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COLUMNISTAS


Los excomulgados

Vladimir de la Cruz vladimirdelacruz@hotmail.com | Miércoles 25 diciembre, 2019


Cuando estuve de Embajador en Venezuela, 2008 – 2010, falleció un funcionario de la Embajada, diplomático costarricense de larga trayectoria en la Cancillería, de trabajo en diversos países, culto, de extraordinario conocimiento musical, de buen comer, educado, de bastante lectura, de finos modales. Con él hice una rica amistad, apenas conociéndole al asumir el cargo. Cuidadoso en sus análisis y consejos sobre el trabajo de la Embajada. Para mí fue un duro golpe su ausencia en el trabajo de la Embajada.

Su fallecimiento provocó que el personal de la Embajada le ofreciera una misa en una de la Iglesias de Caracas. Allí fuimos. Hablé, se me permitió dirigir unas palabras en su memoria en ese acto religioso.

Cuando en el curso de la misa se ofreció la comunión, uno de los funcionarios que me acompañaba, en el acto religioso, también muy diligente, que conocía la práctica del mundo diplomático de Caracas al dedillo, sentado a la par mía, no se levantó a comulgar, le pregunté por qué no lo hacía, si él era una persona católica, y me respondió que era divorciado y vuelto a casar, la esposa que yo le conocía por mi trabajo en la Embajada. Me manifestó que por su condición de divorciado no podía recibir la comunión. Le pregunté si él se sentía en pecado, si era un pecador, si su conducta laboral, moral, personal y familiar, consideraba que le impedía comulgar. Su familia era un buen modelo de familia cristiana, trabajadora, integrada, solidaria, cuidadora de sus dos hijos, a todas luces amorosa y respetuosa entre sí, que cumplía con las obligaciones católicas incluso de ayudar económicamente a la Iglesia y de no faltar a misa.

Insistió que no podía comulgar porque era divorciado. Insistí que lo hiciera si se sentía en conciencia y en gracia para hacerlo. Finalmente no lo hizo, y me hizo sentir mal mi insistencia de considerarlo apto para un acto que en conciencia solo él podía determinar que estaba en capacidad y disponibilidad de hacer. Sigo pensando que la confesión no es necesaria para comulgar si la persona se considera espiritualmente apta para hacerlo, porque sé que muchos comulgan sin confesarse.

Pesaba, para él, la excomunión, la imposibilidad de recibir la comunión, la de sentirse estigmatizado y en pecado por el resto de su vida, por estar divorciado de un matrimonio católico y vuelto a casar civilmente, y de vivir en un pecado que ni siquiera el acto de la confesión le permitía realizar, además de que por sentirse excomulgado, por su segundo matrimonio, no se confesaba.

De alguna manera, o de muchas formas, esta persona es un sufrido, un castigado católicamente de por vida, porque ni en la muerte tendrá la posibilidad de redimirse. Es un condenado a no recibir en su muerte la posibilidad de su salvación plena, ni arrepintiéndose de su segundo matrimonio, lo que sería un absurdo, en confesión, o en artículo mortis, podría recibir la comunión.

El segundo, o tercer, matrimonio de católico por la vía civil es un pecado grave, un delito grave, que se castiga con no comulgar. Los excomulgados son colocados fuera de la Iglesia por su hechos ante la comunidad eclesial, ante los católicos, y nada más ante lo católicos. Los excomulgados ante el resto de la sociedad son tratados como iguales personas.

Fue excomulgado fácticamente por haber roto el sacramento del matrimonio, que solo se rompe con la muerte de uno de los conyugues, permitiéndole al otro, al sobreviviente, volverse a casar por la Iglesia, con la dicha para el conyugue sobreviviente, que un Concilio, hace pocos siglos, determinó que el matrimonio se extinguía con la muerte de uno de los conyugues, frente a los otros miembros del Concilio que consideraban que el matrimonio católico continuaba más allá del fallecimiento. Por dicha lo resolvieron así, de lo contrario hoy la cifra de excomulgados, por volverse a casar, sería inmensamente más grande.

En Costa Rica la cifra de matrimonios católicos va en descenso. Cada vez menos personas se casan por la Iglesia Católica. Cada vez más matrimonios católicos se disuelven, se divorcian. De todos los matrimonios que se realizan por año los que más se disuelven son los realizados católicamente Cada vez más se practica una convivencia, sin formalidades legales matrimoniales, entre las personas que aspiran a construir familias, de católicos y no católicos, , por la iglesia o por la vía civil, convivencia previa de conocimiento básico entre las parejas antes de llegar a formalizar lazos legales.

