La rica herencia africana
Carmen Juncos cjuncos@larepublica.net | Martes 04 septiembre, 2007
La rica herencia africana
Con 25 años de estudio del calypso limonense, Manuel Monestel contribuye al esclarecimiento de la Costa Rica multicultural
Carmen Juncos
cjuncos@larepublica.net
El Caribe es parte de nuestra estética, de nuestra vida cotidiana, solo que no nos lo enseñan mucho en la escuela y quizás por eso y porque a nuestros padres se lo enseñaron menos es que no tenemos a veces conciencia clara de cuántos componentes de la cultura costarricense tienen origen afrocaribeño y, más específicamente afrolimonense.
Desde la llegada de la radio a Costa Rica, la población ha bailado con el Caribe (mambo, bolero, chachachá…) y el mismo folclore tradicional en canciones como Caña Dulce, tiene aire de habanera.
Pero el compositor e intérprete musical Manuel Monestel lo tiene clarísimo porque lleva 25 años estudiando, grabando e interpretando el “calypso limonense”, que ha difundido mucho dentro y fuera del país junto con su grupo “Cantoamérica” y a través de él, la herencia cultural africana en nosotros.
Su libro “Ritmo, canción e identidad”, de reciente aparición en librerías, es un esfuerzo más del autor por clarificar algo que, en su opinión, fue invisibilizado por quienes definieron, en diferentes momentos históricos del país, cuáles eran los rasgos de nuestra cultura.
La cultura afrolimonense es parte de la cultura afrocaribeña en general, y ha permeado a todo el país formando parte de nuestra multiculturalidad, a partir de que entrara al territorio nacional junto con los primeros migrantes, hace 137 años según relata Monestel.
Si tomamos el caso específico del “calipso limonense”, vemos cómo adquiere aquí características particulares el ritmo que antes solo relacionábamos con músicos foráneos como Harry Belafonte, por ejemplo.
Así como se habla de los “valses peruanos”, o mexicanos, existe un “calypso limonense”. Solo que es a partir de inicios de la década de los 80 que se comienza un proceso de revisión de la historia que al fin decreta un país multicultural e incluso multilingüístico y se publican textos desde esta perspectiva.
Autores como Víctor Hugo Acuña –explica Monestel— mencionan como anteriormente a ello se había inventado un país con habitantes únicamente blancos, de habla y costumbres hispanas, y se había excluido a las otras culturas que conforman el crisol donde se origina la riqueza cultural costarricense.
Por ejemplo, entre otras cosas, se había tomado una porción de la música folclórica guanacasteca y se le había decretado como “el folclore nacional”. Esto falseaba la realidad que luego, gracias a investigadores, artistas y estudiosos comienza a revelarse e incluso se hace visible en fenómenos como el boom del “chiquichiqui” una corriente musical costarricense que alcanzó gran presencia en la radio, además de que el pueblo la bailaba, y que estaba profundamente impregnada por el “calypso limonense”, aunque nadie le diera ese crédito.
Así es como se llega a la actual conciencia y a la referencia de Walter Gavit Ferguson cuando se habla de uno de los principales padres de nuestro calypso, el “Compay Segundo de Costa Rica”, como le han llamado al “calypsonian” de Cahuita, provincia de limón.
Es gracias a Manuel Monestel y su grupo “Cantoamérica”, que el “calypso limonense” se mantuvo vigente en Costa Rica, en Estados Unidos o en Europa, por donde quiera que el grupo iba ofreciendo conciertos.
Después entra al panorama musical del país el sello Papaya Music, quien posibilita que se grabe el primer CD de Walter Ferguson “Babylón”. La música de Ferguson se convierte en éxito internacional e interesa incluso a quienes la utilizan como banda sonora para un anuncio comercial.
Queda aún mucho por investigar y divulgar, según Monestel. Un estudio, por ejemplo, de la Escuela de Biología de la Universidad de Costa Rica, indica que el costarricense promedio tiene al menos un 9% de genes de origen africano. Este porcentaje —dicen— sube o baja, según la zona del país.
Incluso nuestro “gallopinto”, cuenta Monestel, es muy caribeño. “Todas las formas de cultura del Caribe tienen lo que aquí llamamos con aquel nombre, solo que con características y nombre diversos.
La literatura también hace su aporte a esta labor, como es el caso de las escritoras Tatiana Lobo y Ana Cristina Rosi, que escribieron novelas en las que se introducen en la cultura afrolimonense y otros músicos también se inspiran en ella y la difunden ahora.
El Caribe tico
*El libro de Manuel Monestel “Ritmo, canción e identidad” descubre un mundo poco conocido por nosotros a pesar de ser parte importante de nuestra cultura.
