La hora de afianzar democracias
| Lunes 10 septiembre, 2012
Con democracias maduras y buenos gobiernos estaremos en condiciones de mantener un diálogo productivo y justo con otros países, incluidas las potencias, como socios respetuosos
La hora de afianzar democracias
Ante los discursos en estos días de los candidatos Obama y Romney, en busca de convencer a los votantes en las próximas elecciones de Estados Unidos, muchos costarricenses se hacen la misma pregunta acerca del interés o desinterés de estos políticos por América Latina.
No es extraño que a nivel popular surjan estos interrogantes, acostumbrados como estamos a que de alguna forma debemos siempre depender de la buena voluntad de una potencia mundial. No de una sola, por cierto, puesto que ya hemos recibido ayudas económicas de otras, y más recientemente de China.
Pareciera sin embargo que ya no es válido preguntarse por el interés de Estados Unidos por América Latina, porque la región hoy tiene bloques de diferentes posiciones —desde las más inclinadas hacia la izquierda hasta las de fuerte derecha, pasando por una serie de matices en lo que algunos denominan centro— que no permiten verla como una sola cosa, sino como un interesante abanico.
La realidad es que Estados Unidos ha establecido acuerdos bilaterales de libre comercio con algunos países, hechos a los cuales sí prestó la debida atención y por lo cual se puede decir que en estas áreas al menos la influencia de esa potencia del norte continuó o más bien se incrementó.
Sin embargo, son los países de Latinoamérica los que deberían haber madurado ya democracias lo suficientemente sólidas y con una institucionalidad igualmente consistente para dejar en el pasado la permanente inquietud por las ayudas de las potencias del mundo, para así dedicar su energía a trazar rumbos correctos y trabajar con ahínco, con decencia, por su presente y futuro.
Para esto lo principal es reconocer las grandes fallas y enmendarlas. Por lo demás, los países de la región tienen riqueza suficiente para generar prosperidad y una mejor vida para sus habitantes, a condición de que abandonen sus gobiernos prácticas inconvenientes mantenidas a veces, como sabemos, y que en muchos casos han impedido aún los mayores logros.
Es así como estaremos en condiciones de mantener un diálogo productivo y justo con cualquier otro país, incluidas las potencias, como socios respetuosos.