Lo primero es salvar vidas
Redacción La República redaccion@larepublica.net | Sábado 10 mayo, 2008
Las cifras de víctimas mortales causadas por el paso del ciclón Nargis por Birmania son impactantes. En el mejor de los casos ascienden a 23 mil muertes, según el gobierno birmano; y en la más oscura de las circunstancias la suma se eleva hasta los 100 mil, de acuerdo con organizaciones internacionales.
El costo humano podría multiplicarse ante la posición de la junta militar que gobierna en Birmania, de mostrarse reticente a recibir la ayuda que la comunidad internacional ha ofrecido.
Hasta el momento la junta solo ha autorizado la entrada de un cargamento con ayuda de Estados Unidos; mientras tanto, aviones y equipos de emergencia estadounidenses se encuentran en Tailandia a la espera de que Birmania autorice su entrada en el país.
Las relaciones entre Birmania y Estados Unidos son calificadas como gélidas, e incluso Washington impuso hace unos meses nuevas sanciones contra la cúpula militar por las violaciones de los derechos humanos.
El Programa Mundial de Alimentos (PMA) de la Organización de Naciones Unidas acusó, por su parte, al gobierno birmano de haber confiscado un envío de ayuda para el millón y medio de damnificados por el ciclón, y debió suspender temporalmente el traslado de provisiones.
El cargamento de medicinas, alimentos y equipos enviados por la ONU, fue el primero de la ayuda internacional que pudo ingresar en Birmania, y lo hizo cinco largos días después del paso del ciclón.
La situación de los millares de desplazados y enfermos que duermen a la intemperie es ahora terreno perfecto para el cólera, la malaria, el dengue y la bacteria Escherichia coli. Epidemiólogos de la Universidad Johns Hopkins estiman que el 20% de las personas afectadas por estas dolencias morirá, pero solo habrá un 1% de mortalidad si los expertos extranjeros llegan al país con la ayuda necesaria.
Ningún gobierno debería ser testigo impasible del sufrimiento de su pueblo, y las diferencias entre mandatarios no deben ser el obstáculo que impida salvar vidas.