*Puede encontrarlo en librerías o a través del teléfono 280-1451 de la Editorial de la Universidad Estatal a Distancia.
Con 25 años de estudio del calypso limonense, Manuel Monestel contribuye al esclarecimiento de la Costa Rica multicultural
Carmen Juncos
cjuncos@larepublica.net
El Caribe es parte de nuestra estética, de nuestra vida cotidiana, solo que no nos lo enseñan mucho en la escuela y quizás por eso y porque a nuestros padres se lo enseñaron menos es que no tenemos a veces conciencia clara de cuántos componentes de la cultura costarricense tienen origen afrocaribeño y, más específicamente afrolimonense.
Desde la llegada de la radio a Costa Rica, la población ha bailado con el Caribe (mambo, bolero, chachachá…) y el mismo folclore tradicional en canciones como Caña Dulce, tiene aire de habanera.
Pero el compositor e intérprete musical Manuel Monestel lo tiene clarísimo porque lleva 25 años estudiando, grabando e interpretando el “calypso limonense”, que ha difundido mucho dentro y fuera del país junto con su grupo “Cantoamérica” y a través de él, la herencia cultural africana en nosotros.
Su libro “Ritmo, canción e identidad”, de reciente aparición en librerías, es un esfuerzo más del autor por clarificar algo que, en su opinión, fue invisibilizado por quienes definieron, en diferentes momentos históricos del país, cuáles eran los rasgos de nuestra cultura.
La cultura afrolimonense es parte de la cultura afrocaribeña en general, y ha permeado a todo el país formando parte de nuestra multiculturalidad, a partir de que entrara al territorio nacional junto con los primeros migrantes, hace 137 años según relata Monestel.
Si tomamos el caso específico del “calipso limonense”, vemos cómo adquiere aquí características particulares el ritmo que antes solo relacionábamos con músicos foráneos como Harry Belafonte, por ejemplo.
Así como se habla de los “valses peruanos”, o mexicanos, existe un “calypso limonense”. Solo que es a partir de inicios de la década de los 80 que se comienza un proceso de revisión de la historia que al fin decreta un país multicultural e incluso multilingüístico y se publican textos desde esta perspectiva.
Autores como Víctor Hugo Acuña –explica Monestel— mencionan como anteriormente a ello se había inventado un país con habitantes únicamente blancos, de habla y costumbres hispanas, y se había excluido a las otras culturas que conforman el crisol donde se origina la riqueza cultural costarricense.
Por ejemplo, entre otras cosas, se había tomado una porción de la música folclórica guanacasteca y se le había decretado como “el folclore nacional”. Esto falseaba la realidad que luego, gracias a investigadores, artistas y estudiosos comienza a revelarse e incluso se hace visible en fenómenos como el boom del “chiquichiqui” una corriente musical costarricense que alcanzó gran presencia en la radio, además de que el pueblo la bailaba, y que estaba profundamente impregnada por el “calypso limonense”, aunque nadie le diera ese crédito.
Así es como se llega a la actual conciencia y a la referencia de Walter Gavit Ferguson cuando se habla de uno de los principales padres de nuestro calypso, el “Compay Segundo de Costa Rica”, como le han llamado al “calypsonian” de Cahuita, provincia de limón.
Es gracias a Manuel Monestel y su grupo “Cantoamérica”, que el “calypso limonense” se mantuvo vigente en Costa Rica, en Estados Unidos o en Europa, por donde quiera que el grupo iba ofreciendo conciertos.
Después entra al panorama musical del país el sello Papaya Music, quien posibilita que se grabe el primer CD de Walter Ferguson “Babylón”. La música de Ferguson se convierte en éxito internacional e interesa incluso a quienes la utilizan como banda sonora para un anuncio comercial.
Queda aún mucho por investigar y divulgar, según Monestel. Un estudio, por ejemplo, de la Escuela de Biología de la Universidad de Costa Rica, indica que el costarricense promedio tiene al menos un 9% de genes de origen africano. Este porcentaje —dicen— sube o baja, según la zona del país.
Incluso nuestro “gallopinto”, cuenta Monestel, es muy caribeño. “Todas las formas de cultura del Caribe tienen lo que aquí llamamos con aquel nombre, solo que con características y nombre diversos.
La literatura también hace su aporte a esta labor, como es el caso de las escritoras Tatiana Lobo y Ana Cristina Rosi, que escribieron novelas en las que se introducen en la cultura afrolimonense y otros músicos también se inspiran en ella y la difunden ahora.
El Caribe tico
*El libro de Manuel Monestel “Ritmo, canción e identidad” descubre un mundo poco conocido por nosotros a pesar de ser parte importante de nuestra cultura.
*Puede encontrarlo en librerías o a través del teléfono 280-1451 de la Editorial de la Universidad Estatal a Distancia.