Las consecuencias de la corrupción
| Martes 10 diciembre, 2013
Los aspirantes al poder deberían escuchar con atención a grupos deliberantes que, si bien pueden tener corta memoria, no necesitan más para saber que no les gusta el ambiente en que los han puesto a vivir
Las consecuencias de la corrupción
¿Cuáles son las consecuencias de crear una cultura de corrupción con sus diferentes formas de acción y permitir que siga creciendo?
Baste con recordar que “atrofia los cimientos del desarrollo económico, ya que desalienta la inversión extranjera directa y a las pequeñas empresas nacionales les resulta a menudo imposible superar los ‘gastos iniciales’ requeridos por la corrupción”, en palabras de la Organización de las Naciones Unidas.
Por eso esta estableció que el 9 de diciembre de cada año sería el Día Internacional contra la Corrupción.
En plena campaña electoral en el país esto debe ser tema permanente hasta que nos quede muy claro cuál es el compromiso de los diferentes candidatos a la presidencia para acabar con esta peligrosa pandemia que nos sume cada vez más en el subdesarrollo.
No caigamos en el error de sentir que estamos bien por el resultado de alguna encuesta que nos compara con otros de mayor nivel de corrupción.
Hasta el momento no ha existido voluntad política para emprender acciones eficientes contra este flagelo en Costa Rica, y al seguir creciendo puede convertirse en algo incontrolable.
De hecho, muchos aseguran que corrupción es sinónimo de subdesarrollo, aunque sabemos que hoy está presente en casi todos los países. Se globalizó con asombrosa rapidez.
Curiosamente, sin embargo, gobiernos que nos han hablado con entusiasmo sobre desarrollar al país no demostraron haber hecho la tarea anticorrupción que, como sabemos, tiene siempre dos extremos: corruptos y corruptores.
Y no solo la corrupción pura y dura tenemos, también la que se da por el desperdicio del tiempo en la función pública, el abuso en la asignación del gasto y la “vista gorda” para permitir la falta de los debidos controles que podrían impedirla.
Hoy sin embargo vivimos una realidad novedosa al surgir en la sociedad una fuerte tendencia a participar e involucrarse para destapar aquello que huela mal, con la ventaja de que es una colectividad creativa.
Los aspirantes al poder deberían escuchar con atención a estos grupos deliberantes que, si bien pueden tener corta memoria, no necesitan más para saber que no les gusta el ambiente en que los han puesto a vivir.
Esto los vuelve desconfiados y en muchos casos de una apatía que se transforma de pronto en rabia productiva.
¿Será posible que las generaciones que fomentaron y dejaron crecer la corrupción vean el fenómeno, comprendan su peligro y emprendan el combate a la enfermedad?