¿Crisis de los valores religiosos o de las parejas católicas?¿Los divorcios de los católicos indican que el matrimonio católico, que el sacramento del matrimonio está en crisis? Obviamente esa es la figura. Lo que vale es la relación de la pareja, hombre-mujer, mujer-mujer u hombre-hombre en el amor que se profesen mutuamente, en la configuración de las familias reales que hoy tenemos y aceptamos. “Amaos los unos a los otros”, se profesa eclesiásticamente.

La confesión que permite recuperar la gracia divina antes de comulgar no vale para los divorciados de matrimonio católico. La confesión permite a cualquier pecador mortal, incluso asesinos, poder comulgar, pero no le permite al divorciado hacerlo. Sin lugar a dudas el divorciado de matrimonio católico es un condenado hasta más allá de su propia muerte. En la vida civil las penas no pasan de los 50 años. En la Iglesia hay penas que van más allá de la muerte. Pobrecillos los católicos que se han divorciado, si siguen dentro de la Iglesia, condenados ad perpetuam, sufriendo masoquistamente, y quemándose en su interior espiritual, por amar a otra persona, sin poder comulgar, por estar en excomunión, por vivir excomulgados por casarse con otra persona a quien aman.

La comunión obviamente no es solo para santos. Los pecadores comulgan. Los asesinos, los tiranos, los déspotas, los dictadores, los que actúan contra los pueblos, los que explotan trabajadores y les violan sus derechos, los que no pagan salarios mínimos ni aguinaldos, los traficantes de personas, los torturadores, los violadores, los depredadores sexuales, los abusadores sexuales, los sacerdotes pedófilos, que ahora se conocen en abundancia, y los sacerdotes y obispos que los encubren, los sacerdotes que rompen su hábito sacerdotal, que tienen parejas, con hombres o mujeres, que son padres de familia (adúlteros frente a la Iglesia con quien “se han casado” adoptando su celibato, su entrega “a Dios y a los hombres”), los abusadores sexuales contra monaguillos, los que violan monjas en los Conventos, como se ha constatado históricamente, y probablemente quienes ayudaron a interrumpir embarazos o provocaron muerte de recién nacidos en conventos, como también se ha comprobado, en diversas latitudes, con hallazgos de restos infantiles en cementerios de los predios conventuales.

Cuando el actual Papa, Francisco, ha condenado las agresiones sexuales cometidas por sacerdotes y su encubrimiento, no ha excomulgado a quienes las han cometido. El silencio cómplice de la jerarquía eclesiástica costarricense con los sacerdotes que han incurrido en estas prácticas, sexualmente abusivas, tampoco ha generado ni siquiera amenazas de excomunión para sus sacerdotes. Esto ha sido parte de la historia eclesiástica. ¿Por qué asustar con la excomunión ante prácticas legislativas políticas?

A la Iglesia católica pertenecen todos los que han sido bautizados, los que han recibido el Bautismo, que es como un sello indeleble, imborrable, que queda hasta la muerte de la persona, y más allá, aún cuando la persona bautizada deje el catolicismo como práctica religiosa, o cambie de religión. Arrastra consigo el bautismo el que se separa de la Iglesia. Esta inscripción, esta pertenencia a la Iglesia, es la que permite a los católicos acceder a los otros sacramentos establecidos en el ritual religioso. El bautismo provoca una pertenencia para siempre en el catolicismo, y en el cristianismo, aunque no se profese el catolicismo por parte del bautizado.

En el documento católico “Instrucción Redemptionis Sacramentum” se señala que no pueden comulgar los no católicos y los no cristianos. La población católica en Costa Rica, hoy, a inicios del 2020, de acuerdo a las últimas encuestas nacionales y latinoamericanas de feligresía católica, es de 52% de la población. Esto significa que el 48% de la población no se afecta en nada con cualquier manifestación o amenaza que haga la jerarquía católica de excomulgar a las personas por aceptar una ley, o un reglamento que regula una ley.

Es claro que la amenaza de los Obispos, al estilo medieval, solo afecta a los católicos practicantes, y muy devotos, porque dentro de esos católicos ya los hay excluidos de la excomunión, como es el caso de los divorciados de un matrimonio católico. Cuando la Iglesia católica costarricense ha expulsado recientemente de su Estado Clerical al sacerdote pederasta Mauricio Víquez, lo expulsó de su condición de sacerdote pero no de su condición de cristiano católico, ni lo excomulgó

La excomunión en síntesis es la pena impuesta por la Iglesia para la persona para que no pueda recibir la comunión. Los excomulgados son una categoría de delincuentes religiosos, son reos del delito de excomunión con la Iglesia, son pecadores de delitos considerados graves por la Iglesia.

