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Jueves, 2 de mayo de 2024



FORO DE LECTORES


La enfermedad holandesa, el tipo de cambio y la dolarización

Juan Ricardo Fernández acl@consumidoreslibres.org | Viernes 26 enero, 2024


JRF


Juan Ricardo Fernández Ramírez

Presidente

Asociación de Consumidores Libres

acl@consumidoreslibres.org

El descubrimiento de yacimientos de gas natural en los Países Bajos en 1959 fue un evento trascendental para la economía, ya que convirtió al país en uno de los mayores productores de gas natural del mundo. El auge de las exportaciones de gas natural se tradujo en un incremento importante de divisas y en una apreciación del florín, la moneda local.

Esta apreciación generó una pérdida de competitividad, lo que se tradujo en un incremento del precio de los productos locales, la contracción de ciertos sectores, el desempleo y un aumento de la dependencia de las exportaciones de gas. Otros países, como Noruega (1979), Venezuela (1970) y Argentina (2000), también sufrieron los efectos de la enfermedad holandesa debido al aumento de las exportaciones de gas, petróleo y soya, respectivamente.

El Banco Central de Costa Rica (BCCR) cuenta con niveles récord de reservas internacionales (USD 14.000 millones) producto de ingresos extraordinarios de divisas por el aumento de exportaciones, turismo e inversión extranjera directa (IED). Los efectos en el tipo de cambio (TC) no se han hecho esperar, ya que el incremento de dólares ha provocado una revalorización del colón, que es el más alto en los últimos 10 años con respecto al dólar estadounidense.

Los primeros en quejarse de esta situación son, irónicamente, los sectores que provocan el aumento de dólares, es decir, las exportaciones y el turismo. Estos sectores se han acostumbrado a estar subsidiados mediante la manipulación del TC, que se ha mantenido depreciado durante años, y ahora se ven afectados por el hecho de que sus dólares compran cada vez menos colones. Por otro lado, los consumidores se han beneficiado de un colón más fuerte, ya que la economía costarricense es muy abierta y también resulta más favorable viajar al exterior.

El TC no debería beneficiar ni castigar a ningún sector en particular, sino reflejar su verdadero costo de oportunidad. El TC es un "súper precio" (porque afecta a miles de otros precios), por lo que tiene una importancia significativa. Los precios son como semáforos que nos brindan información valiosa, sobre todo porque la misma siempre va a ser insuficiente, fragmentada y dispersa. Los precios transmiten información sobre la escasez y la demanda de bienes y servicios. Esto permite a los individuos tomar decisiones económicas racionales, incluso cuando no tienen acceso a toda la información. Igualmente, los empresarios toman decisiones de inversión, producción, contratación de empleados y mil otras más.

Siendo los precios reflejo de valiosa información, entre menos distorsionados estén, mejor será la calidad de las decisiones de todos (consumidores y empresarios), permitiendo maximizar los beneficios de todos y promoviendo la mejor asignación de los recursos siempre escasos de la economía. La mejor forma de minimizar la distorsión es eliminar el monopolio del BCCR en la emisión de la moneda y permitir la dolarización de la economía, entendiendo esta como darle curso legal a cualquier moneda en la que las partes quieran pactar (ya sean dólares, euros, yenes, criptomonedas, etc.).

La experiencia de otros países, como Ecuador y El Salvador, que recientemente han dolarizado ha sido positiva. La dolarización ha tenido efectos positivos, como la reducción de la inflación, la mejora de la estabilidad económica y aumento en la IED. Aunque el proceso de transición fue algo doloroso, la mayoría de la población lo favorece ampliamente en esos países.

Hoy en día hay fuertes presiones de ciertos sectores para que el BCCR intervenga más fuertemente en el mercado para devaluar el colón e incluso agregarle más funciones (como promover el empleo), lo que sin duda tendría un detrimento de la disciplina monetaria (siempre amenazada), favoreciendo a algunos pocos en detrimento de la mayoría, distorsionando el proceso de toma de decisiones y, por ende, la capacidad de crecimiento de la economía.

Aunque Costa Rica no depende de un mono producto de exportación que esté generando una gran cantidad de divisas de forma repentina, como típicamente se llama a la enfermedad holandesa, y más bien tiene bien diversificada su oferta exportable, sí ha experimentado una creciente valoración de su moneda que está planteando nuevos retos. La dolarización no resuelve todos los problemas económicos, sin embargo, es el momento oportuno para analizar en forma seria sus beneficios y costos.











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