La unión hace la fuerza
Redacción La República redaccion@larepublica.net | Miércoles 12 marzo, 2008
En los próximos días, el 13 y 14 del presente mes, los presidentes de Nicaragua y Costa Rica tendrán una reunión de la comisión binacional en el municipio nicaragüense de Granada.
Bien dice la sabiduría popular que con los vecinos hay que tener cordiales relaciones puesto que siempre lo serán. En el caso de las naciones, con mayor razón ya que esas buenas relaciones pueden ser el terreno abonado para sembrar, cuidar y cosechar proyectos binacionales que beneficien a ambos países y, muy especialmente a los pobladores de las zonas fronterizas.
En el caso de los mandatarios Daniel Ortega y Oscar Arias, pareciera que lo mejor sería empezar por los puntos en común y no por las diferencias.
Puesto que existen tópicos importantes y de mucho interés para ambos países, como por ejemplo las agendas de turismo y ecología, los acuerdos a que puedan llegar los gobernantes podrían significar el inicio de desarrollos que los motiven a continuar por esa vía de diálogo y mutua colaboración.
En materia de turismo, ambos países cuentan con recursos en sus zonas fronterizas como para iniciar proyectos binacionales de turismo rural, que podrían atraer el interés de las agencias y generar un desarrollo que signifique conservación de las culturas y empleo a los habitantes de esas zonas, además de incrementar las buenas relaciones entre ambos pueblos.
El tema ecológico, también permite dejar de lado cualquier diferencia y abocarse a proteger, conservar e implementar acciones que garanticen la permanencia de esos valiosos recursos como las áreas silvestres prioritarias y la biodiversidad.
Por otra parte, es preciso abordar la necesidad de establecer un acuerdo que facilite la entrada a Costa Rica de nicaragüenses con permisos temporales de trabajo, que llenen la demanda nacional en ese sentido pero de manera controlada y no en forma irregular.
Paralelamente a esto y puesto que se ha anunciado el lanzamiento de una comisión técnica binacional para un programa de desarrollo fronterizo, muchas otras ideas pueden ser llevadas a la práctica en un momento en que la creatividad y la cooperación pueden potenciar lo mejor de cada país para beneficio de ambos pueblos.
Las zonas fronterizas han sido y son, de manera espontánea y no planificada, centros de fuerte intercambio de culturas y el encauzar esas potencialidades por medio de proyectos bien planificados y controlados es una forma de consolidar relaciones cada vez mejores entre los pobladores de ambos países, con un saldo de indudable beneficio.