La oportunidad árabe
| Sábado 29 marzo, 2008
La oportunidad árabe
Uno de los aciertos de la gestión del canciller Bruno Stagno ha sido tender puentes hacia el mundo árabe. Desde setiembre de 2006, Costa Rica ha normalizado relaciones diplomáticas con Egipto, Bahréin, Jordania, Kuwait, el Líbano, Yemen, Omán y recientemente con Palestina. Pese a la lejanía de estos países, su importancia económica y geopolítica es primordial en el mundo contemporáneo.
Aunque los recursos económicos y logísticos con que cuenta el Ministerio de Relaciones Exteriores son muy limitados, nuestro país no puede seguir careciendo de una estrategia política hacia Oriente Medio y el mundo árabe. La normalización de las relaciones exteriores ha sido una decisión muy oportuna, pero debe ser apenas el primero de una serie de pasos destinados a estrechar nuestra relación con esa parte del mundo, cuyo potencial en términos de inversiones y comercio es enorme. Los países miembros del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG), Bahréin, Kuwait, Omán, Qatar, Arabia Saudita y Emiratos Arabes Unidos viven una bonanza económica espectacular gracias a los altos precios del petróleo que, solo en los últimos cinco años les ha generado ingresos que alcanzan los US$1,5 mil billones, según el Instituto de Finanzas Internacionales.
Este potencial económico convertiría a esta región en la sexta economía más grande del mundo hacia 2030. Los países del CCG han invertido alrededor de US$400 mil millones en Estados Unidos y Europa, pero han empezado también a invertir en otras regiones como Africa e incluso América Latina.
Resulta muy significativo que El Salvador, que al igual que Costa Rica reestableció relaciones diplomáticas con varios países árabes después de trasladar su embajada de Jerusalén a Tel Aviv, ya ha abierto una embajada en Qatar y ha negociado con este país, acuerdos de inversión que rondan los $300 millones, que serían destinados especialmente a infraestructura. Los Emiratos Arabes Unidos, a través de su empresa Dubai Ports World (DPW), también están interesados en los proyectos portuarios del país. El presidente Antonio Saca incluso ha realizado una visita a Egipto y Jordania que aseguró varios acuerdos de cooperación en turismo, comercio e inversión.
Igualmente Panamá parece empezar a sacar provecho de la oportunidad árabe. El viceprimer ministro de Qatar, Abdullah Bin Hamad Al Attiyah, ha visitado el país con el objetivo de impulsar la construcción de una refinería de petróleo en asociación con la estadounidense Occidental Petroleum (OXY).
Fortalecer las relaciones con el mundo árabe es algo que también han venido haciendo los países de América del Sur, especialmente desde la cumbre de presidentes sudamericanos y árabes realizada en Brasilia en mayo de 2005. Este acercamiento ha favorecido el incremento del comercio entre ambas regiones, que pasó de $8 mil millones en 2004 a $13 mil millones en 2007.
El pasado 21 de febrero culminó en Buenos Aires la reunión de cancilleres sudamericanos y árabes que discutió una agenda de fomento de inversiones y de cooperación científica y cultural. En este marco, el MERCOSUR decidió iniciar negociaciones comerciales con Marruecos y avanzar hacia la firma de un tratado de libre comercio con el CCG.
Estos hechos resaltan el potencial económico de esta parte del mundo y las oportunidades que podría aprovechar un país como Costa Rica. Se hace necesario que el Gobierno costarricense dé continuidad al esfuerzo diplomático ya iniciado, pero no basta con establecer un mecanismo de consultas políticas con la Liga Arabe. Se requiere además una estrategia comercial y de atracción de inversiones en la que, junto con la Cancillería, se involucren COMEX y CINDE.
Las posibilidades son muchas, si Costa Rica no las aprovecha, alguien más lo hará.
Sergio I. Moya Mena
Profesor Escuela de Ciencias Políticas, UCR
Uno de los aciertos de la gestión del canciller Bruno Stagno ha sido tender puentes hacia el mundo árabe. Desde setiembre de 2006, Costa Rica ha normalizado relaciones diplomáticas con Egipto, Bahréin, Jordania, Kuwait, el Líbano, Yemen, Omán y recientemente con Palestina. Pese a la lejanía de estos países, su importancia económica y geopolítica es primordial en el mundo contemporáneo.
Aunque los recursos económicos y logísticos con que cuenta el Ministerio de Relaciones Exteriores son muy limitados, nuestro país no puede seguir careciendo de una estrategia política hacia Oriente Medio y el mundo árabe. La normalización de las relaciones exteriores ha sido una decisión muy oportuna, pero debe ser apenas el primero de una serie de pasos destinados a estrechar nuestra relación con esa parte del mundo, cuyo potencial en términos de inversiones y comercio es enorme. Los países miembros del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG), Bahréin, Kuwait, Omán, Qatar, Arabia Saudita y Emiratos Arabes Unidos viven una bonanza económica espectacular gracias a los altos precios del petróleo que, solo en los últimos cinco años les ha generado ingresos que alcanzan los US$1,5 mil billones, según el Instituto de Finanzas Internacionales.
Este potencial económico convertiría a esta región en la sexta economía más grande del mundo hacia 2030. Los países del CCG han invertido alrededor de US$400 mil millones en Estados Unidos y Europa, pero han empezado también a invertir en otras regiones como Africa e incluso América Latina.
Resulta muy significativo que El Salvador, que al igual que Costa Rica reestableció relaciones diplomáticas con varios países árabes después de trasladar su embajada de Jerusalén a Tel Aviv, ya ha abierto una embajada en Qatar y ha negociado con este país, acuerdos de inversión que rondan los $300 millones, que serían destinados especialmente a infraestructura. Los Emiratos Arabes Unidos, a través de su empresa Dubai Ports World (DPW), también están interesados en los proyectos portuarios del país. El presidente Antonio Saca incluso ha realizado una visita a Egipto y Jordania que aseguró varios acuerdos de cooperación en turismo, comercio e inversión.
Igualmente Panamá parece empezar a sacar provecho de la oportunidad árabe. El viceprimer ministro de Qatar, Abdullah Bin Hamad Al Attiyah, ha visitado el país con el objetivo de impulsar la construcción de una refinería de petróleo en asociación con la estadounidense Occidental Petroleum (OXY).
Fortalecer las relaciones con el mundo árabe es algo que también han venido haciendo los países de América del Sur, especialmente desde la cumbre de presidentes sudamericanos y árabes realizada en Brasilia en mayo de 2005. Este acercamiento ha favorecido el incremento del comercio entre ambas regiones, que pasó de $8 mil millones en 2004 a $13 mil millones en 2007.
El pasado 21 de febrero culminó en Buenos Aires la reunión de cancilleres sudamericanos y árabes que discutió una agenda de fomento de inversiones y de cooperación científica y cultural. En este marco, el MERCOSUR decidió iniciar negociaciones comerciales con Marruecos y avanzar hacia la firma de un tratado de libre comercio con el CCG.
Estos hechos resaltan el potencial económico de esta parte del mundo y las oportunidades que podría aprovechar un país como Costa Rica. Se hace necesario que el Gobierno costarricense dé continuidad al esfuerzo diplomático ya iniciado, pero no basta con establecer un mecanismo de consultas políticas con la Liga Arabe. Se requiere además una estrategia comercial y de atracción de inversiones en la que, junto con la Cancillería, se involucren COMEX y CINDE.
Las posibilidades son muchas, si Costa Rica no las aprovecha, alguien más lo hará.
Sergio I. Moya Mena
Profesor Escuela de Ciencias Políticas, UCR