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COLUMNISTAS


Las relaciones con Cuba

Carlos Denton cdenton@cidgallup.com | Miércoles 14 noviembre, 2007


En Centroamérica solo Costa Rica y El Salvador no mantienen relaciones diplomáticas plenas con Cuba. ¿Sería este un buen momento para reexaminar la postura de los costarricenses frente al país caribeño? No importan los razonamientos originales que dieron cabida al rompimiento de las relaciones; ahora que el gobierno actual practica el “realpolitik” a nivel internacional, ¿por qué no examinar la política con respecto a Cuba?

Una razón para no tener relaciones diplomáticas con otro país es que el gobierno de la otra nación es inestable —nadie duda a estas alturas que el Partido Comunista está firmemente en control de la estructura estatal cubana. Tarde o temprano los hermanos Castro tendrán que pasar de la escena, pero es dudoso que con la salida de estos haya un cambio dramático en la ideología del aparato estatal. Los exiliados no regresarán triunfalmente a La Habana para tomar las riendas.

Otro motivo que se ha citado en el pasado para no tener relaciones con el gobierno cubano es que no es democráticamente elegido. Es obvio, con la apertura de relaciones con China, que este criterio ya no es de peso con el gobierno de San José. Los chinos ya tienen una economía de mercado y los cubanos no, pero la ideología política de China es la misma que la de Cuba.

Puede ser que no tengan una economía de mercado los cubanos, pero sí importan productos de otros países y pagan bien y puntualmente sus compromisos. Varios productos costarricenses ya se colocan en Cuba, y con una misión diplomática de mayor peso es posible que este comercio pudiera crecer.

Las aerolíneas de ambos países ofrecen múltiples vuelos entre sus ciudades capitales, y hay miles de costarricenses que han viajado a Cuba para tomar unas vacaciones.

En muchas ocasiones es más barato comprar un paquete que incluye el pasaje aéreo y estadía en un hotel playero cubano que ir a uno guanacasteco —esto es especialmente cierto en época de verano—. Los cubanos no llegan a Costa Rica en las mismas cantidades, pero es más un producto de la restricción de visas impuesta por el gobierno de San José —hay una clase adinerada en Cuba que puede viajar al extranjero y que podría tener interés en conocer Costa Rica—.

Algunos se preocuparán por la reacción estadounidense a una apertura diplomática con Cuba. Es cierto que en el sur de Florida habrá un brote de críticas, pero la comunidad cubana está cada vez más integrada a Estados Unidos —los políticos hacen gestos rituales en contra del gobierno isleño, pero sus intereses ya están centrados en su futuro en el país norteamericano.

Se debe notar además que Costa Rica, después de todo, es un país soberano y puede decidir su propia política en el ámbito internacional.

Otros se preocuparán por que una relación más profunda con Cuba podría traer influencias ajenas y negativas a la sociedad costarricense. Esta es una lógica de la época de la guerra fría y es muy improbable que cambien su manera de pensar los nacionales. La verdad es que los cubanos deberían preocuparse más si los costarricenses comienzan a llegar en mayor número a su país, el modelo tico podría atraer adherentes.

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