La justicia pronta
Carlos Denton cdenton@cidgallup.com | Miércoles 20 febrero, 2008
Carlos Denton
La semana pasada, Francisco Dall’Anese declaró que “la Isla del Coco está perdida” al referirse a la decisión de un juez de liberar 22 marineros de un pesquero de atún encontrado en las aguas del parque nacional costarricense. Al levantar una voz angustiada, el fiscal general estaba mostrando una frustración con el problema principal del sistema judicial; la realidad es que no hay justicia pronta en Costa Rica.
El país, símbolo en la América Latina del respeto a los derechos humanos, no quiere o no puede dejar bajo detención por un año o más a un grupo de extranjeros, mientras que se organiza y se lleva a cabo un juicio para determinar su inocencia o culpabilidad.
Con esta misma lógica de respeto a los derechos humanos, todos los días se sueltan cacos, que han robado en cantidades no mayores de ¢250 mil. Al no poder darles a estos un juicio en un periodo aceptable, se les suelta para que repitan estos robos hasta 50 o más veces. Las autoridades estiman que si pudieran detener 1.000 personas, y ellos saben quienes son, se podría reducir la criminalidad en el país en un 80%. La policía, en vez de estar deteniendo individuos de este mismo grupo de 1.000 todos los días, podría abocarse a buscar los criminales de atracos grandes.
No es solamente al criminal de pequeña cuantía al que deja el sistema judicial suelto, mientras que hay campo en la agenda para llevar a cabo un juicio. También ambulan por las calles personas acusadas de traficar con drogas en cantidades significativas, así como estafadores y otros que no usaron la violencia al llevar a cabo su acto criminal. Peor aún, a veces hasta los violentos quedan sueltos y repiten sus crímenes odiosos y en violación de los derechos humanos de sus víctimas.
Si no fuera tan triste, sería jocoso el comentario de un ladrón colombiano deportado la semana pasada por segunda vez. Repitiendo la frase de Arnold Schwarzenegger en la película “Terminator 2”, dijo este criminal sudamericano “regresaré”. Alegó que es “un vacilón” delinquir en Costa Rica porque, aunque lo agarren las autoridades, le sueltan para seguir robando.
Hay otro factor, aparte del de los derechos humanos, y es que no hay cárceles suficientes para albergar a todos los malhechores. La ironía de la cancelación del proyecto de la cárcel en Pococí, un centro de reclusión que tendrá que pagar el Estado costarricense sin tenerlo, es parte de una serie de eventos tragicómicos tropicales que vienen después a crear problemas para toda la ciudadanía.
¿Es falta de presupuesto para el sistema judicial lo que causa tanta demora en la realización de los juicios? O ¿es la fiscalía que no tiene recursos adecuados para preparar los casos y llevarlos a juicio? No importa si es una o la otra, o si es falta de recursos en otro punto del proceso; el Estado tiene que buscar y proveer lo necesario para devolver la paz al país.
Jean Jacques Rousseau argumentó en sus escritos del siglo XVIII que el hombre vive en sociedad, con todas las limitaciones que esta impone a su libertad, para obtener la seguridad. La situación que vive Costa Rica viola el mero principio declarado por este filósofo francés, y requiere solución inmediata. Para lograr esto, se necesita justicia pronta, algo que no hay ahora en el país, cuna de la democracia latinoamericana.
cdenton@cidgallup.com
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