Otros actos que son penados con la excomunión son el profanar la Eucaristía, ejercer violencia física contra el Papa, ordenar un Obispo sin mandato apostólico, violar el sigilo sacramental, violar el secreto de confesión, realizar herejía, la apostasía que es cuando se renuncia al estado sacerdotal o se renuncia a las creencias religiosas por abandono o desafección, por rechazo total de la fe cristiana, a quien ataque físicamente a un Obispo, a quien atente contra la celebración de la Misa, a quienes atentan contra el matrimonio y a quienes realizan el “aborto exitoso” y a quienes cooperen en su realización, o a quienes intenten un cisma, que es el rechazo al Papa, a su autoridad y obediencia.

El Pontificio Consejo para la Interpretación de los Textos Legislativos define el aborto como "el asesinato del feto, de cualquier manera o en cualquier momento, desde el momento de la concepción". Es interesante que en la Iglesia esta discusión se realizó hace centenares de años. En su inicio se asociaba la discusión a la existencia del alma en el embrión, y se estimaba que antes de los 45 días no tenía alma por lo que el embarazo podía ser interrumpido.

La interrupción de la vida se da por la pena de muerte que se aplica en muchos Estados y países. La Iglesia Católica y las iglesias en general no se han opuesto a estas penas de muerte. La Iglesia católica ha acompañado a gobernantes, y tiranos de todo pelaje, y legisladores en la aprobación de “penas de muerte” para personas que por distintos “delitos”, y hasta delitos políticos, se le aplica la pena de muerte. Si se está en contra de una forma de pena de muerte, de interrumpir la vida de una persona, aún en gestación, se tiene que estar en contra de todas las formas de quitar la vida. En esto la Iglesia no es nada consecuente. Por eso es que han apoyado todas las dictaduras y gobiernos despóticos de cualquier signo que sean si con ellos tienen relaciones diplomáticas y gozan de reconocimientos oficiales.

El concepto del alma fue importante para la consideración de la “persona humana”, como sujeto de protección por parte de la Iglesia. Sucedió igual en tiempos de la conquista de América. En esa época, con la existencia de otras religiones, y guerras religiosas que se daban por obtener riquezas, dominio de territorios, dominio de “almas” para las respectivas religiones, se permitía por parte de la Iglesia Católica, como lo hacen algunos musulmanes extremistas hoy, matar no católicos, matar “infieles”, matar no creyentes del Dios Católico, porque se consideraba que no tenían “el alma cristiana”, y que no eran personas, y porque solo se consideraba la fe católica como la verdadera. Así obraron contra los indígenas que tenían otros cultos religiosos. Matarlos no era un problema moral, hasta que sus muertes hicieron disminuir la mano de obra, necesaria para el proceso conquistador, productivo y colonizador. Entonces les incorporaron el “alma” por decisión papal. Con el “alma” incorporada les dieron la condición de personas humanas a las que había que bautizar y evangelizar…y proteger. Y así se se inició el desarrollo del catolicismo en el continente. La religión católica fue impuesta por los conquistadores. No era natural en el continente. Fue implantada. Si hubieran llegado conquistadores musulmanes hoy en América se practicaría el islamismo y no el catolicismo. Así de simple.

En sentido estricto todo aquello que impida la realización de embarazos, no solo por la interrupción que se haga de los que ya están hechos, podrían caer en la figura de la interrupción de embarazo o de prácticas abortivas. Por ello la Iglesia se ha opuesto al uso de preservativos o condones, de hombres y de mujeres, de pastillas o píldoras anticonceptivas, a las medicinas o fármacos que puedan impedir la fecundación.

La finalidad del matrimonio religiosamente es también la procreación, la gestación constante de hijos, tantos como “Dios quiera”, lo que era un precepto válido para sociedades agrarias, que exigían mucha mano de obra, y para sociedades atrasadas médicamente en que las mujeres tenían una alta mortalidad por embarazos. La Iglesia ha disuelto matrimonios realizados sagradamente por el ritual católico, porque no pueden engendrar hijos, como si no se hubiera consumado el acto matrimonial de los seres sexuados que constituyen la pareja y la vida en el matrimonio. Entiendo que un Presidente de la República, muy católico, acudió a la nulidad de su matrimonio por la imposibilidad de que su esposa le diera hijos, para casarse de nuevo.

Lo que la jerarquía de la Iglesia Católica ha hecho, frente a la norma técnica que se ha tramitado legislativamente, es amenazar al Presidente de la República, a los Legisladores y a aquellos católicos, a todos los católicos, que la apliquen que pueden ser excomulgados, porque dentro de la jurisprudencia católica no se puede aplicar la excomunión si no se advierte de ella, y sin que quienes pueden caer en ella no tengan conocimiento de esta sanción, ya que ningún fiel puede ser excomulgado sorpresivamente.

