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La ruta de la modernización del transporte público. Segunda Parte.

Bernal Rodríguez redaccion@larepublica.net | Jueves 05 enero, 2023


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Bernal Rodríguez

Presidente

Cámara Nacional de Buses (Canabus)

El cambio es el proceso por el cual el futuro invade nuestras vidas. Alvin Toffler

Anteriormente indique que la ruta de la modernización del transporte público inicia con la innovación tecnológica más importante de este siglo: el pago electrónico. No se puede pasar por alto, ni ignorar el mayúsculo esfuerzo por parte de la institucionalidad para llevar desarrollar este sistema de pago. Y es que esto es vital para el desenvolvimiento de la actividad, pues es bien entendido que sin tener una adecuada salvaguarda del recaudo, la confianza de las inversiones para impulsar la modernización y construcción del ecosistema de electromovilidad, tendrían mucho más riesgo, y todos sabemos que ¡no hay nada mas cobarde de un millón de dólares! entonces, corresponde elevar la confianza a través de un recaudo oportuno, para que las inversiones lleguen diáfanamente al cause de la industria y dar así el inequívoco salto competitivo inmerso en la electromovilidad, pero antes de avanzar un poco de contexto siempre es necesario.

Nuestro país siempre se ha caracterizado a nivel mundial, por tomar acciones en temas ambientales que lo han diferenciado absolutamente de sus pares. Costa Rica es uno de los veinte países con la más alta diversidad de plantas y animales del mundo; dispone por ley del 25% del territorio dentro de las Áreas Silvestres Protegidas (ASP) y nuestra matriz energética es generada en el 98% con fuentes renovables; hemos, indudablemente alcanzado metas ambientales extraordinarias. Simultáneamente también hay también retos ineludibles, por ejemplo, para el año 2021 las emisiones de CO2 se incrementaron 11,55% respecto de 2020, ubicando a Costa Rica en la posición 68 de los 184 países que participan en estas mediciones, Las emisiones per cápita alcanzan las 1,59 toneladas métricas por habitante. Así mismo, se estima que más del 40% de las emisiones de gases de efecto invernadero corresponden a la actividad transporte, mismas que crecen a la asombrosa tasa de tres dígitos interanualmente, según la Dirección de Cambio Climático.

Los datos anteriores entran en contradicción con nuestras creencias protectoras medioambientales, por un lado somos capaces de producir energía limpia para industrias, casas de habitación y comercios pero nos movilizamos por nuestras calles con derivados el petróleo, llenando de humo y gases contaminantes el medio ambiente ¡vaya contradicción!. Por suerte, aquí es donde el transporte público, debido a su naturaleza de servicio público, de amplio y masivo alcance, pueda ofrecer una potente solución a este nudo gordiano, a este trade off entre la movilidad y a la emisiones de gases contaminantes. La creación de un ecosistema de electromovilidad en el transporte público es la solución.

Este ecosistema debe enfocarse en crear un acuerdo tripartita (usuario-regulador/rector-operador), donde el usuario obtenga beneficios tangibles de la implementación (menor ruido y menores emisiones de gases contaminantes), el regulador/rector logre vía políticas publicas y regulatorias mejorar la eficiencia del funcionamiento del mercado (logrando tarifas que reflejen adecuadamente el costo del servicio), y que los operadores se garanticen un retorno por la inversión realizada (que existan metodologías para garantizar el retorno de estas inversiones).

Cualquier propuesta que no logre consensuar este acuerdo tripartita, tiene signado inequívocamente el fracaso desde su inicio. Garantizar un adecuado equilibrio requiere de construir algo que nuestras políticas públicas olvidan con frecuencia sorprendente, esto es la construcción de verdaderos procesos. Estos procesos que deben seguir y robustecer la tradición democrática de la participación, la transparencia, el diálogo y el consenso con todos actores. Este es un buen momento para corregir las elucubradas propuestas basadas en ideologías caducas así como el cantinflesco lenguaje usualmente presente en los temas de modernización por tanto, la electromovilidad debe blindarse con un verdadero proceso, para evitar la persistente contumacia evidenciada por años en la Administración.

¿y porqué Costa Rica debe enfocar su esfuerzo en transitar rápidamente hacia la electromovilidad?

