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La incontrolable "deuda" política

| Sábado 07 julio, 2012


La incontrolable “deuda” política

La “deuda” política (¿deuda de quién y por qué?) es la obligación que impone el Estado a los ciudadanos de asumir los gastos en que incurren los partidos políticos en cada jornada electoral.
Es administrada conjuntamente por los partidos políticos y el Tribunal Supremo de Elecciones. La razón de su creación fue la premisa de que ciertos partidos podrían gozar de grandes contribuciones voluntarias dejando en desventaja a aquellos que no las recibieran.
Con ese tributo cada partido tendría lo suficiente para financiar sus campañas en proporción a su afluencia de votos, ya que el número de votos obtenido es lo que al fin determina la cantidad de dinero a que tienen derecho de ese impuesto.
Pero siempre vemos cómo los partidos políticos se exceden en sus gastos, hacen gastos inútiles, o lo peor, tratan de cobrar gastos que no fueron realizados, casos estos últimos tan graves que los han llevado a enfrentar denuncias penales por estafas contra sus personeros, que han cobrado esos dineros en perjuicio de los costarricenses y que actualmente se procesan en los Tribunales de Justicia.
También es notorio que ciertos jerarcas de partidos políticos aparentemente están usufructuando y llenando sus arcas personales con esos dineros cobrados al TSE, el cual alega tener los controles suficientes para que esas cosas no sucedan; pero la prueba es que si hay denuncias por estafas algo está pasando.
Pareciera además muy tentador, cuando actualmente dicha deuda asciende a muchos miles de millones de colones, y dado el grado de corrupción y desfachatez a que han llegado los políticos, que más de un jerarca con poderes en un partido quieran vivir a sus anchas de la deuda política, la cual por su naturaleza matemática tiende a crecer en cada jornada electoral, ya sea que su partido gane o no las elecciones.
El segundo argumento más reciente para mantener ese impuesto tan cuestionado es evitar que dineros lavados del narcotráfico se filtren hacia los partidos.
Pero, ¿quién asegura de que a pesar de la deuda política eso no está sucediendo hace ya bastante tiempo? Todos los indicios apuntan a que así es, pero de forma elaborada, como suele trabajar el narcotráfico, tratando de dejar el menor rastro posible.
Creo que el primer problema se eliminaría fácil y definitivamente reglamentando las contribuciones voluntarias de los ciudadanos a cada partido, con tope máximo, y con la colaboración cruzada entre el TSE y los datos contables que aporte el Ministerio de Hacienda.
Y si el problema del narcotráfico es tan difícil de eliminar por la naturaleza misma de la actividad, lo será con la existencia de la deuda política o sin ella sobre los hombros de los costarricenses.
Tomando en cuenta ambas premisas, no tiene absolutamente ningún sentido seguir manteniendo esa “deuda” que tiene todos los matices para ser considerada vergonzosa e inmoral y debe ser eliminada.

Alvaro Cordero Yannarella





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