Otras prácticas en las que puede incurrirse en la causal de la excomunión pueden ser Los hombres y las mujeres que abandonan la norma cristiana de la castidad, los que cometen adulterio, los y las solteras que satisfacen sus pasiones en actos de fornicación, que conduce a perder “la salvación eterna”.

La excomunión en la práctica puede asimilarse a la expulsión de la Iglesia, aunque la expulsión como tal solo se realizó en los primeros tiempos del cristianismo. El Código Canónico no define la excomunión como expulsión de la Iglesia, aunque en la práctica se puede considerar al excomulgado separado de la Iglesia

El excomulgado no necesita una sentencia de excomulgado, basta la realización de la falta, o del delito, que justifica la excomunión, para que se caiga en la condición de excomulgado. La excomunión también puede cesar de acuerdo al Código Canónico. Hay excomulgados que son reincorporados a la Iglesia. La excomunión se estableció en el Concilio de Elvira en el año 306 d.n.e.

La excomunión ha sido una práctica de la Iglesia de muchísimos años. Entre algunos excomulgados que pueden considerarse famosos, están el Emperador romano Enrique IV, quien disputó muchos temas con la Iglesia, uno de ellos, el intento para deponer a Gregorio VII del papado, y porque se volvió protestante, por lo que fue excomulgado como hereje en 1585 por el papa Clemente VIII.

A Juana de Arco, quien dirigió vestida de hombre el ejército francés a la victoria sobre el Inglés durante la Guerra de los Cien Años. En 1429 fue capturada, entregada a los ingleses, excomulgada y condenada por hereje. En 1431, con apenas 19 años, la quemaron en la hoguera por hereje y travestismo. En 1456 el Papa Calixto III llevó a cabo un nuevo juicio y la liberó de todos los cargos. Fue declarada mártir, canonizada, y se convirtió en Santa Juana de Arco. En 1920 la Iglesia la declaró «santa» por el Papa Benedicto XV...

El sacerdote y teólogo alemán Martín Lutero, el 3 de enero de 1521, fue excomulgado por el Papa León X por criticar las prácticas del clero e incluso criticar al Papa León X, por llamarlo “el Anticristo” y dar origen a la Iglesia Luterana.

Al Rey Enrique VIII cuando exigió la anulación de su matrimonio con Catalina de Aragón para casarse con Ana Bolena, por disolver los monasterios, saquear sus reliquias, y nombrarse a sí mismo Jefe Supremo de la Iglesia de Inglaterra, por lo que el Papa Pablo III lo excomulgó en 1538. A su hija, la Reina Isabel I, quien después de la Reforma protestante, siguió su ejemplo y continuó gobernando la Iglesia de Inglaterra como su cabeza, usurpando el poder del Papa. En un intento desesperado porque Inglaterra volviera al redil papal, en 1570 el Papa Pío V excomulgó a Isabel I, táctica sin éxito, porque la actual monarca de Inglaterra, Isabel II, sigue siendo la cabeza de la Iglesia de Inglaterra.

Napoleón Bonaparte, el Emperador francés, fue excomulgado en 1809 por el Papa Pío VII después de ocupar y anexionarse Roma. En respuesta Napoleón ordenó el arresto del pontífice, quien estuvo privado de su libertad por cinco años.

A Miguel Hidalgo y Costilla, 1810, prócer de la Independencia de México, se le aplicó la excomunión.

Al Presidente de Argentina, Juan Domingo Perón, le fue aplicada la excomunión en 1955, por ordenó la expulsión del país a los obispos Manuel Tato y Ramón Novoa que habían organizado la marcha de Corpus Christi del sábado 11 de junio de 1955, considerada por Perón como un movimiento para “sabotear la acción gubernativa”, además por intentar legalizar el divorcio y la prostitución.

