La brecha digital y las competencias del Siglo XXI

Álvaro Cordero Peña

Director Escuela de Ingeniería del Software Universidad Cenfotec

A finales del año 2019, pocos imaginábamos el gran reto que la humanidad estaba por enfrentar los siguientes dos años. Casi 24 meses después, la COVID-19 ha dejado su huella en todas las facetas de nuestra vida cotidiana. La pandemia no solamente ha tenido efectos adversos, sino que también ha desnudado muchas de las falencias que tenemos como país, falencias que deben ser abordadas rápidamente si queremos que nuestras instituciones de educación superior puedan preparar profesionales que reúnan las habilidades necesarias para tener éxito en el siglo veintiuno. Según muchos expertos, las competencias digitales, que son las que están relacionadas con el conocimiento y uso de las tecnologías, son un pilar fundamental para lograr las competencias básicas (como comprensión de lectura y matemáticas, por ejemplo) y las superiores (como la resolución de problemas y análisis de datos).

Durante muchos años, nos consideramos una sociedad digital. Según la OCDE, alrededor del 80% de las personas y el 85% de los hogares cuentan con acceso a internet. No obstante, según el MEP, una tercera parte de los estudiantes de escuelas y colegios públicos no cuenta con una conexión ni un equipo propicio para poder recibir algún tipo de educación virtual.

Estos números sugieren que la brecha digital, definida como la cantidad de personas que cuentan con las capacidades y habilidades para hacer uso de las tecnologías de información contra aquellas que carecen de dichas habilidades y capacidades, es ya en nuestro país una brecha social. Lamentablemente, el Estado de la Educación menciona que, en la Región Central del país, cerca del 64 % de la población que está en edad para recibir algún tipo de educación formal, cuenta con conexión a internet, mientras que en las regiones como la Brunca y Huetar el número apenas supera el 50 %.

Esta brecha digital atenta directamente contra la posibilidad de desarrollo humano, cultural y educativo de las personas. Muchos de los que más oportunidades deberían recibir, y a quién más debería de apoyar la sociedad para que puedan tener un mejor futuro, no van a contar con las herramientas para mejorar sus competencias digitales. De hecho, muchos van a verse afectados en sus posibilidades de acceso a la educación superior o, peor aún, van a abandonarla, debido a que van a entrar en desventaja al no haber desarrollado las competencias digitales mínimas para salir avante en sus estudios superiores.

La eliminación de la brecha digital como una brecha social es uno de los retos más grandes que tenemos como país. Eliminarla va a requerir esfuerzos no solo de los gobiernos de turno, sino de alianzas político-privadas que prioricen el acceso a recursos tecnológicos y a procesos de alfabetización digital a las zonas más alejadas y a las personas de menos recursos, de forma que las instituciones de educación superior puedan terminar de desarrollar las competencias del siglo veintiuno en todos sus estudiantes.

Estos esfuerzos redundarán en una sociedad más justa y un desarrollo económico que tome en cuenta a las personas de menos recursos.