Las barbas en remojo
No es extraño que los ciudadanos estén llegando a su límite en materia de soportar las consecuencias de malas decisiones o inacción de algunas autoridades
Redacción La República redaccion@larepublica.net | Martes 20 diciembre, 2011
En Pérez Zeledón el pueblo acaba de dar una demostración de lo que los costarricenses pueden y deben hacer cuando las autoridades locales que han elegido no cumplen con su misión. El hecho es histórico, ya que es la primera vez que en el país se destituye a un jerarca municipal en las urnas.
Los generaleños decidieron someter a votación en un plebiscito la permanencia o no del alcalde Luis Mendieta en su cargo, debido a que no cumplía con su misión y entre otras cosas mantenía su municipio con basura regada por todas partes y una precaria red vial.
Un 82% de los habitantes votó a favor de la destitución del alcalde, perteneciente al Partido Liberación Nacional, quien será sustituido por la actual vicealcaldesa Vera Corrales, de la misma agrupación política.
Un avance importante en la actitud que la población ha de tener, de vigilancia sobre la labor de las autoridades que temporalmente ocupan cargos de poder. Un claro ejemplo de cómo debe exigirse el rendimiento de cuentas y cómo los jerarcas han de asumir responsabilidad por sus acciones u omisiones.
Muy distinta podría ser la actuación de algunas autoridades si quienes pagan sus salarios, es decir, los contribuyentes, asumieran la actitud de los vecinos de Pérez Zeledón.
Los acontecimientos que ahí se dieron el domingo pasado, son un claro indicativo para el resto de los alcaldes, de que su trabajo puede ser vigilado de cerca por los habitantes de su municipio, quienes están en todo su derecho a removerlos del cargo en caso de que haya demostradas razones para ello y suficientes firmas como para exigir la realización de un plebiscito.
Por eso, quizás lo mejor es no olvidar el viejo dicho popular que reza “si ves las barbas de tu vecino cortar, pon las tuyas a remojar”.
No es extraño que los ciudadanos estén llegando a su límite en materia de soportar las consecuencias de malas decisiones o inacción de algunas autoridades, quienes hasta la fecha han venido faltando al cumplimiento de su misión sin tener que asumir las consecuencias.
Más bien, pareciera que es la hora de sentar responsabilidades y de una toma de conciencia, tanto de la población en general como de sus autoridades, de los deberes a que están obligados los últimos.
Positivo será también que cuando la misión se cumpla a cabalidad, la comunidad lo reconozca, lo divulgue y lo ponga como ejemplo a seguir.