La juventud es la fuerza del cambio
Jack Loeb jackloeb23@gmail.com | Jueves 09 junio, 2022
Por: Jack Loeb Casanova.
Empresario turístico.
Los jóvenes y la educación son los activos más valiosos de cualquier sociedad; juntos son una fuerza que cambia el mundo.
Si solo se vive una vez, como dicen algunos, debemos aprovechar esa hermosa etapa de la vida y vivirla con intensidad pues no volveremos a pasar por ese camino.
La juventud es tiempo de oportunidades, de aprendizaje, de experiencias, de libertad y, en especial, de pensamiento para tomar conciencia del lugar que deseamos tener en la sociedad.
Cuando uno es joven sabe lo que no quiere, antes de saber lo que realmente quiere; pero la juventud se va y no vuelve más, por eso debemos de aprovechar esa energía creativa.
Quienes llevan estadísticas aseguran que los jóvenes son el grupo humano más numeroso en el planeta; se estima en 1,800 millones de personas, entre los 10 y los 24 años. Esa cantidad crece más cada día.
¿Cuál son las características esenciales del joven? Yo diría que contemplar el mundo y querer mejorarlo; de ahí que todos en la juventud fuéramos idealistas, y creyéramos en un mañana luminoso.
Buscar la independencia, económica sobre todo y de nuestros padres; abrir nuevos espacios; buscar otros horizontes y hablar mucho -durante horas- con nuestros amigos, podrían agregarse a esas señales que identifican al joven.
Desde la antigüedad, los jóvenes daban la misma lata que actualmente. En el siglo V a.C, Sócrates, el gran filósofo griego, se quejaba así: “Los jóvenes son unos tiranos, contradicen a sus padres y faltan al respeto a sus maestros.”
Esto no ha variado mucho en 2,500 años. Tal vez porque ser joven conlleva la contradicción y el sincero deseo de romper los moldes, plantear nuevos paradigmas y materializar los sueños que llevan en su corazón.
De esa contradicción y el sincero deseo de innovar es de donde surge la verdadera naturaleza y la fuerza del cambio que representan todos los jóvenes.
Debemos promover una juventud basada en valores: el respeto, la honestidad, el coraje, la responsabilidad, la disciplina, el sacrificio, que se expresen en sus acciones diarias, y los conduzcan por el camino de la excelencia.
Fomentemos el trabajo digno como fuente de satisfacción personal y de crecimiento profesional; propiciemos la formación, no solo técnica, si no en habilidades y actitudes.
Demos orientación adecuada, como padres -principalmente- pero ante todo como amigos de nuestros hijos, con el respeto del caso para que ellos sientan la seguridad necesaria en sus proyectos personales y en su vocación.
Alentemos una sana ambición, para que trabajen por lograr sus metas en todos los ámbitos de la existencia, y reconozcan que todo es posible de lograr si se empeñan y son constantes.
La juventud es un tesoro que solo podemos gastar una vez, y nunca más volvemos a recuperar.
Sonreír, mirar el futuro con alegría; sentir esa fuerza interior incontenible; superar los obstáculos cotidianos, es lo que da sentido a la vida y a la dicha de ser joven, para hacer aún las cosas más pequeñas de la manera más grande.