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La cuestión social

Alvaro Madrigal cuyameltica@yahoo.com | Jueves 20 marzo, 2008


De cal y de arena

Alvaro Madrigal

La cuestión social

Se iniciaba la Cuaresma y el cura leía un texto preparado por el papa Benedicto XVI que enfatiza el deber del cristiano —y del católico que lo tiene como autoridad máxima— de practicar la caridad, la limosna. Lo hizo apelando a los preceptos bíblicos que recogen las admoniciones de Jesús a los idólatras de la riqueza y a los indiferentes ante los más necesitados, admoniciones que también tienen una dureza terminante. “No podéis servir a Dios y al dinero”, recuerda el Pontífice las palabras de Jesús al llamar en este mensaje de Cuaresma a compartir los bienes materiales, con mayor compromiso —dijo— en los países en los que la mayoría de la población sufre en la indigencia y el abandono. “Socorrer a los necesitados es un deber de justicia antes que un acto de caridad”, recalcó Benedicto XVI al tiempo que traía a la memoria la sentencia lapidaria de San Juan hacia quienes, poseedores de los bienes del mundo, cierran sus entrañas al necesitado.

Analizaba el texto papal un sacerdote que oficiaba la misa en una alejada cabecera distrital estresada por esa explosión del desarrollo turístico que se manifiesta en un incremento de la riqueza y también en una profundización de los desequilibrios sociales y de los vicios que nos trae la globalización en su vertiente perniciosa. Lo hacía con verbo encendido, con convicción, con la pasión de quien percibe que el egoísmo, la indiferencia, la insolidaridad y el culto al dinero arrastran a la sociedad al barranco. Era la misma crudeza que había percibido yo en el texto papal. Creí que la jerarquía católica costarricense se comprometería con su difusión al mismo alto voltaje, pues no de otra forma es el reto que plantean los hechos. Y pensé que la prensa prestaría la debida difusión al texto papal con ocasión de la Cuaresma 2008. Me equivoqué. La prensa está en otra cosa y esa jerarquía sigue la línea del bajo perfil, muy diferente a la que imponía con sentido inspirador el Arzobispo Sanabria cuando Costa Rica acogía el Estado Social de Derecho y él se preocupaba —anota su biógrafo, Santiago Arrieta Quesada— porque la Iglesia costarricense se fijara derroteros realmente revolucionarios.

Benedicto XVI sigue la huella marcada por el cardenal Mercier al tocar con preocupación la Cuestión Social. Como lo hizo —y lo volvería a hacer hoy— Sanabria con su enfoque de indiscutible actualidad. Hambre, miseria, ignorancia, inequidad, pobreza, exclusión... los problemas propios de la Cuestión Social son “de tal naturaleza y urgencia que si no la resolvemos en el orden, en la injusticia y en la caridad se comprometerá en el desorden y en la injusticia y en la violencia”. ¡Tanto se ha descarrilado este país que las palabras de Sanabria tienen vigencia de nuevo!

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