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FORO DE LECTORES


La restricción vehicular

| Viernes 20 mayo, 2011


La restricción vehicular

Con el fin de solucionar en parte el problema de congestión vial en el casco metropolitano y ahorrar en combustibles, se procedió a establecer hace un tiempo la restricción de la circulación de automóviles basada en el dígito final de la placa.
Al principio y con algún sentido común la restricción se llevó a cabo durante las horas pico, en la mañana de 6.30 a 8.30 y en la tarde de 4.30 a 7.00.
Las leyes que rigen las teorías de tráfico, basadas en matemáticas y probabilidades, recomiendan en casos de sistemas congestionados, la aplicación de medidas que trasladen a horas no pico parte del tráfico concentrado en horas pico. El resultado es una mayor eficiencia en el uso de las vías y mitigar en parte las congestiones durante las horas de alto tránsito.
Sin embargo, a partir del 2 de mayo pasado se extendió la restricción vehicular a todo el día, borrando con el codo lo que se hizo con la mano. Restringir la circulación en hora no pico equivale a disminuir dramáticamente la eficiencia de la red vial y es a todas luces un adefesio que se contrapone a todas las teoría de tráfico.
Una persona puede trasladar una o dos horas sus horarios laborales para evitar la hora pico pero cancelar sus operaciones todo un día de la semana no solo no tiene sentido sino que la obliga a manejar distancias mayores evitando las zonas restringidas, con el consecuente aumento en gasto de combustible y pérdida de tiempo.
Desde el punto de vista macroeconómico, sacar de circulación diariamente el 20% de la flota vehicular equivale a una subutilización de la inversión por una mala o nula planificación vial. Es como si una aerolínea deje en tierra el 20% de sus aviones para ahorrar combustible. ¿Y el costo de la inversión de las unidades sin uso?
Definitivamente hay que enfocar el problema adecuadamente. La restricción es un parche mal puesto que, con el ingreso al país de unos 5 mil automóviles nuevos al mes, en poco tiempo estaremos en las mismas condiciones, con restricción, que enfrentamos ahora sin restricción. El verdadero problema consiste en que desde hace 40 años no existe un plan real y consistente de construcción de nuevas vías. Con contadas excepciones, tenemos los costarricenses las mismas calles de hace 40 años, cuando la flota vehicular era unas diez veces menor.
De los dos anillos de circunvalación que debieron terminarse para 1995, hoy no está concluido ni el primero. La autopista a Caldera, planeada hace más de un cuarto de siglo, apenas se concluyó, con los problemas técnicos de todos conocidos.
Adicionalmente, políticas erráticas de gobiernos anteriores eliminaron el sistema de trenes, inundando de camiones y furgones las ya maltratados y escasas carreteras. Afortunadamente el gobierno actual está reviviendo este sistema de transporte, pero los años perdidos difícilmente los recuperaremos.
No se han hecho las cosas bien y el destino nos está pasando la factura. Si de verdad se quiere solucionar el problema de circulación, no es con parches ni con ideas simplistas y mediocres que más bien empeoran la situación.
Es necesario llevar a cabo un plan vial serio, bien pensado y con carácter de urgencia. Hay que restablecer el sistema de trenes y mejorar el transporte colectivo lo antes posible, hay que asignar presupuestos adecuados para la construcción rápida y eficiente de nuevas carreteras y sin excusas. Cualquier cálculo ligero de impuestos en automóviles, marchamos y combustibles refleja varios miles de millones de colones diarios que engruesan las arcas del Estado pagados por los contribuyentes por concepto de transporte.
No hay excusa para que el gobierno no invierta adecuadamente en la red vial.

Mauricio Soto Samsó






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