Los desafíos económicos del nuevo gobierno
| Lunes 12 abril, 2010
Los desafíos económicos del nuevo gobierno
La agenda económica del nuevo gobierno de la administración Chinchilla parte de tres grandes desafíos. El primero se refiere a la necesidad de fortalecer y consolidar la tendencia incipiente de recuperación económica que se ha venido dando en los últimos meses de la que dependen de forma importante la recuperación del empleo y la disminución de la pobreza, sin alterar de manera abrupta el patrón de crecimiento en los precios internos inflación y los equilibrios del sector externo de la economía déficit de balanza de pagos.
Un segundo desafío es el de poder sostener un programa de gasto e inversión pública con necesidades cada vez más angustiosas y apremiantes en temas múltiples como la infraestructura, la educación, la ciencia y la tecnología, la energías, entre otros, y al mismo tiempo, mantener el deteriorado equilibrio de las finanzas públicas.
Finalmente, en un marco de mayor estabilidad y de implementación de las reformas estructurales amparadas en los proyectos de la agenda paralela del TLC, el nuevo gobierno tiene el gran desafío de demostrar con hechos, que los frutos y bondades de dichas reformas serán mayores que los sacrificios de implementarlas.
En todos los temas, luces y sombras se ciernen sobre el camino a seguir. Primero, la economía mundial y en particular Estados Unidos con el que estamos económicamente muy vinculados no termina de reponerse lo suficiente como para aspirar a convertirse en el motor de nuestra demanda externa. Segundo, si bien tenemos un país con un recurso humano en promedio mejor calificado que la región, las crecientes dificultades para crear y consolidar empleos de calidad, en los estratos jóvenes y en la población femenina, en la economía es evidente.
De no generarse una política productiva que garantice lo anterior, las bases espurias de una recuperación de corto plazo no serán sostenibles a mediano plazo. En lo fiscal, si no se envía un plan de reforma fiscal importante en los primeros 100 días de la presente administración, la posibilidad de pasar una reforma fiscal y aprovechar sus recursos por este gobierno es mínima. Si eso sucede, lo importante será entonces esperar que los posibles recortes en el gasto ya de por sí sumamente rígido no terminen por minar las bases sociales y políticas de apoyo al nuevo gobierno. En el tercero de los temas, lo más importante será el consolidar la apertura de los sectores de seguros y telecomunicaciones y al parecer la energía, donde la víspera de lo actuado no parece ser razonablemente bueno para estar optimistas.
Si bien la revelación del equipo de gobierno y el estilo de trabajo mostrado en estas semanas después de la elección dan un aire fresco a la compleja agenda económica pendiente, el gran reto en lo económico nuevamente es poder balancear las necesidades múltiples de un país cuyos indicadores sociales van en franco deterioro y los intereses de sectores económicos fuertes que aspiran a sostener el statu quo o a mejorar inclusive, su capacidad para concentrar riqueza.
Volvemos entonces al debate tradicional de si priorizar la estabilidad de corto plazo, con mayor sacrificio de parte de las condiciones de desarrollo de largo plazo o de apostar por una agenda social inclusiva que permita revertir la tendencia de deterioro social y de concentración de la riqueza que hemos tenido en los últimos 30 años.
Leiner Vargas Alfaro
Economista CINPE-UNA
lvargas@una.ac.cr
La agenda económica del nuevo gobierno de la administración Chinchilla parte de tres grandes desafíos. El primero se refiere a la necesidad de fortalecer y consolidar la tendencia incipiente de recuperación económica que se ha venido dando en los últimos meses de la que dependen de forma importante la recuperación del empleo y la disminución de la pobreza, sin alterar de manera abrupta el patrón de crecimiento en los precios internos inflación y los equilibrios del sector externo de la economía déficit de balanza de pagos.
Un segundo desafío es el de poder sostener un programa de gasto e inversión pública con necesidades cada vez más angustiosas y apremiantes en temas múltiples como la infraestructura, la educación, la ciencia y la tecnología, la energías, entre otros, y al mismo tiempo, mantener el deteriorado equilibrio de las finanzas públicas.
Finalmente, en un marco de mayor estabilidad y de implementación de las reformas estructurales amparadas en los proyectos de la agenda paralela del TLC, el nuevo gobierno tiene el gran desafío de demostrar con hechos, que los frutos y bondades de dichas reformas serán mayores que los sacrificios de implementarlas.
En todos los temas, luces y sombras se ciernen sobre el camino a seguir. Primero, la economía mundial y en particular Estados Unidos con el que estamos económicamente muy vinculados no termina de reponerse lo suficiente como para aspirar a convertirse en el motor de nuestra demanda externa. Segundo, si bien tenemos un país con un recurso humano en promedio mejor calificado que la región, las crecientes dificultades para crear y consolidar empleos de calidad, en los estratos jóvenes y en la población femenina, en la economía es evidente.
De no generarse una política productiva que garantice lo anterior, las bases espurias de una recuperación de corto plazo no serán sostenibles a mediano plazo. En lo fiscal, si no se envía un plan de reforma fiscal importante en los primeros 100 días de la presente administración, la posibilidad de pasar una reforma fiscal y aprovechar sus recursos por este gobierno es mínima. Si eso sucede, lo importante será entonces esperar que los posibles recortes en el gasto ya de por sí sumamente rígido no terminen por minar las bases sociales y políticas de apoyo al nuevo gobierno. En el tercero de los temas, lo más importante será el consolidar la apertura de los sectores de seguros y telecomunicaciones y al parecer la energía, donde la víspera de lo actuado no parece ser razonablemente bueno para estar optimistas.
Si bien la revelación del equipo de gobierno y el estilo de trabajo mostrado en estas semanas después de la elección dan un aire fresco a la compleja agenda económica pendiente, el gran reto en lo económico nuevamente es poder balancear las necesidades múltiples de un país cuyos indicadores sociales van en franco deterioro y los intereses de sectores económicos fuertes que aspiran a sostener el statu quo o a mejorar inclusive, su capacidad para concentrar riqueza.
Volvemos entonces al debate tradicional de si priorizar la estabilidad de corto plazo, con mayor sacrificio de parte de las condiciones de desarrollo de largo plazo o de apostar por una agenda social inclusiva que permita revertir la tendencia de deterioro social y de concentración de la riqueza que hemos tenido en los últimos 30 años.
Leiner Vargas Alfaro
Economista CINPE-UNA
lvargas@una.ac.cr