Costa Rica no puede seguir "tirando la bola para adelante" en especial en este tema. Recientemente nuestro país ha ganado el premio al país más deseable (wanderlust) de gran importancia para la atracción del turismo internacional; lo cual asienta aun más nuestro marketing global de vendernos como "destino verde y sostenible", pero adicional a todo esto, tenemos que dar el salto de calidad como objetivo de competitividad internacional, como ruta a la carbono neutralidad, porque es allí donde reside nuestro nuevo modelo económico de desarrollo, en la sustentabilidad del medio ambiente. Además, es justamente alrededor de las transformaciones productivas amigables con el ambiente, las cuales en complemento con la tecnología, crean los mercados de mayor valor económico del mundo, ir en dirección contraria sería un craso error y un retroceso en nuestro buen avance hasta el momento.

Los beneficios de meter acelerador a la electromovilidad son evidentes. El mismo BID en su evaluación de los costos y beneficios de la descarbonización de la economía allá en el año 2020, identifica que para implementar el plan de descarbonización se identifican costos de inversión relacionados con las inversiones de transformación tecnológica, los costos de oportunidad relacionados con la conservación del bosque, pero se observa que echado a andar el plan, los beneficios superan con creces los costos (inversión y oportunidad) en diversos escenarios simulados, transformando la función de producción nacional y elevando el PIB varios puntos porcentuales; sobra decir, creando nuevas y mejores oportunidades, empleos directos e indirectos, además de la evidente transformación social inmersa en este avance tecnológico.

A todas luces es claro que el mayor de impacto tanto en las grandes reducciones de emisiones y grandes beneficios económicos, están centrados en el transporte. Costa Rica no puede mantener una relación guerrillera con el medio ambiente sobre todo en los temas de transporte, el tiempo ha llegado y tenemos todas las de ganar en el campeonato mundial de la conservación medio ambiental, si bien en el ámbito de los vehículos personales ya se ha caminado a bien ritmo, el transporte público necesita "poner el bus a andar". Fraguar una nueva realidad siempre es posible, pero es requerida hacer la quijotada, para lograr como dice Toffler, que el futuro invada nuestras vidas.

¿Qué falta en el transporte público para crear el ecosistema de la electromovilidad?

Lo primero que debemos señalar es que la tecnología ya está suficientemente probada, y funciona de mejor forma que los modelos de autobuses impulsados por combustión. Esto debido a que un vehículo eléctrico tiene muchísimas partes y componentes menos que un autobús de combustión tradicional, y esto se traduce indudablemente en menores costos operativos; esto es una buena noticia.

Por otro lado ya existen muchos actores vinculados al sistema financiero y a la promoción del desarrollo económico interesado en servir como pilar financiero, por medio de propuestas creativas para hacer realidad el proyecto, el acceso a la tecnología y el andamiaje necesario para asegurar su éxito. Tener una propuesta creativa de financiamiento, incentivos correctos a los actores y sobre todo visión de largo plazo es vital. ¡no podemos verter en vino nuevo en odres viejas!

Desde el lado institucional se necesita trabajar concienzudamente en el plazo de la concesión así como definir con precisión en cuales rutas a nivel nacional utilizaran autobuses eléctricos. Importante también terminar por desarrollar el modelo de cálculo tarifario por parte del ente regulador, asunto de capital importancia para la garantizar el retorno de las inversiones.

Finalmente si es necesario impulsar un acercamiento real y sensato con los operadores; es bien entendido que la novedad y el cambio, siempre tiene una natural resistencia. Más allá de esta barrera, está un nuevo estadio de desarrollo de la actividad, pero es necesario crear una visión compartida y una adecuada distribución de los riesgos y costos.

Es claro, que una vez la industria del transporte público salga de esta inercia, y comience su necesaria modernización con la electromovilidad, superará el páramo desolado que ha dejado la pandemia, recuperará la competitividad para ofrecer al usuario una nueva propuesta de valor, así como retomar centralidad estratégica nacional en las políticas públicas y en el ordenamiento del territorio, sin duda habrá nuevos escenarios y prometedoras oportunidades, un paso significativo para remozar los bastiones de esta noble actividad económica.








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