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COLUMNISTAS


Libertad personal y coacción

Óscar Álvarez Araya oalvarezcocr@gmail.com | Jueves 14 septiembre, 2023


Las tensiones y rivalidades entre democracias y autocracias a nivel planetario vuelven a poner sobre la mesa de discusión la importancia de la libertad personal.

El Premio Nobel austríaco Friedrich Hayek define a la libertad individual o personal como “la ausencia de coacción” o más específicamente como “el estado en que un ser humano no se haya sujeto a coacción derivada de la voluntad arbitraria de otro o de otros…”

O sea que su definición de libertad depende del significado del término coacción.

Por coacción entiende “presión autoritaria que una persona ejerce en el medio ambiente o circunstancia de otra”.

De tal manera entonces que “la persona sobre la que se ejerce dicha presión, en evitación de mayores males, se ve forzada a actuar en desacuerdo con un plan coherente propio y a hacerlo al servicio de fines de un tercero”.

Y continúa el Premio Nobel: “La coacción es precisamente un mal porque elimina al individuo como ser pensante que tiene un valor intrínseco y hace de el un mero instrumento en la consecución de los fines de otro.”

Como el fin de Hayek es promover la libertad de las personas, entonces dice que “la tarea de una política de libertad debe por tanto consistir en minimizar la coacción o sus dañosos efectos al mínimo o incluso eliminarlos completamente, si es posible.”

Es famosa su expresión en Camino de servidumbre: “… no existe otra política realmente progresiva que la fundada en la libertad del individuo…”

Está clarísimo entonces que para Hayek el valor supremo de una política pública debe ser la defensa, promoción y fortalecimiento de la libertad individual.

Y a su vez que para ello es necesario reducir al mínimo o si fuera posible hasta eliminar toda coacción sobre el pensamiento y las acciones de las personas.

Pero el asunto no es tan simple como parece, pues en todas las sociedades civilizadas “el Estado tiene el monopolio de la coacción y hasta de la violencia física legitima”, como lo señaló acertadamente Max Weber. Y vivimos en una sociedad global caracterizada por la existencia de los estados nacionales y los organismos internacionales.

Asimismo desde que nacemos como individuos existe un estado de derecho con un orden constitucional y de leyes que así como contienen a veces capítulos de Garantías Individuales que protegen nuestra libertad personal así también en diferentes áreas y actividades limitan, restringen y a veces hasta anulan nuestras libertades individuales. Así sucede por lo menos en las democracias constitucionales.

Los estados modernos democráticos garantizan una cierta esfera privada para la libertad personal, aunque la misma tiende a reducirse.

La coacción del estado sobre el individuo sobre la base de leyes es también característica de nuestro tiempo. Toda la vida estamos obligados a lidiar con el estado para evitar que elimine gradualmente nuestras libertades individuales.

Hay dos casos en los que es evidente que prevalece la coacción del estado sobre la libertad personal: en el cobro de los impuestos y en las acciones de la Fuerza Pública por razones de seguridad.

Hay que ser realistas. No vivimos en una sociedad de ángeles. En todas partes existe el estado. Siempre están al acecho diferentes formas de coacción. Hay coacción del estado pero también nos coaccionan los grupos de crimen organizado y una gama de actores, tanto nacionales como internacionales. Incluso, a veces la coacción del estado es un mal necesario para evitar daños a terceros.

Pero si sería importante empezar a distinguir entre las políticas que pretenden aumentar, fortalecer y elevar la coacción hasta debilitar o incluso anular nuestras libertades personales y nuestra esfera individual y las políticas que nos van a ayudar a proteger nuestra esfera privada y a fortalecer nuestras libertades individuales.

Y es también urgente distinguir entre los sistemas de gobierno de menor coacción y de mayores libertades personales que son los democráticos y los sistemas autocráticos y autoritarios que se basan en la mayor coacción y la anulación de las libertades personales.

Más coacción o menos coacción. Es decir más libertad o menos libertad. Ese es uno de los dilemas existenciales y políticos de nuestro tiempo.

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