La política frente al desencanto
| Sábado 23 febrero, 2013
Compromisos éticos y morales, programas y propuestas viables, equipos humanos idóneos, son aspectos indispensables para generar confianza
La política frente al desencanto
A las puertas del proceso electoral de 2014 el país presenta un panorama de desencanto y descontento similar al que enfrentó la campaña política para las elecciones de 2006.
Ahora, igual que entonces, los electores consideran que el gobierno no tiene un rumbo claro y que la persona que ejerce la presidencia de la República carece de liderazgo.
En la actualidad, los ciudadanos presenciamos atónitos y conmocionados constantes casos de corrupción que se le atribuyen a altos funcionarios públicos y dirigentes políticos, lo que nos hacen revivir la terrible pesadilla de los escándalos que involucraron en aquel tiempo a algunos expresidentes de la República.
Hoy, como ayer, ante ese desolador panorama, el desencanto, el enojo, la pérdida de confianza y el rechazo a la clase política es la consecuencia lógica.
En ambas ocasiones, la pérdida de credibilidad ha tenido efectos negativos sobre el nivel de gobernabilidad y las voces de la antipolítica se han multiplicado, con un tono de peligrosa agresividad, constituyéndose en un peligro real que atenta contra el sistema democrático que nos hemos dado como nación.
En la actual disyuntiva, similar a la de entonces, el gran reto de quienes aspiran a dirigir los destinos del país es enfrentar el desencanto, revalorizar la actividad política y recuperar la credibilidad de los costarricenses en sus dirigentes.
Así parece haberlo entendido don Johnny Araya, aspirante presidencial al que, hasta hoy, las encuestas le otorgan las mayores posibilidades de triunfo, quien en el acto de inscripción de su precandidatura “reconoció el reto de ganar la confianza de los costarricenses que dejaron de creer en la política”.
De igual manera, en la campaña de 2006, al postular su candidatura presidencial, el expresidente Óscar Arias expresó que su objetivo era “recuperar la confianza del pueblo en sus dirigentes políticos”.
La claridad de rumbo, de metas, así como la congruencia del discurso con la acción demostrada en el ejercicio del gobierno, principalmente en el tema del Tratado de Libre Comercio, TLC, con los Estados Unidos, le generaron al expresidente una buena valoración al final de su mandato y produjeron una mejoría de la confianza del pueblo hacia la clase política, que se reflejó en la campaña política de 2010, al disminuir el nivel de abstencionismo del 34,8% al 30,9%.
El augurio de un aumento del número de ciudadanos que se abstendrían de votar en las próximas elecciones, del que nos informan las encuestas, debe ser enfrentado con responsabilidad por los partidos y los líderes que competirán en ese proceso. Si bien es cierto, por múltiples razones, que es difícil retornar a los niveles del abstencionismo histórico, alrededor de un 20%, que se mantuvieron constantes de 1962 a 1994, el reto hoy es evitar que supere en mucho el del 30%.
Compromisos éticos y morales, programas y propuestas viables, equipos humanos idóneos, son aspectos indispensables para generar confianza, lograr la credibilidad del electorado y volcar el desánimo en entusiasmo y el desencanto en ilusión y esperanza.
Luis París Chaverri