Los retos de la Alianza
| Sábado 27 agosto, 2011
Los retos de la Alianza
La conquista del directorio legislativo por parte de las fracciones de oposición, el pasado 2 de mayo, constituyó un hecho de trascendencia histórica, cuya significación se ha venido consolidando con el correr de los días.
Han pasado más de tres meses desde entonces y no se cumplieron los catastróficos augurios divulgados desde la Presidencia de la República y la bancada oficial. El parlamento está cumpliendo con sus responsabilidades, no hay conflicto entre Poderes, se están tramitando las iniciativas del Ejecutivo en tiempo y hasta con generosidad.
Para quienes suelen analizar la labor parlamentaria fundamentalmente a través de la aprobación de leyes, los números en este periodo legislativo comandado por la oposición son harto elocuentes, y superan sustancialmente lo logrado por el directorio liberacionista de hace un año. Además, no hemos descuidado nuestras responsabilidades de “control político”, y la muestra más cabal de ello fue el rechazo a la liquidación de presupuesto 2010, realizada este 22 de agosto, como expresión de responsabilidad, firmeza y transparencia por parte de la oposición, dada las graves falencias e irresponsabilidades cometidas en la ejecución del Presupuesto Nacional de la República 2010.
Si relevantes son los logros, de mayor trascendencia ha sido el impacto y la gran simpatía que ese triunfo de la oposición ha tenido en amplios sectores de la población, tal y como lo han recogido diversas encuestas de opinión. Se han despertado ilusiones en muchos compatriotas que con esperanza lanzan su mirada hacia febrero de 2014.
Este sentimiento que se multiplica por el territorio nacional, aumenta las responsabilidades de quienes nos ha correspondido conducir este movimiento unitario que, con sobradas razones, lleva por nombre Alianza por Costa Rica.
Hay que entender que en esta Alianza coincidimos fuerzas políticas diferentes, en algunos temas antagónicas que, en medio de esas diferencias, levantamos propósitos comunes, para darle un giro necesario a la marcha del parlamento, lo que ya estamos logrando con éxito.
Consolidar una alianza política como la que estamos impulsando es todo un proceso, que se construye todos los días, con avances y retrocesos, y en donde lo fundamental es no perder la perspectiva para continuar avanzando.
Eso significa privilegiar la coincidencia por encima de las diferencias o los antagonismos, elevar la calidad de los temas en debate y estructurar agendas compartidas que comprometan nuestra acción política y nuestros votos, en un proceso en el que ninguna fracción pierde su individualidad política e ideológica, y cada quien es absolutamente responsable de sus actos presentes y pasados.
Es importante también no perder de vista que además de las dificultades propias del proceso que impulsamos, el Poder Ejecutivo y su bancada, trabajan permanentemente por horadar esta alianza política, buscan desprestigiarla ante la ciudadanía, valiéndose de cuanto recurso tengan a mano.
El revanchismo, la mala digestión por la pérdida del directorio, no les permiten analizar con inteligencia las nuevas circunstancias y aprovechar la generosidad de una oposición gobernante en el parlamento.
En poco más de tres meses, la Alianza por Costa Rica demuestra cotidianamente la validez de su existencia y continúa forjando ilusiones en quienes anhelan un cambio importante para nuestro país, fundado en la equidad, la solidaridad y la justicia social.
A nivel parlamentario, tenemos que mejorar sustancialmente la presencia de la Alianza, nuestros espacios de encuentro y los mecanismos de coordinación. Simultáneamente, es un imperativo y una responsabilidad histórica insoslayable que empecemos a hablar y actuar planificadamente de cara a las elecciones nacionales de febrero de 2014.
Hay hechos y un sentimiento generalizado entre la población de que el país no anda bien, lo que aumenta las expectativas de mucha gente hacia la Alianza. Es nuestra obligación, actuar en consecuencia, y no defraudar.
Luis Fishman
Jefe de fracción, PUSC
La conquista del directorio legislativo por parte de las fracciones de oposición, el pasado 2 de mayo, constituyó un hecho de trascendencia histórica, cuya significación se ha venido consolidando con el correr de los días.
Han pasado más de tres meses desde entonces y no se cumplieron los catastróficos augurios divulgados desde la Presidencia de la República y la bancada oficial. El parlamento está cumpliendo con sus responsabilidades, no hay conflicto entre Poderes, se están tramitando las iniciativas del Ejecutivo en tiempo y hasta con generosidad.
Para quienes suelen analizar la labor parlamentaria fundamentalmente a través de la aprobación de leyes, los números en este periodo legislativo comandado por la oposición son harto elocuentes, y superan sustancialmente lo logrado por el directorio liberacionista de hace un año. Además, no hemos descuidado nuestras responsabilidades de “control político”, y la muestra más cabal de ello fue el rechazo a la liquidación de presupuesto 2010, realizada este 22 de agosto, como expresión de responsabilidad, firmeza y transparencia por parte de la oposición, dada las graves falencias e irresponsabilidades cometidas en la ejecución del Presupuesto Nacional de la República 2010.
Si relevantes son los logros, de mayor trascendencia ha sido el impacto y la gran simpatía que ese triunfo de la oposición ha tenido en amplios sectores de la población, tal y como lo han recogido diversas encuestas de opinión. Se han despertado ilusiones en muchos compatriotas que con esperanza lanzan su mirada hacia febrero de 2014.
Este sentimiento que se multiplica por el territorio nacional, aumenta las responsabilidades de quienes nos ha correspondido conducir este movimiento unitario que, con sobradas razones, lleva por nombre Alianza por Costa Rica.
Hay que entender que en esta Alianza coincidimos fuerzas políticas diferentes, en algunos temas antagónicas que, en medio de esas diferencias, levantamos propósitos comunes, para darle un giro necesario a la marcha del parlamento, lo que ya estamos logrando con éxito.
Consolidar una alianza política como la que estamos impulsando es todo un proceso, que se construye todos los días, con avances y retrocesos, y en donde lo fundamental es no perder la perspectiva para continuar avanzando.
Eso significa privilegiar la coincidencia por encima de las diferencias o los antagonismos, elevar la calidad de los temas en debate y estructurar agendas compartidas que comprometan nuestra acción política y nuestros votos, en un proceso en el que ninguna fracción pierde su individualidad política e ideológica, y cada quien es absolutamente responsable de sus actos presentes y pasados.
Es importante también no perder de vista que además de las dificultades propias del proceso que impulsamos, el Poder Ejecutivo y su bancada, trabajan permanentemente por horadar esta alianza política, buscan desprestigiarla ante la ciudadanía, valiéndose de cuanto recurso tengan a mano.
El revanchismo, la mala digestión por la pérdida del directorio, no les permiten analizar con inteligencia las nuevas circunstancias y aprovechar la generosidad de una oposición gobernante en el parlamento.
En poco más de tres meses, la Alianza por Costa Rica demuestra cotidianamente la validez de su existencia y continúa forjando ilusiones en quienes anhelan un cambio importante para nuestro país, fundado en la equidad, la solidaridad y la justicia social.
A nivel parlamentario, tenemos que mejorar sustancialmente la presencia de la Alianza, nuestros espacios de encuentro y los mecanismos de coordinación. Simultáneamente, es un imperativo y una responsabilidad histórica insoslayable que empecemos a hablar y actuar planificadamente de cara a las elecciones nacionales de febrero de 2014.
Hay hechos y un sentimiento generalizado entre la población de que el país no anda bien, lo que aumenta las expectativas de mucha gente hacia la Alianza. Es nuestra obligación, actuar en consecuencia, y no defraudar.
Luis Fishman
Jefe de fracción, PUSC