Fidel Castro fue excomulgado el 3 de enero del año 1962, por el Papa Juan XXIII, por declararse marxista-leninista y anunciar que conduciría a Cuba al comunismo en su discurso de 2 de diciembre de 1961. El Papa tomó su decisión basándose en el decreto de Pío XII, el “Decretum Contra Communismum” (“Decreto contra el Comunismo” en Latín, de1949), que establecía la pena de excomunión a todo aquel que difundiera el comunismo, y declaró que el culto católico se oponía rotundamente a esta ideología y excomulgaba a quienes la profesaran. Este Decreto, de 1 de julio de 1949, fue de la Congregación del Santo Oficio, hoy llamada Congregación para la Doctrina de la Fe, establecía que “el comunismo es materialista y anticristiano, y sus jefes, aunque de palabra digan algunas veces que ellos no combaten la religión, sin embargo de hecho o con la doctrina, o con las obras, se muestran enemigos de Dios, de la verdadera religión y de la Iglesia de Jesucristo”. Así, “los fieles que profesan la doctrina comunista y principalmente los que la defienden y propagan, incurren ipso facto en la excomunión reservada especialmente a la Sede Apostólica, como apóstatas de la fe católica”. Además, Fidel Castro, en el año 1961, expulsó a 131 sacerdotes de Cuba y reprimió durante mucho tiempo a la Iglesia Católica en Cuba, incluso prohibiendo la celebración de la Navidad en 1968.

En el año 1988 se produjo la excomunión del Arzobispo francés Marcel Lefebvre, quien falleció excomulgado, por haber ordenado a cuatro obispos sin permiso del Papa.

A la cantante Madonna la excomulgaron porque consideraron que profanaba elementos de la iglesia para propósitos sacrílegos y para realizar blasfemias, en su mítico videoclip “Like a prayer”, de 1988. Madonna ha asegurado que fue excomulgada tres veces.

A la monja Margaret McBride también se excomulgó porque autorizó en el 2010 un aborto en un hospital católico de Phoenix, Arizona, Estados Unidos.

El Papa Benedicto XVI, hoy Papa Emérito, apoyó la excomunión de los políticos mexicanos, médicos y enfermeras, que respaldaron la decisión del Gobierno de la Ciudad de México de legalizar el aborto en las primeras 12 semanas de embarazo...

En octubre de 2012 a todos los católicos que promovieron la ley del aborto en Uruguay les excomulgaron

El obispo de Rhode Island, Estados Unidos, excomulgó a Patrick Kennedy, sobrino del presidente de Estados Unidos, por apoyar la Ley del Aborto.

El sacerdote Greg Reynolds, de Melbourne, Australia, fue excomulgado en 2013 por continuar celebrando misa estando desautorizado, y por abogar por la ordenación de las mujeres y apoyar el matrimonio homosexual.

En España la Iglesia se pronunció por la excomunión de “quien apoye, vote o promueva esa ley, (la del aborto, considerando que) está en pecado mortal público y no puede ser admitido a la sagrada comunión…Quien legisla a favor del aborto, quienes lo promueven y trabajan para hacerlo realidad, quien lo induce u obliga a la mujer a abortar, el médico, enfermera o persona que lo realiza y la mujer que lo lleva a cabo, reciben la pena de la excomunión”. En España la excomunión alcanzó a los divorciados y de nuevo desposados, es decir quienes habiéndose casado por el sacramento de la Iglesia, más tarde se han divorciado y vuelto de nuevo a casarse civilmente. De igual modo fueron excomulgados todos aquellos católicos que en sus relaciones matrimoniales utilizan métodos anticonceptivos.

También por años fueron excomulgados todos los miembros de las Logias Masónicas.

Además de la excomunión la Iglesia Católica estableció censura de lecturas, de libros y de autores, en el Index Librorum Prohibitorum de Alejandro VII, en 1664, que fue el documento emitido por Tribunal de la Santa Inquisición con el principal objetivo de censurar, recoger o prohibir ciertos textos que eran catalogados como perjudiciales para la corona y la religión.

Entre los autores y escritores notables que fueron condenados de sus lecturas están Erasmo de Róterdam, François Rabelais, Giordano Bruno, René Descartes Thomas Hobbes, David Hume, Denis Diderot, Honoré de Balzac, Émile Zola, Anatole France, Henri Bergson, Maurice Maeterlinck, André Gide, Jean-Paul Sartre, Nicolás Copérnico, Francis Bacon, Diderot y d'Alembert, Victor Hugo, George Sand, Marqués de Sade, Claude Henri Saint-Simon, Pierre Larousse, Emilio Castelar.

Excomulgados o no seguirán divorciándose y volviéndose a casar, excomulgados o no realizarán prácticas médicas de interrupción de embarazos si la vida de la madre está en peligro, como establece la ley, y la norma técnica aprobada, excomulgados o no seguirán realizando el amor con métodos anticonceptivos, excomulgados o no evitarán tener muchos hijos…solo aquellos que se puedan mantener con las mejores posibilidades y oportunidades de calidad de vida, de educación, de trabajo, para su mejor realización humana en la sociedad democrática que seguimos construyendo con mayor ampliación y cobertura de Derechos Humanos. Para la Iglesia…es tan solo un problema de tiempo histórico. Se adaptará…

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