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Los caraduras

Claudia Barrionuevo claudia@chirripo.or.cr | Lunes 22 febrero, 2010



Los caraduras


Ignoro el origen de la expresión costarricense car'e barro aunque sí su significado: sinvergüenza, descarado. En otros países de lengua castellana es más común utilizar el término caradura.
En Cuesta de Moras —donde abundan las caras esculpidas en piedra— dos nuevos diputados han ingresado en el último periodo legislativo.
Resulta que hace poco más de un año doña María de los Angeles Antillón fue solicitada por el doctor Oscar Arias para fungir como ministra de Comunicación. Soy muy malpensada y creo que a la señora se le solicitó no renunciar a su curul para que no accediera a ella don Víctor Láscarez, ex cónsul en Nicaragua cuestionado por supuestas anomalías en sus funciones.
Sin embargo a finales del año pasado, cuando la fracción legislativa del gobierno impuso a doña Ofelia Taitelbaum como defensora de los habitantes, a la ahora ex diputada oficialista no le quedó más opción que presentarse en su nuevo despacho y abandonar la curul que le tocaba a don Víctor. Nadie le pidió que renunciara. Posiblemente porque nadie se opuso a su nombramiento —imagino yo, tan malpensada— el señor Láscarez se ha dedicado a elaborar gloriosos ditirambos a favor de don Oscar desde que se reanudaron las sesiones en la Asamblea Legislativa.
Y aunque don Oscar le pidió la renuncia como presidente del Instituto Nacional de Vivienda y Urbanismo al señor Jorge Arturo Sánchez, cuando este —en estado de ebriedad según la prueba de alcoholemia— chocara un vehículo oficial de dicho instituto, ahora que tiene derecho a una silla en la Asamblea Legislativa, el presidente de la República no le solicitó que renunciara a ella. ¿A cuenta de qué le pediría tal cosa? ¿Acaso es el único que ha enfrentado un problemilla así? No.
En Cuesta de Moras tenemos otro caso, el de don Ovidio Agüero Acuña del Movimiento Libertario, con un nivel inferior en la ingesta de alcohol pero con consecuencias más graves en su accidente automovilístico. Y en la lista de posibles ministros del próximo gabinete, don René Castro también adorna su curriculum con un evento similar.
Por esas casualidades de la vida, el señor Sánchez entra a la escena legislativa en el preciso momento en que debe ser votada la polémica Ley de Tránsito. Obviamente ya más de uno lo enfrentó por su doble condición de juez y parte. El asegura tener la autoridad moral para votar y manifiesta estar arrepentido. Sin lugar a dudas don Ovidio también.
No olvidemos que estamos en período de Cuaresma, época de penitencia y reflexión, durante la cual todos estos políticos que han cometido —no el pecadillo de tomarse unos tragos de más, que el vino es sagrado— sino la peligrosa irresponsabilidad de manejar en estado de ebriedad, pueden aspirar al perdón divino.
¿Son caraduras, car'e barros, como se dice popularmente? No lo sé. Admiro —eso sí— la capacidad que tienen algunas figuras políticas para declamar sobre la dignidad, el honor y la respetabilidad, cuando son cuestionadas por los hechos más apabullantes. ¡Qué talento!
Ya querría uno —algunas veces— disimular ciertos sentimientos. Aunque tal vez —en el caso de la vergüenza—- no es que ciertos políticos la disimulen: sencillamente no la experimentan.

claudia@barrionuevoyasociados.com

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