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La calidad

Leopoldo Barrionuevo leopoldo@amnet.co.cr | Sábado 11 julio, 2009



ELOGIOS
La calidad

Hubo un momento en que nos dejaron descansar con el tema de la calidad total porque el tema dominaba el horizonte y nos llamaba a engaño: toda vez que se habla demasiado de algo hay que dar por seguro que algo más importante permanece oculto y está operando por debajo de lo que todo el mundo menciona y muy difícilmente se dé importancia a lo sencillo y lo simple, a lo callado y a lo profundo.
Ahora estamos en crisis o al menos es lo que se divulga, pero como afecta en forma diferente a cada país o mejor, a cada región del planeta, pese a la Globalización, seguiremos siendo distintos y aun cuando nos afectaran intereses similares, los tomaríamos diferencialmente, acorde con la particular idiosincrasia de nuestro carácter social.
Y así Colombia, un país de países seguirá dividido históricamente por regiones, al igual que el hibridismo de Miami. Uno de los ejemplos más marcados en el mundo es la diferencia entre los italianos del norte y los del sur. ¿Usted puede creer que esa dicotomía se funda en un solo carácter social y que alguna vez perderemos el encanto de la diversidad?
Hasta hace pocos años trabajábamos en base al marquismo, es decir, la importancia de las marcas sobre los genéricos, pero en pocos años, la tecnología fue extendiendo el consumo a los segmentos más pobres mediante el producto “bueno, bonito y barato”, es decir el commodity.
Y seguirán vendiéndose los Rolls Royce, los Mercedes y los BMW en los países donde no sean patentes de secuestrables y en carreteras transitables pero surgirán sus remedos, los carros intermedios como el Camry de la Toyota y otros con buena pinta pero no tan costosos, porque la calidad ha dejado de ser lo que era para convertirse en otra cosa. Los valores del producto variaron y uno busca lo que puede pagar y hasta hay gente que se inclina por los nuevos carros chinos de $2.900 que deben ser desechables.
Mi equipo de sonido Sony tiene más de 15 años y sigue sonando bien pero lo cuido porque los nuevos son más baratos pero menos duraderos y cuando hay que repararlos, fuera de la etapa de garantía, es menos costoso cambiarlos. Amén de ello, los repuestos no se consiguen porque ya no son eternos y los nuevos son más avanzados en tecnología. Es decir, antes la duración era un síntoma de calidad, hoy es mejor que duren menos para que sean más actuales.
Lo mismo pasa con la ropa, no cuenta lo que dure, como un casimir inglés del pasado, sino que esté a la moda para cambiarlo prontamente. Hoy la calidad no es la materia prima y la mano de obra como otrora, sino lo que el usuario cree que es, es decir, que cumpla con sus expectativas. Sin embargo, la mayoría de los vendedores tratan de venderle la calidad sin explicarle en qué consiste.
Con el matrimonio ocurre lo mismo: no es para toda la vida, porque suele ser desechable, se desgasta y pareciera que repararlo fuera más costoso que iniciar uno nuevo, desde ya, sin garantía. Y con la gente pasa también: con los años lo nuevo parece ser más apetecible y la gente empieza a analizar el costo-beneficio de las cirugías porque también son commodities, aunque no suelen ser baratas, ni buenas, ni bonitas y con el tiempo no puede ocultarse el deterioro por cuanto es sabio lo que algunos viejos dicen: hay tres cosas que no pueden ocultarse: la pobreza, la tos y la vejez.

leopoldo@amnet.co.cr

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