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¿Las inutilidades quién las paga?

Emilio Bruce ebjreproduccion@gmail.com | Viernes 27 mayo, 2016


 Vinieron caras relativamente nuevas cuya experiencia en el manejo público era limitada, muchos académicos que creyeron que era lo mismo verla venir dando clases que en un despacho ejecutivo. Vinieron nombres nuevos que se enfrentaron al hecho de que no es lo mismo ser oposición que ser blanco de la oposición

Sinceramente

¿Las inutilidades quién las paga?

En las pasadas elecciones escogimos un gobierno para generar un cambio. Dicho cambio debía originarse en una rigurosa ética en la administración pública, una gran austeridad en los gastos del Estado, una rectilínea conducta en los funcionarios de gobierno. Dicho cambio debía haber buscado el cierre de las brechas sociales y de los ingresos, de generación de empleo y de desarrollo.
El país logró romper con la continuidad del PLN en el poder que parecía una aspiración del electorado. Vinieron nuevos que no han alcanzado las expectativas, que no se han enfrentado al gasto creciente, a las brechas en las pensiones y en los altos salarios de la administración pública, ni a atajar el desperdicio y que han roto su propia regla fiscal.
Vinieron caras relativamente nuevas cuya experiencia en el manejo público era limitada, muchos académicos que creyeron que era lo mismo verla venir dando clases que en un despacho ejecutivo. Vinieron nombres nuevos que se enfrentaron al hecho de que no es lo mismo ser oposición que ser blanco de la oposición.
Llegó un grupo que se decía ser el mejor equipo, pero cuyos integrantes declinaron ser ministros o presidentes ejecutivos, lo que motivó que fueran nombrados no las primeras opciones deseadas sino las únicas disponibles.
Elegimos personas que no tenían propuestas serias. La propaganda electoral nos hizo creer firmemente en el mejor equipo, pero las cosas no han resultado como el país entero esperaba.
¿En los próximos comicios vamos a elegir personas que dicen ser las correctas sin cuestionarlas o deberemos analizar de manera crítica a quienes los acompañan y a los planes que con ellos traen? ¿Compraremos un detergente o elegiremos un mandatario?
La elección entre los mismos de siempre y los nuevos desconocidos ha puesto un alto en el camino y evitado la continuidad del PLN en el gobierno, pero, ¿podremos seguir solo buscando la alternabilidad sin la experiencia y la eficacia en los electos? ¿Las inutilidades quién las paga?
¿Es que las elecciones nos deberán poner a escoger entre los supuestos corruptos hábiles y los presuntos honestos inútiles? ¿No hay en el país y en los partidos personas honestas, decentes y hábiles comprobadas? Sí las hay, pero las han espantado.
Los comunistas no han dejado de decir que ellos son honestos, pero los ciudadanos tienen fundadas razones para creer que podrían surgir cosas desagradables como en otros países.
La próxima elección es tremendamente importante. Quien sea electo se encontrará una herencia cuantiosa de vicios, errores, ausencias y omisiones, de infraestructura envejecida y ausente, de déficit sin resolver, de gastos innecesarios, de convenciones colectivas insostenibles, de corruptos incrustados en las instituciones y claro de tortas e inutilidades.
El próximo presidente deberá ser un prócer, acompañado de un extraordinario equipo, con planes claros, con un sentido de construir una unidad nacional de propósito y no un pleito nacional por destruir a sus adversarios políticos…

Emilio R. Bruce
ebruce@larepublica.net

 

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