La lejana ilusión de la licencia
Bruno Stagno bstagno@gmail.com | Viernes 18 octubre, 2013
Dosis de realidad
La lejana ilusión de la licencia
Vamos, para lograr un objetivo de vida primero hay que visualizar el momento, cierre sus ojos, vamos no sea tímido, hágalo, cierre sus ojos e imagine por un momento la escena... excelente, el oficial de tránsito se acerca y le indica -señor aquí está su licencia de conducir, felicidades-, y al fondo suenan los aplausos.
Un amigo tenía varios meses -quizás años- de prepararse física, mental y psicológicamente para hacer la tan esperada prueba práctica de manejo, luego de cientos o miles de intentos por conseguir una cita en cualquier plantel por medio de la modernísima página web habilitada para este fin, lo logró.
La prueba tuvo lugar en San Ramón, una tarde entre semana. Aunque la cita era a la 1:30 p.m. empezó el examen casi dos horas después. Antes de ella nadie había logrado -siquiera- salir del plantel. No era un buen augurio.
Luego de cumplir con el protocolo básico y hacer la prueba correctamente dentro del plantel, por fin el oficial de tránsito subió al carro, abrochó el cinturón de seguridad y le dijo -vamos a salir-, la licencia estaba un paso más cerca.
El viaje fue tranquilo, el conductor con extremo cuidado, hizo todos los altos, frenó aunque no viniera ningún carro, respetó los carriles y finalmente logró hacer todas las salidas sin que el carro se apagar o se ahogara.
El oficial guardaba un silencio sepulcral. Mi amigo lleno de incertidumbre no sabía si preguntarle cómo salió todo o esperar a que él le explicara el resultado de la prueba. No resistió la ansiedad. -¿Cómo me fue?- preguntó.
La respuesta le sorprendió tanto como el argumento. -No pasó la prueba, porque pasó a 26 km en una zona escolar de 25 km- explicó el funcionario.
Luego de un extenso debate, lleno de justificaciones del porque no le podía dar la licencia, la conversación llegó a un punto en el que los argumentos resultaron pobres. -Aunque no haya estudiantes usted debe suponer que por aquí caminan niños-, -Que pasa si usted viene rápido por aquí y le sale un estudiante de pronto-, -La ley de tránsito dice que bla, bla , bla...- se excusó el oficial.
Al final, mi amigo no obtuvo su licencia y aquella imagen descrita al inició de esta publicación se esfumó por completo. Queda la duda entonces ¿la prueba se pierde aunque el conductor la haya hecho bien porque el oficial inventa suposiciones banales que nunca ocurrieron en carretera?... así nadie tendrá licencia jamás.
Manuel Avendaño
mavendano@larepublica.net
@MavendanoLR