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La importancia de las instituciones para el mercado

Leiner Vargas lvargas@una.ac.cr | Martes 04 octubre, 2016


Al país le urge mejorar su institucionalidad para que las reglas del juego y los incentivos premien la innovación y la competencia y no la captura de rentas mediante el lobby y la corrupción

Reflexiones

La importancia de las instituciones para el mercado

Por muchos años la ciencia económica se ha preocupado por los factores que afectan el crecimiento y el bienestar de la sociedad. No en pocas ocasiones se pone gran relevancia en el papel de la competencia y del mercado, asumiendo que mercados libres y competitivos nos llevan a mayores niveles de eficiencia y en general, mayor productividad y bienestar social. Muy pocas veces nos damos a la tarea de pensar el papel que juegan las instituciones y su funcionamiento en los resultados de progreso económico y social de una país. Por lo general, es un tema dado como un dato por la economía convencional y se atribuye, más a los factores de la producción y su calidad, las posibilidades de expansión de la productividad total.
Si bien es cierto una de las fuerzas motoras del crecimiento económico son la creatividad y la innovación y dichas fuerzas, operan con mayor fuerza en un entorno que propicia la competencia, tal como ha sido descrito por Shumpeter, pocas veces nos damos a la tarea de entender el marco institucional, es decir, las reglas del juego formales e informales, en medio de las cuales dichos mercados y fuerzas competitivas operan. No es casualidad que en el caso de Costa Rica, donde la gran mayoría de los mercados operan en condiciones precarias de competencia, no porque existan pocos competidores, sino porque las normas del juego no propician la misma. Se trata entonces de una situación intrínseca a los mercados que no permite aprovechar las grandes ventajas que la competencia genera.
Ya sea que se trate de un monopolio u oligopolio público o que sea un consorcio privado, las organizaciones tratan permanentemente de evitar y de protegerse contra sus competidores. Empero, si los costos de transacción y de hacer operativa la competencia son mayores a los costos del lobby que significa mantener protegidos los mercados, seguramente terminaremos por propiciar la existencia de grandes oligopolios y monopolios públicos y privados. Muchos de estos oligopolios son el resultado de excesivas regulaciones o de escandalosas prebendas que se brindan mediante la política pública ya sea a través del control de la entrada, los precios y las características técnicas de los bienes y servicios que se ofrecen en el mismo.
Cuando la sociedad se encuentra atrapada y capturada por este fenómeno llamado grupos de interés, la mejor forma de resolverlo es garantizar más transparencia, apertura y discusión pública, de tal forma que las elecciones públicas y privadas tengan mayores espacios para escrutinio, dónde definir, qué opciones tomar y cuales no. Entonces, más que privatizar, liberalizar o ampliar la gama de actores en los mercados, es crecientemente necesario mejorar los espacios para la regulación social y para la participación activa de los ciudadanos en la elección social. Dicho de otra forma, nuestras sociedades requieren hoy más democracia para mejores mercados.
Así las cosas, ampliar las bases para la identificación, definición, ejecución, seguimiento y evaluación de los proyectos y políticas públicas es un paso crucial para mejorar los resultados del Estado en el ámbito nacional y local. Propiciar más mercado, sin entender la naturaleza sistémica del mismo, asociada con el marco institucional formal e informal en que opera, es una ilusión que puede provocar peor resultados que los que intenta prevenir. Fortalecer las bases institucionales democráticas en que operan los mercados es crucial para mejorar la innovación, la creatividad y propiciar una razonable competencia entre los actores del mismo.
Podríamos dar muchos ejemplos de cómo operan estos mecanismos de ampliación de los derechos democráticos y de cómo afectan, la vida de la sociedad. En Costa Rica los casos recientes de Recope y su fallida refinería, la situación de Banca Mujer y su cuestionable estrategia en el Banco de Costa Rica, los recientes fallidos intentos de ICE y Telefónica de imponer tarifas por descarga en el mercado de Internet móvil a través de Sutel o los intentos del gremio de los médicos para imponer tarifas mínimas por los servicios de salud, son ejemplos que marcan una tendencia creciente al escrutinio social de las elecciones corporativas y su control social. Estar abierto a este tipo de mecanismos sociales nos hace más y mejores como sociedad, a pesar de que les haga la vida más difícil a los grupos corporativos que intentan dominar o mantener sus privilegios, desde la captura de la institucionalidad pública.
Mejores mercados implica entonces una mejor democracia más que más competidores o más apertura a la competencia. Dicho de una forma distinta, al país le urge mejorar su institucionalidad para que las reglas del juego y los incentivos premien la innovación y la competencia y no la captura de rentas mediante el lobby y la corrupción. Si bien no es una tarea fácil, advertir a la sociedad de este nuevo papel en la mejora de la institucionalidad es y debe seguir siendo un tema central en la mejora y búsqueda de mayor productividad.

Dr. Leiner Vargas Alfaro
www.leinervargas.com

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