo sobre la gestión de las fronteras de Gaza.
De momento, Abás se ha limitado a acusar a los islamistas de haber creado la crisis al abrir las primeras grietas en la valla.
Pese al caos, las operaciones del Ejército israelí continuaron en el resto de Gaza, con la muerte de un agricultor en el norte de la franja y la de un miliciano de Hamás durante un tiroteo con soldados, en el sur.
Militantes de Hamás derribaron la valla divisoria entre ambos territorios
Gaza
EFE
La olla a presión de una Gaza cercada por los cuatro costados estalló ayer cuando cientos de miles de sus habitantes cruzaron a Egipto después de que activistas del movimiento islámico Hamás derribasen con dinamita y excavadoras la valla fronteriza.
El éxodo masivo causó alarma en Egipto pero la mayoría de las personas que atravesaron la línea divisoria quería tan sólo comprar comida, combustible, tabaco y otros bienes escasos en la franja tras siete meses de bloqueo.
Según pudo comprobar Efe en el paso fronterizo de Rafah, algunos regresaban con cabras, ovejas y televisores para revenderlos mucho más caros en Gaza, donde Israel sólo ha dejado entrar seis tipos de alimentos básicos desde que Hamás expulsó en junio a las fuerzas leales al presidente palestino, Mahmud Abás.
“Tengo una tienda en Jan Yunis (sur de Gaza), pero se me ha agotado la mayoría de productos, así que vengo a comprar lo que me falta”, explicaba Hamdan, mientras cargaba con sus dos hijos varias cajas de detergente.
Mufida Abu Zarqa, de 52 años, se disponía a cruzar la maltrecha cerca para visitar en Egipto a su hermana enferma “y, ya de paso, comprar algunas cosas que nos faltan tras siete meses de bloqueo, como comida, combustible o cigarrillos”.
“No tenemos elección”, se disculpaba Suleimán Abdulá, de 24 años, “estamos viviendo una muerte lenta”.
Entre 350 mil y 400 mil palestinos —un cuarto de la población de la franja— han optado por huir, aunque sea por unas horas, de esta “muerte lenta”, según estimaciones de testigos y fuentes de Naciones Unidas.
La carretera entre la ciudad de Gaza, al norte de la franja, y Rafah está ocupada desde hace horas por cientos de camiones, autobuses y coches atestados de gente.
“Es el resultado natural del estrangulamiento y el bloqueo impuesto a los civiles palestinos en Gaza”, dijo el portavoz de Hamás, Sami Abu Zuhri.
El día anterior, sesenta personas habían resultado heridas en el puesto fronterizo al cargar la policía egipcia contra mujeres y niños que pedían la apertura de Rafah ante el bloqueo que Israel ejerce en los otros cinco pasos entre la franja y el exterior.
Poco queda ya en pie de la valla fronteriza, después de que la pasada madrugada, militantes islamistas abrieran 15 boquetes con explosivos y, por la mañana, echaran abajo con excavadoras la mayor parte de la cerca.
Por orden del presidente de Egipto, Hosni Mubarak, las fuerzas de seguridad egipcias se limitaron a ver pasar la multitud, mientras los activistas de Hamás se hacían con el control de la situación y organizaban una fila de entrada y otra de salida.
Los militantes del movimiento islamista inspeccionaron incluso las bolsas de quienes regresaban a la franja y confiscaron siete pistolas que trató de introducir un hombre, según medios locales.
El Ministerio israelí de Exteriores recordó en un escueto comunicado a Egipto su “responsabilidad de asegurar el correcto funcionamiento” de su frontera con Gaza, a tenor de los acuerdos firmados en 2005 tras retirar a sus colonos y soldados de la franja. Estos pactos obligan a Egipto a controlar las infiltraciones y el contrabando de armas hacia Gaza desde su suelo a través de túneles subterráneos y dejan en manos de un cuerpo de inspectores de la Unión Europea (UE) la supervisión del paso de Rafah, cerrado desde el pasado junio.
En declaraciones a la prensa de su país, altos mandos militares israelíes calificaron la ausencia de valla fronteriza de “riesgo de primera categoría para la seguridad de Israel” por la potencial entrada de terroristas y explosivos.
Fuentes de Hamás calculan que se permitirá a los palestinos cruzar la frontera al menos durante las próximas veinticuatro horas, antes de restablecer el orden en la zona.
El dirigente de facto en Gaza, el islamista Ismail Haniye, ha aprovechado la marea humana para pedir a Egipto y al movimiento nacionalista Al Fatah, que lidera Mahmud Abás, a alcanzar un nuevo acuerdo sobre la gestión de las fronteras de Gaza.
De momento, Abás se ha limitado a acusar a los islamistas de haber creado la crisis al abrir las primeras grietas en la valla.
Pese al caos, las operaciones del Ejército israelí continuaron en el resto de Gaza, con la muerte de un agricultor en el norte de la franja y la de un miliciano de Hamás durante un tiroteo con soldados, en el sur.