La verdad sobre la Revolución Industrial
| Martes 23 julio, 2013
Cuando el libre mercado trajo abundancia y el socialismo miseria (Unión Soviética, Cuba y otros), comenzó a acusar al libre mercado de crear “consumismo”
La verdad sobre la Revolución Industrial
Una verdad que el socialista o estatista intenta ocultar es que el libre mercado, que tuvo su auge en el siglo dieci¬nueve, fue precedido por un sistema de invasiones crónicas en las que a los conquistados se los forzaba a trabajar para suministrarles a sus nuevos amos lo que estos deseaban.
El fin era evitar que los conquistadores tuvieran que trabajar. Por eso el trabajo era cosa de escla¬vos, despreciable; y la “noble” vida parasitaria era asunto de “señores”.
Cuando un “romántico” se sumerge en la atmósfera poética de un castillo, del caballero erguido, de la bella dama, de los campesinos en sus chozas al pie del castillo, ese soñador evade el hecho de que el castillo se construyó con impuestos extraídos por la fuerza a esos campesinos y que el caballero, su cortejo y la bella dama vivían todos a costa de ellos.
Los señores feudales despre¬ciaban a los comerciantes, a quienes veían como esclavos emancipados. La riqueza de los comer¬ciantes siempre provocaba su envidia y los saquea¬ban cada vez que podían.
En la Inglaterra anterior a la Revolución Industrial, la mitad de los niños moría antes de llegar a la edad adulta. En algu¬nos lugares la mitad moría antes de los cuatro años. En Escocia era común que de una madre que había tenido 20 hijos solo sobre-vivieran dos.
Pero esa gran morta¬lidad se limitaba a los hijos de los pobres, no a los de los ricos.
Al crear empleos en las fábricas para gente pobre que no tenía sus propias herramientas, la Revolución Industrial salvó a millones de personas de la inanición, especialmente a los niños.
Pero a los aristócratas les disgustaba que la gente que labraba las tierras de ellos migrara a la ciudad para trabajar en fábricas, así que ellos fueron los primeros críticos de la Revolución Industrial.
Fomentaron el dogma de que la Revolución Industrial explotaba a la gente y resaltaron los supuestos males de los niños que trabajaban en las fábricas —como si los niños no estuvieran trabajando aún más horas en las granjas de los aristócratas—.
A menudo la alternativa al trabajo en una fábrica era morirse de hambre. Y este dogma aristocrático después fue recogido por los socialistas.
El libre mercado introdujo una era de producción masiva para satisfacer los deseos y necesidades de “las masas”. Las masas ya no eran personas laborando solo para el bienestar de los señores feudales o del gobernante. Ahora eran los principales consumidores de los productos de las fábricas.
El fracasado socialista antes decía que iba a crear riqueza, porque el libre mercado supuestamente creaba pobreza. Pero cuando el libre mercado trajo abundancia y el socialismo miseria (Unión Soviética, Cuba y otros), comenzó a acusar al libre mercado de crear “consumismo”.
Ahora nos acusa ¡de tener una vida cómoda! Lo que él realmente detesta es que uno gaste su dinero como quiera. Por eso usa su perenne arma psicológica, la de inculcar culpabilidad. ¡No se lo trague!
Raúl Costales Domínguez
Escritor