La calabresa
Gaetano Pandolfo gpandolfo@larepublica.net | Jueves 15 mayo, 2008
Opinión del redactor
La calabresa
Gaetano Pandolfo
gpandolfo@larepublica.net
La Italia turística no termina en Roma.
El viajero latinoamericano visita primordialmente las ciudades tradicionales de la bella Italia: Milán, Venecia, Pisa, Florencia, Turín, Roma, Génova y si tiene tiempo se desplaza un poco más al sur, a Pompeya y de ahí se devuelve.
La cálida Nápoles no les es tentadora a pesar de tener en su vecindario a la Isla de Capri, monumento a la belleza en escalada y el sur de la Bota, geográficamente la parte más hermosa del país recibe mayoritariamente turismo europeo y norteamericano.
Palermo, Sicilia, Cerdeña y toda la región de Reggio Calabria, majestuosa e imponente en su geografía, al punto de ser la zona más retratada de Italia, no le llama mucho la atención al turista latinoamericano.
Aproximadamente a cuatro horas del centro de Nápoles, se encuentra uno de los pueblitos más hermosos del mundo y si no me lo creen, vayan a visitarlo. Incluso, pueden observarlo por Internet.
Se llama Morano, así con o, no Murano, que es la localidad de los famosos adornos de vidrio, mundialmente reconocidos y que engalanan palacios, mansiones y residencias de ricos y famosos, aunque en millones de hogares más modestos y humildes se guardan también recuerditos de esta brillante artesanía del vidrio.
Morano, Calabro, es el pueblito donde nacieron Leonardo Rímolo, abuelo del actual Ministro de Educación, Leonardo Garnier Rímolo; Ernesto del Vecchio, papá de la ministra de Seguridad Pública, Janina del Vecchio y Leonardo Pandolfo, padre del Viceministro de Salud y Deportes, Osvaldo Pandolfo.
De manera que tenemos sangre calabresa en el gabinete; mi tío Leonardo, hermano mayor de mi madre, viajó de Morano a Costa Rica con 13 años de edad y mi tata y el de Janina se vinieron a Tiquicia en emigraciones posteriores.
Don Ernesto y mi papá Leonardo, fueron como hermanos y mantuvieron toda la vida una amistad que se forjó en las despensas, iglesias y calles de Morano y se afianzó en Costa Rica durante muchísimos años.
Don Ernesto vivió toda su vida en Barrio México; ahí se criaron Janina y sus hermanos; mi papá falleció en 1962 mucho antes que don Ernesto, cuando yo tenía 19 años y Osvaldo 12 y vieran que gracias a recortes, fotografías y otros pasajes que guardó Ernesto en los que aparecía al lado de papá, en una fiesta, un día de caza en el Alto de las Palomas, un estadio, un viaje a Puntarenas, un matrimonio, pudimos en mi familia rescatar escenas y recuerdos que se hubieran escapado de no ser por este sentimiento de amistad del papá de Janina hacia el nuestro.
Hoy que la señora Ministra de Seguridad es cuestionada desde diferentes flancos y han querido apeársela antes de analizar y darle espacio para ver qué frutos rinde, quiero que doña Janina sepa que los centenares de “moraneses” que viven en este gran país, están con ella y a su lado y que como legítima calabresa, no afloje. Su sangre, apasionada y caliente la harán salir avante… si la dejan.
La calabresa
Gaetano Pandolfo
gpandolfo@larepublica.net
La Italia turística no termina en Roma.
El viajero latinoamericano visita primordialmente las ciudades tradicionales de la bella Italia: Milán, Venecia, Pisa, Florencia, Turín, Roma, Génova y si tiene tiempo se desplaza un poco más al sur, a Pompeya y de ahí se devuelve.
La cálida Nápoles no les es tentadora a pesar de tener en su vecindario a la Isla de Capri, monumento a la belleza en escalada y el sur de la Bota, geográficamente la parte más hermosa del país recibe mayoritariamente turismo europeo y norteamericano.
Palermo, Sicilia, Cerdeña y toda la región de Reggio Calabria, majestuosa e imponente en su geografía, al punto de ser la zona más retratada de Italia, no le llama mucho la atención al turista latinoamericano.
Aproximadamente a cuatro horas del centro de Nápoles, se encuentra uno de los pueblitos más hermosos del mundo y si no me lo creen, vayan a visitarlo. Incluso, pueden observarlo por Internet.
Se llama Morano, así con o, no Murano, que es la localidad de los famosos adornos de vidrio, mundialmente reconocidos y que engalanan palacios, mansiones y residencias de ricos y famosos, aunque en millones de hogares más modestos y humildes se guardan también recuerditos de esta brillante artesanía del vidrio.
Morano, Calabro, es el pueblito donde nacieron Leonardo Rímolo, abuelo del actual Ministro de Educación, Leonardo Garnier Rímolo; Ernesto del Vecchio, papá de la ministra de Seguridad Pública, Janina del Vecchio y Leonardo Pandolfo, padre del Viceministro de Salud y Deportes, Osvaldo Pandolfo.
De manera que tenemos sangre calabresa en el gabinete; mi tío Leonardo, hermano mayor de mi madre, viajó de Morano a Costa Rica con 13 años de edad y mi tata y el de Janina se vinieron a Tiquicia en emigraciones posteriores.
Don Ernesto y mi papá Leonardo, fueron como hermanos y mantuvieron toda la vida una amistad que se forjó en las despensas, iglesias y calles de Morano y se afianzó en Costa Rica durante muchísimos años.
Don Ernesto vivió toda su vida en Barrio México; ahí se criaron Janina y sus hermanos; mi papá falleció en 1962 mucho antes que don Ernesto, cuando yo tenía 19 años y Osvaldo 12 y vieran que gracias a recortes, fotografías y otros pasajes que guardó Ernesto en los que aparecía al lado de papá, en una fiesta, un día de caza en el Alto de las Palomas, un estadio, un viaje a Puntarenas, un matrimonio, pudimos en mi familia rescatar escenas y recuerdos que se hubieran escapado de no ser por este sentimiento de amistad del papá de Janina hacia el nuestro.
Hoy que la señora Ministra de Seguridad es cuestionada desde diferentes flancos y han querido apeársela antes de analizar y darle espacio para ver qué frutos rinde, quiero que doña Janina sepa que los centenares de “moraneses” que viven en este gran país, están con ella y a su lado y que como legítima calabresa, no afloje. Su sangre, apasionada y caliente la harán salir avante… si la dejan.