Lo que aprendimos
El reto es muy grande y existe optimismo. Se espera que en unos cinco años los beneficios del Cafta puedan ser mayores al caer las barreras arancelarias de muchos productos
Redacción La República redaccion@larepublica.net | Viernes 31 diciembre, 2010
El Cafta deja algo positivo en este 2010 que hoy acaba. No por cierto la generación de empleo que los costarricenses esperaban de él, sino los primeros destellos de lo que podrían ser sus bondades, como lo explicaba una nota de este medio el miércoles anterior.
Nuevas mercaderías se lograron despachar hacia Estados Unidos y creció el número de empresas exportadoras en un 4% en el país, aunque la balanza comercial con esa nación del norte sigue siendo negativa.
El reto es muy grande y existe optimismo. Se espera que en unos cinco años los beneficios del Cafta puedan ser mayores al caer las barreras arancelarias de muchos productos.
La realidad es que la sola firma del tratado no podía significar ninguna mejoría por sí misma a menos que se preparara al sector productivo del país para ser capaz de aprovecharla. Algunos, los de mayor experiencia y capacidad de acumulación de capital, estuvieron en buenas condiciones para hacerlo. Los demás enfrentan distintos grados de dificultad.
Esta es una tarea aún pendiente, aunque debió llevarse a cabo simultáneamente o mucho antes de que se abrieran las posibilidades que aporta el libre comercio, a fin de que los empresarios costarricenses, en especial las micro, pequeñas y medianas empresas, estuvieran en capacidad de aprovecharlo.
Si bien es cierto que Costa Rica tardó mucho tiempo en aprobar el Cafta, ese extenso periodo no fue utilizado en general para preparar adecuadamente al sector productivo más necesitado de capacitación, para que llegado el momento protagonizara un mayor aprovechamiento de la apertura. Ni siquiera se utilizó ese tiempo para apresurar, sin errores y con la transparencia que se requiere, la construcción de la infraestructura que tanta falta hace al sector productivo y a todos en general.
Por ello, finalizamos el año pudiendo decir que algo deja positivo el Cafta, pero que el mayor saldo positivo sea quizás lo aprendido de las dificultades vividas en 2010.
Después de todo, el aprendizaje es lo que nos coloca en la mejor condición para emprender con toda la energía y el optimismo que se merece ese 2011 que se apresta a nacer.