La patria que queremos
| Lunes 19 mayo, 2008
La patria que queremos
La patria que queremos y necesitamos es una patria en paz, segura, incluyente, una que brinde oportunidades a todos y a todas, que proteja especialmente a los más desvalidos. En esa patria, la solidaridad y las mejores experiencias de nuestra historia no pueden faltar, son el material, el barro fundamental en la construcción del moderno y educado país que deseamos para nuestros hijos e hijas.
Una nación que cuente y exista verdaderamente en el concierto del llamado, hoy día, mundo globalizado, debe de contar con ciudadanos muy bien formados ética, moral y académicamente. La educación es el pilar fundamental para la existencia decorosa y para el éxito de los pueblos. La moral y la ética se aprenden básicamente en la casa, en la familia, lo cual implica que hay que proteger de manera especial a esta última institución.
La solidaridad social conlleva un desprendimiento, por lo tanto, debe ser regulada con legislaciones que induzcan a cada uno a contribuir de acuerdo a sus posibilidades materiales, necesariamente en forma ascendente, según se disponga de riqueza. La solidaridad es requisito para que una sociedad funcione integralmente, con el fin de proteger a los conciudadanos que por su propia naturaleza, son más débiles física y mentalmente.
La seguridad y el respeto al derecho ajeno es un subproducto de la educación, de las posibilidades de ascenso social y de acceso a la riqueza que la misma sociedad produce. El empleo decorosamente remunerado, la educación de calidad para todos, las posibilidades de sano esparcimiento y la integración familiar, no producen distorsiones en las mentes de los hombres, ciertamente la delincuencia disminuye y el resultado se llama seguridad.
La historia de la patria es el libro obligado de consulta para construir el presente y el futuro. Las líneas fundamentales de la vida de la nación están en sus libros de historia, en los hechos de sus mejores hombres y mujeres. Sabemos que la historia es una corriente indivisa con la cual y por la cual vamos navegando y retroalimentando en nuestro viaje. A veces los cambios de timón son válidos y necesarios, pero siempre y cuando la población en su conjunto y en su actuar democrático los acepte y los resista, o que al menos esté dispuesta a arriesgarse, en busca de mejores rumbos.
La patria la edificamos todos, con nuestro trabajo diario, con nuestras opiniones, con nuestros debates y fundamentalmente con nuestro respeto y amor al prójimo.
Con disciplina y tesón construiremos lo que todos anhelamos. Hoy, repitamos aquello que en unas pocas palabras resumió el célebre Benemérito de las Américas, Don Benito Juárez al triunfar la República: “encaminemos ahora todos nuestros esfuerzos a obtener y a consolidar los beneficios de la paz. Bajo sus auspicios, será eficaz la protección de las leyes y de las autoridades para los derechos de todos los habitantes de la República. Que el pueblo y el gobierno respeten los derechos de todos. Entre los individuos, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz".
Johnny Sáurez Sandí
Abogado y Notario
La patria que queremos y necesitamos es una patria en paz, segura, incluyente, una que brinde oportunidades a todos y a todas, que proteja especialmente a los más desvalidos. En esa patria, la solidaridad y las mejores experiencias de nuestra historia no pueden faltar, son el material, el barro fundamental en la construcción del moderno y educado país que deseamos para nuestros hijos e hijas.
Una nación que cuente y exista verdaderamente en el concierto del llamado, hoy día, mundo globalizado, debe de contar con ciudadanos muy bien formados ética, moral y académicamente. La educación es el pilar fundamental para la existencia decorosa y para el éxito de los pueblos. La moral y la ética se aprenden básicamente en la casa, en la familia, lo cual implica que hay que proteger de manera especial a esta última institución.
La solidaridad social conlleva un desprendimiento, por lo tanto, debe ser regulada con legislaciones que induzcan a cada uno a contribuir de acuerdo a sus posibilidades materiales, necesariamente en forma ascendente, según se disponga de riqueza. La solidaridad es requisito para que una sociedad funcione integralmente, con el fin de proteger a los conciudadanos que por su propia naturaleza, son más débiles física y mentalmente.
La seguridad y el respeto al derecho ajeno es un subproducto de la educación, de las posibilidades de ascenso social y de acceso a la riqueza que la misma sociedad produce. El empleo decorosamente remunerado, la educación de calidad para todos, las posibilidades de sano esparcimiento y la integración familiar, no producen distorsiones en las mentes de los hombres, ciertamente la delincuencia disminuye y el resultado se llama seguridad.
La historia de la patria es el libro obligado de consulta para construir el presente y el futuro. Las líneas fundamentales de la vida de la nación están en sus libros de historia, en los hechos de sus mejores hombres y mujeres. Sabemos que la historia es una corriente indivisa con la cual y por la cual vamos navegando y retroalimentando en nuestro viaje. A veces los cambios de timón son válidos y necesarios, pero siempre y cuando la población en su conjunto y en su actuar democrático los acepte y los resista, o que al menos esté dispuesta a arriesgarse, en busca de mejores rumbos.
La patria la edificamos todos, con nuestro trabajo diario, con nuestras opiniones, con nuestros debates y fundamentalmente con nuestro respeto y amor al prójimo.
Con disciplina y tesón construiremos lo que todos anhelamos. Hoy, repitamos aquello que en unas pocas palabras resumió el célebre Benemérito de las Américas, Don Benito Juárez al triunfar la República: “encaminemos ahora todos nuestros esfuerzos a obtener y a consolidar los beneficios de la paz. Bajo sus auspicios, será eficaz la protección de las leyes y de las autoridades para los derechos de todos los habitantes de la República. Que el pueblo y el gobierno respeten los derechos de todos. Entre los individuos, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz".
Johnny Sáurez Sandí
Abogado y Notario